El sueño de una noche toledana

Dominguín
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Se cortaron cinco orejas en la nocturna por las fiestas de agosto de Toledo, un festejo en el que el bochorno se coló como invitado. Grandes detalles de Morenito de Aranda y Calita, que dejaron en los tendidos un regusto de torería

Morenito de Aranda estuvo exquisito durante toda la noche - Foto: Joaquín Romera

La corrida de toros celebrada en la noche del jueves, en horario nocturno, tuvo como inspiración las pautas de Morfeo, el dios griego de los sueños. A Morfeo se le coló un invitado nada apetecible, el bochorno y el calor que condicionaron la asistencia de espectadores, siendo los escasos que ocuparon sus tendidos unos héroes de premio.

Pero los sueños, sueños son y de lo que pudo ser a lo que fue, hubo algunos momentos que hubiesen cambiado el designio del festejo.

Llegó desde Huelva el rejoneador Andrés Romero, con el sueño de volver a pisar un ruedo de segunda categoría donde además hacía su debut. Llegó con dos toros de Tassara, de diferente condición, destacando sobre todo su buen concepto sobre los equinos y el acierto con las farpas en el que abrió plaza. De haber acertado con el rejón de muerte hubiese tocado pelo, pero todo quedó en otro sueño. En el cuarto puso voluntad y entrega, en una faena que no llegó a ser de lo más acertada por la condición de burel que acabo cerrado en tablas. Acierto en el último tercio y petición de trofeos, concedidos por el palco, lo que compensó a Romero en el sueño de triunfar en Mendigorría, y que con dos orejas lo hizo.

El mexicano Calita tuvo en sus manos un triunfo históricoEl mexicano Calita tuvo en sus manos un triunfo histórico - Foto: Joaquin Romera

Morenito de Aranda, ya tenía en el patio de cuadrillas la mirada fija en el ruedo, posiblemente soñando las dos faenas que podía realizar en unos minutos. Cuando salió al ruedo el segundo de la noche, Jesús Martínez, con pasmosa tranquilidad, comenzó a trastear con gusto al de Núñez de Tarifa, que no andaba sobrado de fortaleza, llevándoselo encajado hasta el mismo centro del ruedo donde lo remato de media enroscada a su cintura. Pese a la condición del toro, Morenito vio que podía cumplir su sueño de rematarle una faena redonda. Tras las banderillas tomo el espada de nuevo el capote y le recetó tres verónicas de tronío y una media que dejó en los espectadores uno de los mejores pasajes de la noche.

Una vez que consiguió mantener firme al astado templó su embestida por ambos pitones en ayudados por alto. Fue una faena sostenida en la mano diestra, pulseando al burel que seguía con nobleza las telas del 'Moreno'. Pudo al toro, lo exprimió hasta en sus remates tanto con pases de pecho, como por bajo dibujando trincherazos dignos de cartelerías taurinas. Cuando cogió la zurda el sueño comenzó a desvanecerse, el astado fue aquerenciándose en tablas; entonces cuadró al de su lote y le enterró el acero hasta los gavilanes, consiguiendo la primera oreja de la tarde.

Pero el sueño de Jesús Martínez era triunfar en Toledo, y a veces los sueños se convierten en pesadillas. Eso le ocurrió cuando su segundo toro saltó al ruedo, abanto y sin fijeza, sin ninguna codicia por los engaños, obligando al torero a tener que salir a recibirle hasta el centro del ruedo. Toda la lidia estuvo marcada por 'Pesadilla', que hizo honor a su nombre y truncó el sueño de Morfeo. La inteligencia torera fue la que pudo con el desorden y a fuerza de entrar en sus terrenos y someterle logró lo que nadie se imaginaba minutos antes: pudo con el astado de Núñez de Tarifa y le doblegó hasta conseguir que se entregase por momentos. La gente conectó con el esfuerzo del espada y, tras lograr la estocada, la petición de pañuelos afloró hasta que asomó el del palco como premio del usía.

Andrés Romero puso mucha voluntad en sus dos animalesAndrés Romero puso mucha voluntad en sus dos animales - Foto: Joaquín Romera

Ernesto Javier 'Calita' sí que pudo lograr un gran sueño, ese que cuando entrenas ansías que se cumpla. Soñó en un toro en Toledo de triunfo, y Morfeo se lo concedió. Que mejor que un toro serio, pero con fondo, con transmisión y movilidad, que obedeció con nobleza desde que se abrió de capa. Toreó asentado en la arena, con el compás abierto y olvidándose por momentos del cuerpo, aunque abusó de sacárselo hacia afuera en lugar de enroscárselo a la cintura, cosa que el animal hubiese tomado sin queja.

Todo sueño se acaba y este fue un sobresalto, un susto, una desesperación, pues de verlo cumplido, se quedó en lo que pudo ser y no fue. Acarició un triunfo grande con mayúsculas de trofeos, pero marrar con los aceros es lo que conlleva: del sueño de la gloria toledana se pasó a la realidad de saludar al respetable como agradecimiento por su genial obra.

Aún quedaba el último sueño, el que podría recordarse al finalizar por ser el más cercano al sereno despertar. Ese sueño de nuevo de Calita de acompañar e igualar a sus compañeros de cartel en número de trofeos. El único toro de capa negra de los de lidia a pie, fue 'Arrojado', otro sueño se atisbaba pues con ese nombre nos hacía suponer que por sus venas corría la sangre de aquel familiar indultado en la Maestranza sevillana. Pero la noche estaba por no permitir que ningún sueño se cumpliese, ya que el astado no tuvo entrega, embistiendo a las telas de Calita con la cara por encima del palillo y saliendo suelto sin querer repetir.

A la vista de su condición el mejicano tiro de repertorio efectista y de toreo de cercanía y valor, lo que agradeció el respetable que le pidió con fuerza la oreja tras la estocada entera al segundo intento, junto a las tablas.

La noche de sueños se convirtió en realidad y los que compraron la entrada con intención de ver una corrida soñada se toparon con un festejo al que le faltó algún condimento que hubiese llenado las ganas de la afición en la calurosa noche de verano en la que acudieron al coso de Mendigorría.