Los restos de Sofer, nido de basuras

J. Monroy / Toledo
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La falta de mantenimiento municipal se concreta en la acumulación de basuras, y en una ruptura del cerramiento, que permite el paso a cualqiuer persona

Los restos de Sofer, nido de basuras - Foto: Cristina Gómez

«¿Cuánto crees que hace que no limpian aquí dentro?». Es la plaza situada frente a la Escuela de Artes y Oficios, y no hay nadie más sobre la superficie de maderas descoloridas, tostadas por el sol. La voz sale del fondo de la hondonada, junto a los dos aljibes repletos de agua sucia, maderos y plásticos.

Hacia el este del espacio de lo que en su día fuera la Sinagoga de Sofer, bajo unas gradas incandescentes de calor, hay una entrada al subsuelo y los restos sepultados bajo las maderas. Es un lugar que quiere ser agradable, con plantas bien cuidadas en la pared, pero que recibe al visitante con la barandilla metálica en el suelo y excrementos de perros. Desde ahí se puede distinguir perfectamente la suciedad que poco a poco va cayendo desde la superficie, y se acumulan ante la falta de mantenimiento. Cristales rotos, papeles, plásticos o hasta una percha rodean los dos espacios acuáticos.

Los críticos visitantes se disponen a abandonar el recinto. Pero, sorprendentemente, no utilizan para ello la endeble puerta, cerrada por un pequeño candado. Agarran los alambres que de forma paralela deberían impedir la entrada y, sin esfuerzo alguno, los mueven hasta que dejan paso para una persona adulta. Los topes del techo parecen arrancados, por lo que este espacio parece haberse convertido en el paso habitual de personas al interior de los restos. A ello, además, invitan los que de allí salen.

En el interior, el suelo está húmedo, porque durante los fines de semana, se pone en marcha la fuente que surge desde los aljibes y se eleva hasta la superficie. Debería levantarse 3,20 metros más desde allí, pero apenas se ha quedado en veinte centímetros de agua turbia, que parece haber acumulado todo el tinte oscuro que en su día tuvo la madera que moja. El suelo también está sucio. Tiene toda clase de restos. Los vecinos del entorno se quejan de que desde que el Consorcio cediera las obras de la nueva plaza y sus subterráneos al Ayuntamiento, estos apenas se han limpiado una vez. «Bueno, quizás dos -advierte uno- porque yo he llegado a ver por aquí más basuras».

Dando la vuelta al agua sucia y a la zona con más basura, los visitantes pueden introducirse en el subsuelo en el que se leen los restos de la antigua Sinagoga. Un gato trata de dormir a la sombra y, sobre el suelo, se acumulan restos de envases y muchas cajetillas vacías de tabaco.

Espacio recuperado. Fue el Consorcio de Toledo el que recuperó para el uso público a mediados de 2010 un espacio abandonado durante décadas entre la Escuela De Artes y Oficio y San Juan de los Reyes. Hizo para ello una inversión de 508.481 euros. El proyecto original encargado a los arquitectos Bernalte y Asociados S.L.P, proponía la creación de un espacio escultórico destinado a aprovechar el desnivel del solar entre las calles Reyes Católicos con el Ángel, y adecuar la plaza con un nuevo empedrado. Sin embargo, la aparición de dos tramos de bóveda de cañón y de los restos de dos aljibes determinaron un cambio de proyecto. La excavación arqueológica permitió documentar estructuras relacionadas con diversos edificios y otras referidas al aprovechamiento hidráulico. Entre las primeras, destacan las cimentaciones relacionadas con la sinagoga de Sofer, restos de muros pertenecientes a las casas de época medieval y moderna, y sótanos abovedados conservados parcialmente. Sobre las segundas, la excavación confirmó la importancia del aprovechamiento de los cursos de agua subterráneos que bajan por esta zona desde la calle del Ángel y se localizó una posible alcantarilla romana, un pozo excavado en la roca con una profundidad que supera los siete metros, un aljibe de planta circular y dos aljibes. Como elemento singular destaca la presencia de un resto de un potente muro en la parte superior de la calle del Ángel que podría pertenecer a la cerca de la propia judería y que ha quedado integrado en la obra.

Plaza superior y restos inferiores han sido recepcionados por el Ayuntamiento. Aunque el Consorcio, a través de su programa ‘Patrimonio Desconocido’ realiza diversas visitas al entorno, le corresponde al Consistorio su limpieza y mantenimiento. De hecho, el equipo de Gobierno parece interesado en promocionar este lugar. La concejal de Turismo, Ana Isabel Fernández Samper, ha anunciado que el nuevo espacio público se dedicará a la Sinagoga de Sofer, «la más antigua de Toledo». Más allá, está estudiando utilizar este espacio para honrar la memoria de las comunidades sefardíes, es decir, los descendientes de los judíos toledanos que abandonaron la ciudad a finales del siglo XV, durante el reinado de los Reyes Católicos, y que han conservado señas de identidad quinientos años más tarde. La idea es invitarlos a que visiten la ciudad para conocer los restos recién encontrados, habida cuenta de la importancia que este Consistorio parece estar dando durante los últimos años al turismo judío.

Críticas vecinales. Las críticas de los vecinos de la zona se centran en la falta de limpieza del entorno. Pero tampoco se libran el poco civismo de quienes descuidan la caída de basuras, y una estructura que parece poco funcional para el mantenimiento. Además, se lamentan de que en el entorno no se hayan situado fuentes ni bancos, más allá del chorro sucio y una grada metálica que el sol no deja utilizar.

El portavoz de Iniciativa Ciudadana, Hilario Alarcón, reconoce el mérito de la recuperación de un espacio público, que durante años ha estado cerrado y en manos privadas, algo a su juicio muy beneficioso para una ciudad medieval, que tiene pocas oportunidades de crear nuevas plazas. Sin embargo, en lo negativo, «el diseño es demasiado esteticista y poco plástico», advierte. Aunque la idea de los listones de madera permiten la llegada de luz natural a los restos arqueológicos, en realidad facilitan que todos los residuos vayan cayendo. Además, el mantenimiento de listones de madera se hace complicado y costoso en una ciudad como Toledo. A su juicio, el diseño de la plaza tendría que haber previsto un mantenimiento y una limpieza más fáciles.