EL COLÓN ALCARREÑO RETORNA A LAS AMÉRICAS

Belén Monge Ranz
-

El historiador guadalajareño Alfonso Sanz sigue los pasos de su padre y ratifica que el almirante de Castilla nació en Espinosa. Ha entregado su obra en 'The New York Times'

EL COLÓN ALCARREÑO RETORNA A LAS AMÉRICAS - Foto: Javier Pozo

El descubrimiento de América fue, sin duda, un viaje que cambio el mundo. Pero si bien casi nadie se cuestiona, por el momento, que Cristóbal Colón fuese el gran descubridor del Nuevo Mundo en 1492, ni tampoco que muriese en 1506 en Valladolid, la patria donde nació el navegante es todavía un enigma en el que no se ponen de acuerdo ni historiadores ni investigadores. El origen más consensuado de los expertos sitúa su nacimiento en Génova en 1451, pero no existen pruebas concluyentes en favor de ninguna hipótesis del lugar en el que vino al mundo el almirante. Hay quien lo  ubica en  Portugal, en Noruega, Grecia y dentro de España también existen disputas. Frente a Salvador de Madariaga que lo consideraba judío converso español emigrado a Italia, García de la Riega lo creía gallego y Luis Ulloa defendía que era catalán. Y a ellos se suman Ricardo Sanz, ya fallecido, y su hijo Alfonso, para quienes hay más que evidencias de que el explorador de las Américas era de Guadalajara, era alcarreño.      

Sea lo que fuere, lo que parece incuestionable es que la mayor parte los  escritos del descubridor de las Indias estaban en castellano con mezclas de otras lenguas y no en italiano. Pero, ¿quién sabe a ciencia cierta dónde vino al mundo?. En todo caso, ¿por qué no pudo ser alcarreño Cristóbal Colón? Éstas son cuestiones sin resolver pero en las que han querido investigar y documentarse Ricardo Sanz, médico burgalés, residente en Guadalajara, donde falleció, y su hijo Alfonso, historiador y topógrafo, nacido ya en la capital alcarreña.

La pasión de Ricardo por la figura y orígenes del navegante se la despertó precisamente su profesor de Historia en Valladolid. Allí le dio clases Herrera Oria y el hecho de que él se cuestionara que Colón fuera italiano le llevaría también a planteárselo cuando dispuso de tiempo suficiente para ello. «Fue algo que se le quedó archivado a mi padre en la cabeza y cuando se jubiló, como no podía estar inactivo, se refugió  en la lectura de todo lo que caída en sus manos sobre el navegante», afirma su hijo Alfonso.

Si bien, en ese camino llegó a pensar inicialmente que Colón podía tener un origen judío, no tardaría mucho en pasar a considerar que era alcarreño. Fue invitado a dar conferencias y charlas en las que defendió con vehemencia su tesis, y en 1980 llegaría su primer libro sobre el explorador de las Américas: Nacimiento y vida del noble castellano Cristóbal Colón, en el que colaboraron Emilio Cuenca y Margarita del Olmo. Seis años después escribiría Cristóbal Colón, alcarreño o América, la bien llamada, donde, según su hijo, «ya hay una investigación más profunda» y se aportan documentos como el testamento de doña Aldonza de Mendoza, de quien padre e hijo piensan que pudo ser su madre, y cuyos restos podrían estar enterrados en una capilla de la iglesia de Cogolludo. Y hubo un tercer volumen en el que el doctor y escritor, de la mano de Manuel Ballesteros, otro investigador y profesor «muy interesado en la tesis de mi padre, apunta Alfonso, profundizó aún más en el enigma del nacimiento de Colón.  

Tras la muerte de Ricardo Sanz, su hijo Alfonso heredó la gran biblioteca que éste tenía y, con la misma pasión y empeño de su padre, comenzó a tirar del hilo. Así nació el ensayo titulado Don Cristóbal Colón, Almirante de Castilla, que el historiador ha llevado personalmente a las Américas, hasta el mismísimo corazón de Nueva York, The New York Times y del que se espera una tercera edición en diciembre.  

Sanz hijo no quería que la tesis de su padre quedara en el vacío. Aprovechó sus «puntos fuertes» y aportó nueva documentación e informes que vinculan al cartógrafo con tierras alcarreñas. Entre estos, algunos escritos de Colón; la presencia de mazorcas de maíz traídas de las Américas en el propio Palacio de los Duques de Medinaceli en Cogolludo, donde se dice que pasó varios años, y el descubrimiento de una carta del duque de Medinaceli al cardenal Mendoza en la que le decía que había tenido durante dos años en su casa, el palacio, al explorador. Horas y horas de trabajo y de investigación en la que se incluye el posible enterramiento de la que pudiera ser su madre, doña  Aldonza de Mendoza, en Cogolludo. Según los documentos que aporta Alfonso, murió en 1435 en Espinosa de Henares tras un parto de gemelos y uno de ellos sería Cristóbal Colón.  

A Alfonso le hubiese gustado contar con el respaldo económico que han logrado otros investigadores defensores de distintas tesis en otras tierras, pero no ha sido así, aunque no descarta seguir llamado a algunas puertas para tratar de confirmar, como prueba definitiva, que el ADN de doña Aldonza es el mismo que el de Colón, para lo cual haría falta exhumar los restos de esta señora, «algo que sería definitivo», afirma Alfonso Sanz.

En su casa de Cogolludo, acompañado de uno de sus nietos, Leo, a quien quiere inculcar y transmitir su pasión por la historia del almirante, Alfonso muestra las más de 400 obras y cientos de  documentos que ha recopilado e investigado durante años y nos adentra en  lo que para él fue «la primera historia verdadera y en serio» que se hizo de Colón. Es de Conde Roselly de Lorgues y se titulada Historia de Cristóbal Colón y de sus viajes. Tiene claro que el navegante nació en 1435 ó 1436 del parto de doña Aldonza y no en 1451. Es un firme defensor de que nació concretamente en Espinosa de Henares. Un pequeño municipio que hoy cuenta con algo menos de 700 habitantes y que está situado a orillas del río Aliendre, en la carretera de Cogolludo. Esto ya lo decía su padre pero él aporta nuevos informes. Y aunque para muchos se puede prestar a confusión el que se le considere alcarreño si nació en Espinosa –lo que hoy es Campiña–, Alfonso lo justifica de manera muy clara. Para el historiador, el conocimiento más universal del término alcarreño es motivo suficiente para generalizar. «A mí, como geógrafo siempre me llamó la atención que esta zona se incluyera como Alcarria cuando, en realidad, debería ser Campiña», afirma mientras reconoce también que, en el atlas inicial de los años sesenta,  «Guadalajara era La Mancha».

En todo caso, admite que él no ha inventado nada, solo ha recogido los «puntos fuertes» de su padre, convencido de que «la investigación no ha terminado». Afirma esto mientras nos muestra algunas ediciones facsímil de su progenitor y anuncia nuevos retos y hallazgos que reafirman su estudio.   

a la gran pantalla. Se trabaja en la realización de un documental con una productora extranjera porque «desgraciadamente, en España y en Guadalajara esto no interesa, solo interesan los bodrios», lamenta mientras reivindica apoyos a este tipo de iniciativas.