Sin espada no hay triunfos

Dominguín
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Segunda novillada del ciclo de Alfarero de Oro, con el debut de la divisa de Jandilla, donde 'Soñador' puso en manos de Francisco de Manuel un triunfo soñado.

'Soñador' le puso Francisco de Manuel el triunfo en la mano. - Foto: Dominguín

Venir a los toros a Villaseca de la Sagra en su feria de septiembre se está convirtiendo en una religión. Para muchos es un peregrinar continuo, con las ilusiones de ver lo mejor que hay hoy en día por la zona. Por otro lado, el ritual casi obligado de acudir al ambientado bar que tiene la plaza, ver las fotografías retrospectivas que adornan sus pasillos, o sentarse durante una hora antes a ver y oír la animada tertulia que Alfredo Casas Torcida ofrece con unos invitados de lujo. Cada uno ocupa su lugar, pese a no estar numerado el coso, eligiendo sol o sombra, barreta o zonas altas. Hay plaza para todo y cada uno encuentra a quien busque en el lugar de cada tarde. Y desde este año, oímos al romper el paseíllo, los acordes del himno nacional, el himno de todos que pone el bello de punta como preludio a lo más importante que queda por ocurrir.

Lo que cambia cada festejo son los actores principales, los novilleros y los astados, que son los que en definitiva van a marcar lo irrepetible de cada uno de los festejos que se han programado en la plaza de La Sagra. Salió al ruedo el primer ejemplar de la estrella de Jandilla, 'Soñador', premonición de lo que podía ofrecer, un sueño a Francisco de Manuel. Se ciñó con el utrero de capa, que se acostaba peligrosamente por el derecho, sabiendo sacarle los brazos y mecerle con suavidad. Brindo al público que le vio triunfar el año pasado y junto a tablas, se dobló con poder por ambos pitones hasta los medios. El animal embestía al galope y de Manuel no dudó en ponerle los engaños por delante y citarle con firmeza. Así fue meciendo, una y otra ver a 'Soñador', que no quería más que atrapar con sus pitones la pañosa que el novillero llevó con temple en tandas largas y por bajo. Fundamento la primera parte con la diestra, encajando sus zapatillas en la arena y aguantando el manantial de bravura que le pasaba rozando la taleguilla. A estas alturas, la plaza crujía, y se pensaba en triunfo gordo y sonado. Tomó Francisco de Manuel la zurda y plana se la puso al de Jandilla por naturales, el cual embestía con brío y emoción, trasmitiendo en cada lance su bravura y su riesgo. Se fue ciñendo más a la res y se fundió en un baile que iba llamando a su fin. Lo cerró al astado con doblones y uno de pecho, hasta que se volcó tras los aceros en el morrillo, quedando defectuosa por lo que prefirió volverlo a intentar, lo que su reiteración de fallos le cerró cualquier atisbo de triunfo. Saludó al respetable una ovación tras una faena de nota a un novillo de premio.

El cuarto no fue lo mismo. Con aplomo y compas recibió de capa a este novillo Francisco de Manuel, con la idea de enmendar el error al que abrió plaza. La faena fue seria y estructurada pero el animal no fue lo fácil que se pudo ver en los tendidos. Intentó por ambos pitones torearle, no sacando más que el reconocimiento a una labor impecable. Esta vez sí que mató al primer encuentro, despidiéndose del público de Villaseca desde el tercio saludando.

Manuel Diosleguarde, entro en el Alfarero vía sustitución, y no quiso desaprovechar esta gran oportunidad de estar en uno de los seriales de novilladas más importantes de España. Precioso recibo por verónicas, de gusto rematadas por una media belmontina, enroscándose al utrero al cuerpo, fue la tarjeta de visita que dejó para abrir boca. Con suavidad fue toreando en redondos a 'Selvalimpia' otro gran ejemplar con bravura que repetía una y otra vez los cites del salmantino. Lo intentó por naturales, consiguiendo una tanda muy meritoria, volviendo después con la diestra donde el espada se encontraba más a gusto. Cuajo una faena importante que fue echada a perder por el mal uso de la tizona.

Lanceó con precaución al feo novillo que hizo quinto del encierro, el cual ya de salida marcó los problemas que iba a desarrollar con posterioridad. Abanto con el capote, siempre pegaba tornillazos hacia el cielo, no dejando otra al novillero que intentar que los del castoreño le fijasen en el equino. Llegó a la muleta pidiendo los papeles y el novillero le plantó cara con hombría, dando la cara por ambos pitones. Al llegar el final, marró de nuevo en la suerte suprema, siendo silenciada su labor.

Alejandro Mora, tuvo otro de los astados del encierro en sus manos, 'Jirivito', el tercero de la novillada, un utrero que exigió al extremeño. La faena tuvo momentos destacados y de gusto, pues el novillero potencia mucho la estética a la hora de trazar sus muletazos. Le falto encaje en las tandas, aunque hay que destacar que los remates de ellas tuvieron calado en los tendidos. Con la zurda la temperatura subió y se le vio más relajado y dejando que la magia apareciera. El final fue de nota, pero el borrón vino con el acero en la mano el cual no acertó a enterrar a su tiempo y en su sitio, perdiendo los posibles premios. Con el que cerró plaza, volvió a intentarlo, pero el utrero no fue igual de boyante que sus hermanos. Lo intentó por ambos pitones hasta el final, volviendo a fallar en la suerte suprema, tónica habitual del festejo.