Consuegra, oasis en el desierto

Mario Gómez
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En un fin de semana tan taurino como este segundo de septiembre, la corrida celebrada en Consuegra, fue la única en todo el territorio nacional. Eugenio de Mora, Luque y Raúl Rivera dieron cuenta de un encierro de Julio García

La corrida de Consuegra se celebró respetando todas las medidas sanitarias. - Foto: Dominguín

Fechas como el 15 de agosto, el 8 o el 14 de septiembre, o en su defecto los fines de semana próximos, congregan tradicionalmente un alto número de festejos taurinos, donde multitud de localidades en toda España festejan a sus patrones y patronas con la tauromaquia como ingrediente imprescindible.

En un año normal, en la jornada de este pasado sábado y domingo no hubiera sido de extrañar que se hubieran celebrado entorno al medio centenar de citas taurinas, entre toda la diversidad de espectáculos en todo nuestro país.

Ante lo atípico de este año, y la importancia de mantener las precauciones sanitarias, sólo Consuegra ha tenido una corrida de toros en tan taurina fecha.

Para tal ocasión, un entipado y bonito encierro de la salmantina ganadería de Julio García. Este hierro, con apenas una década desde su creación, y que tiene procedencia Fuente Ymbro, supuso los mimbres adecuados para una entretenida y variada tarde de toros en el coso consaburense.

El sevillano Daniel Luque, mostró que quiere volver a los puestos que un día copó. Esta nueva versión del torero de Gerena, aúna el toreo clásico de muñecas acompasadas con el poso de los años. Para mostrar esta versión, nada mejor que el astado jugado en quinto lugar y del que Luque, tras consentirlo en el inicio de faena, supo sacar toda la materia prima que el bravo burel tenía. Si exquisito fue el saludo de capote, más lo fueron las trincherillas con las que abrochó una obra cargada de toreo profundo y de mano baja. Un conato de indulto que se incentivó desde el entorno del ganadero y que el espada debió haber zanjado de forma más taxativa. Tras la duda, vino el fallo, quizá si hubiera rubricado la faena en un primer momento, ni hubiera habido protestas en los tendidos ni hubiera perdido los máximos trofeos de este ‘Palique’, animal de vuelta al ruedo.

La oreja que cortó al quinto había que sumarle la del segundo. Un animal al que volvió a saludar con gusto a pesar del aire, y al que entramó una faena inteligente cargada de una impronta muy personal. Una estocada entera fue la guinda para pasear el primer trofeo de la tarde.

Eugenio de Mora sufrió el incómodo vendaval que por rachas se levantaba en el coso toledano. Se las vio ante un serio animal en su primer turno, con movilidad pero sin clase y que no terminó nunca de definirse. En el ir y venir de este, Eugenio trató de extraer lo poco que tenía para firmar una meritoria actuación, que vio silenciada.

Ante el cuarto, tuvo que tirar de oficio ante un animal que nunca se entregó y ante el que el moracho mostró una vez más las tablas que posee en la profesión. Tanto fue así, que resultó feamente prendido cuando intentaba instrumentar un pase de pecho, tras lo cual logró la más rotunda de sus tandas. Una buena estocada y una oreja con la que recibió el reconocimiento a toda su labor en el festejo.

Tras su paso por Esquivias a pocos pilló de sorpresa la entrega y disposición de Raúl Rivera. Este torero de la tierra, quien a pesar de no realizar largas temporadas, cuenta sus compromisos por triunfos. Sorteó en tercer lugar a un muy buen toro, que tuvo en la humillación y el recorrido sus virtudes principales. Ante él, el espada mostró voluntad en todo momento, desde el saludo con dos largas cambiadas, hasta el tercio de banderillas que protagonizó en solitario. Con la muleta buscó aprovechar las virtudes del burel, que le llevaron a destacar por el pitón izquierdo. Sólo el manejo de la espada le privó de un premio mayor, y dejó todo en oreja.

El que cerró el festejo, acusó algún tipo de descoordinación desde su salida de chiqueros. Pareció no importarle a Rivera que volvió a derrochar ímpetu para mostrar sus cualidades y agradar al público. Lo logró en el saludo y en los pares de banderillas, resultando golpeado de forma dolorosa en el brazo derecho tras la clavada. La condición del astado no mejoró y a pesar de tratar de que tuviera eco en los tendidos su labor, no había material suficiente. Ovación de despedida.