La Fundación César Egido Serrano acaba de hacer público y oficial el nombramiento de Fernando Redondo Benito como caballero de la Muy Honorable Cofradía Internacional de Caballeros de Don Quijote, en reconocimiento a su compromiso cultural y social, por su vinculación a las artes de la palabra, como poeta social, y comprometido con la solidaridad y el ejercicio de los valores compartidos para la paz.
Fernando Redondo, toledano natural de Tembleque, actualmente coordinador regional de la ONGD Misión América en Castilla – La Mancha y miembro del gabinete de la Alcaldesa de Toledo Milagros Tolón, es conocido por su vinculación durante años a la promoción cultural y educativa del cervantismo en todo el mundo, además de haber colaborado con el Museo de la Palabra en su difusión y el conocimiento de sus actividades. Además también se reconoce con este nombramiento de Caballero de Don Quijote su cooperación con Guanajuato (México), la Capital Cervantina de América, y Azul (Argentina), la Ciudad Cervantina de la Argentina.
La Muy Honorable Cofradía Internacional de Caballeros de Don Quijote, en la que se integra y reconoce a Fernando Redondo gracias a la decisión del presidente de esta, César Egido Serrano, trabaja el fomento y la puesta en valor de la concordia y la paz de todos los pueblos mediante la palabra y el dialogo, así como la integración de las diferentes culturas y religiones en un solo vinculo frente a toda intolerancia, utilizando para ello y como elemento de unión el paradigma de la figura de Don Quijote y su personal visión de las relaciones humanas. Entre los miembros de esta Honorable Cofradía se encuentran los embajadores de la mayoría de los países representados en España, escritores, periodistas, académicos y miembros destacados del mundo de la cultura y de la docencia.
Anteriormente, Fernando Redondo, poeta social con dos recientes poemarios publicados, con los títulos “Al descubierto” y “Amor poliédrico”, ya había recibido el nombramiento como “Embajador del idioma español”, otorgado por la Fundación César Egido Serrano y el Museo de la Palabra