Sentimental y merecida vuelta al Corpus de Eugenio de Mora

Mario Gómez
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El moracho hará su trigésimocuarto paseíllo en Toledo. Con 25 corridas de toros y 16 festejos del Corpus es el espada más afín al coso capitalino. Tratará de que «el factor emocional» no le haga perder la concentración

Eugenio de Mora momentos antes de iniciar el paseíllo en Toledo. - Foto: Mario Gómez

Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión, dice el refranero popular. Para Toledo, el Corpus reluce, casi más que el resto de los días juntos. El Corpus es el Corpus. Toledo es Toledo, y ambas suman un binomio difícil de igualar en todo el planeta. El discurrir de la custodia por las calles de la ciudad imperial, es un hecho que no tiene comparativa. Y lo saben; aquí y en la China, desde donde en otros tiempos, venían chinos a mansalva a disfrutar de la fiesta de la ciudad.

Toledo, sin su procesión es un poquito menos Toledo, pero un cartel de toledanos en Toledo, dará relumbrón a esta fecha marcada para la ciudad.

Para Eugenio de Mora no es una corrida más. Veterano de mil batallas, sus muñecas han vaciado cientos de embestidas, y han podido a varios miles de toros. Se dice pronto. Ese corte de torero clásico toledano que ha dado varias vueltas al orbe taurino, llevando el nombre de su pueblo allá donde lo han anunciado. Desde Pamplona hasta Sevilla, pasando por donde podamos imaginar y hasta cruzando el charco a América, pero siempre volviendo a casa, volviendo a Toledo.

Como volverá el próximo 6 de junio para dar cuenta de un encierro de la Casa Lozano, y aunque sin ser muy conocedor de estadísticas afirma que «probablemente Alcurrucén y El Cortijillo son las ganaderías a las que más me he enfrentado en mi carrera» y no es raro, teniendo en cuenta que fue apoderado por la familia Lozano, y que a pesar de no estar apoderado en la actualidad «es una casa en la que tengo un gran recuerdo y una gran relación, voy mucho a tentar, y tenemos un afecto mutuo y la siento como propia».

Es hablando de la familia Lozano, como brota el nombre de Pablo Lozano. ‘Don Pablo’, y cambia el tono de Eugenio al hablar del que ha sido su mentor y quien cataloga como una de las personas más influyentes en su vida. «Se va a hacer raro, porque aún después del apoderamiento, la relación era tal, que siempre me llamaba, antes de las corridas importantes y después de los triunfos y a veces cuando las cosas no rodaban», recuerda. «Por el cartel que es, la fecha, la plaza, los toreros, la ganadería… estoy seguro que le habría encantado», comenta un tanto añorante.

Se presenta el moracho ante el decimosexto paseíllo en la fecha del Corpus, una ausencia prolongada desde 2013, y ante la cual llega con ilusiones renovadas. «Los números están ahí, pero eso está bien para las tertulias y las estadísticas, cuando uno está en la plaza solamente puede centrarse en lo que queda por delante», afirma.

Circunstancias atípicas, en un momento raro, en el que el toro está hiriendo fuerte. «Es duro, pero visibiliza que el riesgo está ahí y que esto es de verdad» recalca. Momento, además en el que, en cualquier otra temporada, llevaría a sus espaldas un buen puñado de festejos, que harían al espada llegar rodado y con ese «puntito de confianza que te da el llegar toreado». Ahora no queda otra que tirar de oficio, suplir la incertidumbre, las dudas, la ausencia de festejos con la destreza que ofrece el llevar más de dos décadas en puestos destacados, mostrar su mejor nivel y no dejarse ganar la batalla por los dos jóvenes toledanos que muestran mayor proyección en la actualidad.

«A Álvaro y a Tomás los conozco bien, son de la tierra, y no voy a venir yo a descubrir nada que no se haya visto en la plaza», comienza. «Es un cartel bonito, porque creo que son dos toreros que van a dar mucho que hablar. Con Álvaro he toreado, pero nunca en la capital y es quien está cogiendo la bandera de Toledo que yo he llevado los últimos años, y Tomás está en boca de todos ahora mismo, viene inmenso de Vistalegre», concluye.

En el cartel se darán cita los últimos tres toreros en acariciar el cielo de la primera plaza del mundo. Eugenio de Mora (1997, 1998 y 2001 aunque una cornada le impidió salir en volandas), Álvaro Lorenzo (2018) y Tomás Rufo (2019), hacen que sea un cartel más que atractivo y en que los tres están por méritos propios, y no hay nada más que mirar la hoja de servicios de Eugenio para corroborar que el merecimiento existe.

De carácter afable nuestra conversación nos conduce a una charla amena en la que repasando cifras, logros e hitos, con el carácter humilde y cercano que le caracteriza Eugenio reconoce que le asombra hasta donde ha llegado: «si me lo dicen hace 20 años no me lo creo», afirma entre risas, y es que a pesar de lo atípico que está siendo este 2021 en sus fiestas, sus tradiciones, sus horarios y limitaciones parece que poco a poco retomamos una normalidad, de la que buen signo es la vuelta de Eugenio de Mora a la corrida del Corpus Christi.