A la caza del hornillo en Toledo

F. J. R.
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La demanda de este tradicional producto de camping, junto a las linternas de todo tipo, se dispara en la ciudad en las últimas tres semanas ante el temor de un hipotético gran apagón eléctrico de tiempo indefinido en toda Europa

A la caza del hornillo en Toledo

¿Se acuerdan del furor del papel higiénico? Ese objeto tan cotidiano, que se convirtió en objeto de deseo y acopio en las vísperas del confinamiento, ha sido ahora desbancado en los teóricos albores del nuevo cataclismo por los clásicos hornillos de camping gas. Y Toledo no se está librando de la psicosis.

La amenaza ahora no es otra más que un teórico apagón eléctrico que dejará a Europa sin suministro por un tiempo indefinido. Este anuncio no es, al parecer de muchos, un brindis al sol. Después de acertar al predecir el riesgo de pandemia global, un atentado terrorista en Viena y ataques cibernéticos a escala mundial, las Fuerzas Armadas austríacas se preparan para saber cómo actuar en caso de apagón eléctrico a largo plazo.  

«La cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo», sentenció recientemente la ministra de Defensa, la conservadora Klaudia Tanner, tras analizar las últimas predicciones de su sistema de inteligencia artificial que acertó con la pandemia mundial cuando nadie la veía en el horizonte.

Para terminar de rematar el panorama, en China llevan desde finales de septiembre sufriendo una oleada de apagones sin precedentes  por distintos puntos de su gigantesca geografía. El aumento de la demanda, la escalada de los precios del carbón y los recortes impuestos por el gobierno comunista para cumplir objetivos medioambientales están detrás del caso chino, pero tras declararse allí la pandemia hay muchos que ya no se fían.

Por eso de 'cuando veas las barbas de tu vecino cortar...' desde hace más de un mes ha comenzado a correr el mensaje de prepararse para esta última amenaza que, tras lo vivido -erupción volcánica incluida-, comienza a ser mucho más creíble que en épocas pasadas.

Toledo, como no podía ser de otra forma, también se está viendo afectada por este proceso de acopio y equipamiento básico en caso de apagón.

La Tribuna ha podido hablar con tres de las ferreterías más asentadas de la ciudad, referencia en sus barrios, y en todas ellas han confirmado que la demanda de hornillos se ha disparado hasta límites insospechados en las últimas tres semanas.

«Es un producto que antes vendías solo para camping y de allá para cuando, y ahora te puedo decir que tengo una lista de espera de más de treinta personas a las que no sé cuándo voy a poder atender», afirma Iván González, propietario de Ferretería Julián, en el barrio de Palomarejos.

«Entre ocho y diez personas al día desde hace tres semanas vienen a preguntar por los hornillos», afirma este empresario, que también suma a la lista de demandas los cartuchos de gas y las linternas de carga solar y aquellas destinadas a iluminar ambientes, tanto a gas como a pilas.

«No existe oferta de hornillos para tanta gente porque nunca ha existido tal demanda», explica Iván, que reconoce que todo es poco «surrealista», pero que tras la pandemia se espera cualquier cosa y ya nadie quiere quedarse el último.

«Yo no soy de creerme nada, pero con el problema de materias primas que hay, que ese sí que es totalmente real, ya no descarto nada», explican desde Ferretería Julián, donde confirman que llevan dos meses sin recibir ollas a presión hechas en España por la falta de magnesio para hacer las asas y otras piezas; así como por la escasez de suministro de silicona (el precio del bote llega a subir cuatro veces en un solo mes), el encarecimiento del PVC un 64% en lo que va de año y el precio de flotar un contenedor de mercancías, que ha pasado de 2.500 a 12.000 dólares en cuestión de meses. «Nosotros somos 400 ferreteros asociados de toda España y todos estamos en las mismas. Y por todo esto yo sí que le doy credibilidad. El año que viene lo veo muy complicado», sentencia.

Casi en la misma línea se posiciona Diego Camino, gerente de Ferretería Imperial, en el Polígono industrial. Van recibiendo hornillos con cuentagotas, y los venden en cuestión de horas. «Hay roturas de stock por parte de los fabricantes y no se puede cubrir la demanda», afirma este trabajador del sector ferretero, que aún tiene reservas de cartuchos de gas y linternas.

«Creo que esto tiene más similitud con lo que pasó con el papel higiénico en los primeros momentos de la pandemia que con el posterior tema de la falta de mascarillas. O eso espero», bromea Diego, que se declara escéptico con el apagón, pero que sí confirma un incremento de precios, como el de la silicona, de entre el 15 y el 20%.

Vicente Santos, gerente de Ferretería Chavala, presente en el barrio de Santa Teresa desde 1972, tenía hasta el día de ayer «algún hornillo», pero al igual que sus dos compañeros de sector reconocía que la demanda se había disparado «desde que el otro día salió el tema en la tele».

«No es tanto como en la pandemia, pero por aquí viene preguntando gente de todo tipo», señala sobre la afluencia de clientes y su perfil tipo, que puede situarse en un adulto mayor de cuarenta años.

«La gente se está preparando», confirma Santos, que sabe que muchos no quieren quedarse los últimos con el precedente de la Covid-19 aún presente.

La causa para él también está bastante clara, y tiene su origen China. «Todo viene del mismo sitio y es evidente que es una estrategia para controlar el precio y los mercados», señala a la espera de ver cómo evoluciona esta nueva locura de aprovisionamiento y la teórica amenaza de un apagón eléctrico indefinido. Y es que, algún día tiene que fallar el sistema de inteligencia artificial del ejército austríaco. O no.