García Valderrama, pintor del cardenal Pedro Segura

A. de mingo
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El polémico prelado, expulsado de España durante la Segunda República, fue representado para la Sala Capitular de la Catedral en 1959, treinta años después de abandonar la ciudad.

El cardenal Pedro Segura y Sáez (1880-1957), arzobispo de Toledo entre 1927 y 1931, en la Sala Capitular de la Catedral.

La reciente restauración de la Sala Capitular de la Catedral de Toledo permite poner el acento en la mejor galería de retratos de la ciudad (con permiso de la serie de toledanos ilustres procedente de la antigua Biblioteca Arzobispal, conservada en la Biblioteca de Castilla-La Mancha): la serie de arzobispos toledanos iniciada por Juan de Borgoña a comienzos del siglo XVI y continuada por artistas de la talla de Luis Tristán, Zacarías González Velázquez o Vicente López, entre otros. 

Hace sesenta años, a comienzos de 1959, se incorporó a la histórica serie el retrato del cardenal arzobispo Pedro Segura (1880-1957), obra del cordobés Bartolomé García Valderrama. La escasez de datos sobre algunos pintores de estos retratos nos lleva a recuperar una figura completamente desconocida en Toledo, de la que apenas tenemos algunas referencias gracias a sus declaraciones al joven periodista y pintor Fernando de Giles en las páginas del diario El Alcázar.

Artista poco amigo de entrevistas, García Valderrama era un antiguo alférez provisional que había realizado en 1939 el primer monumento conmemorativo de este colectivo, una placa de bronce y mármol instalada en plena Cartuja de Granada. «Nos extraña su aislamiento», señalaba Giles en 1959, pues solo se había publicado sobre él un breve texto a propósito de un retrato de Franco que García Valderrama había realizado 18 años atrás. Entre sus principales trabajos estaban las semblanzas de los presidentes del Consejo Supremo de Justicia Militar: «Soy pintor afecto a este Consejo», manifestaba en la entrevista.

En ella señalaba también cómo había pintado el retrato del cardenal Segura, representado del natural, a partir de un original realizado en tres horas en el sanatorio del Rosario, en Madrid. «Mi pintura es la tradicional española, la pintura de verdad: sobria, potente, seca». Con respecto al arte contemporáneo -pregunta con la que Fernando de Giles finalizaba su entrevista-, García Valderrama manifestaba: «El arte de hoy pertenece a la nueva generación y a los jóvenes; ellos marchan en vanguardia y buscan ideas nuevas, nuevos caminos para la pintura».

El retrato fue realizado dos años después de la muerte del prelado, en Madrid, el 8 de abril de 1957. En realidad, Pedro Segura había sido arzobispo de Toledo muchos años atrás, entre 1927 y 1931, momento en que abandonó España debido a las presiones de la Segunda República, contra cuyo Gobierno había arremetido con tremenda dureza. Al finalizar la Guerra Civil no regresó a Toledo, sino a Sevilla, donde permaneció como arzobispo hasta el momento de su muerte.