Terra Preta planta la semilla de la sostenibilidad

Leticia G. Colao
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La asociación talaverana gestiona un huerto ecológico y sostenible a tan solo dos kilómetros de la ciudad, con una producción local de alimentos orgánicos y el mejor ambiente para niños y mayores.

Terra Preta planta la semilla de la sostenibilidad

Atan solo dos kilómetros del centro de Talavera y en el mejor de los entornos nació hace cinco años el huerto orgánico y colaborativo de la asociación Terra Preta. Lo hizo en una ubicación diferente a la que tiene ahora, cerca del barrio de Patrocinio, pero con el mismo objetivo de cultivar productos de la tierra de forma orgánica, con frutas y verduras de temporada y consumo sostenible.

Terra Preta es un tipo de suelo oscuro y fértil encontrado en la cuenca del río Amazonas. En Talavera, sin embargo, da nombre a una asociación de agricultura ecológica sin animo de lucro y colaborativa constituida por socios, ahora 24 familias, que comparten lo que se ha convertido casi en un modo de vida. Se trata de un espacio de aprendizaje donde el cultivo de la tierra es el hilo conductor, siempre desde el respeto y el cuidado y a través del trabajo comunitario.

Elena Morales es ahora la presidenta del colectivo que surgió en 2016 de la mano de Sergio Ortiz y Guillermo Marugán, agricultor ecológico este último que 'plantó la semilla' de los inicios y ayudó con sus conocimientos.

Terra Preta planta la semilla de la sostenibilidadTerra Preta planta la semilla de la sostenibilidadEn estos momentos, comparten un terreno de 20.000 metros cuadrados, donde no todo está cultivado, pero que además cuenta con numerosos árboles frutales, como ciruelos, melocotoneros, perales, granados, parras, higueras e incluso olivas, cuyo fruto han podido llevar a almazaras cercanas para obtener aceite.

Terra Preta cultiva productos de temporada, condicionado por la falta de invernadero, aunque lo tienen como un proyecto futuro. Con esto, contribuyen igualmente con el consumo sostenible, «a comer lo que el campo nos da en cada época» y por ello, con mucho más sabor. «Está riquísimo, el sabor no tiene nada que ver», indica Elena.

Así, los veranos consumen mucha berenjena, pimientos, tomate, calabacín o cebolla, que luego se compaginan con lechugas, repollos, coliflores, brócolis, espinacas o acelgas, entre otros. Una vez al año, además, se siembran ajos y patatas. «Y si te sabes organizar, congelas y haces conservas, tienes para todo el año», añade la presidenta. También tienen gallinas, que completan la alimentación más saludable.

Con este modelo de huerto colaborativo y orgánico no solo se promueve la agricultura sostenible, contribuyendo al crecimiento de productores y emprendedores de la zona, sino que también se potencia una dieta sana y equilibrada, con hábitos alimenticios más ricos, en un entorno que cuenta con un marcado carácter educativo.

Y es que además de conseguir productos en origen, sin fertilizantes ni pesticidas, el huerto fomenta la educación ambiental, con diversión para los más pequeños, que junto a columpios y una inmejorable zona de ocio en plena naturaleza, también aprenden a sembrar y recoger. «Les educamos en la naturaleza, comprueban de dónde salen muchos productos, y no paran de jugar con nuevos amigos».

Una cesta semanal. Los socios recogen semanalmente los productos de esta labor, que durante la semana trabaja un agricultor contratado por el colectivo, al que ayuda uno de los socios ya jubilado. Con su labor siembra, planta, riega o hace caballones, mientras que las familias, durante los fines de semana y de manera colectiva, completan el trabajo si es necesario, recogen los frutos y preparan las cestas semanales de productos para cada socio. En su interior, productos de temporada por una cuota de 35 euros al mes, además de acceso libre al entorno.

Existe una segunda cuota mensual de 5 euros más, explica Elena Morales, para aquellas familias que, por diferentes circunstancias, no pueden asistir al huerto pero sí quieren la cesta cada semana.

Para los que sí pueden asistir, existe un cuadrante que organiza la asistencia de los socios por semanas, aunque la presidenta explica que «no es obligatorio y tampoco es excluyente, puedes ir si quieres cuando no te toca, y además se pueden intercambiar los días si alguno no te viene bien».  

No es necesario tener conocimientos previos de horticultura, es más, pocas personas los tienen cuando llegan a Terra Preta. La práctica y la ayuda del resto de socios son fundamentales para que al final todos manejen términos como aporcar, empajar o plantón.

Terra Preta busca más socios para hacer más rentable su proyecto de huerto orgánico. En estos momentos, cuentan con 24 familias aunque Morales reconoce que 30 sería el número ideal.

El proyecto es más que recomendable: además de tener fruta y verdura de calidad todo el año y contribuir con la sostenibilidad del planeta, el huerto de Terra Preta supone un punto de encuentro, intercambio y experiencias para toda la familia. Una forma de disfrutar y a la vez, degustar la naturaleza.