Artefacto de asombro poético y gráfico

F. J. R.
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Carlos Enrique Rodrigo homenajea a 17 poetas con 'La casa de las fieras', un «poemario gráfico» que trata de cautivar la atención del lector a través de la obra de cinco ilustradores

Artefacto de asombro poético y gráfico - Foto: Yolanda Lancha

Toda obra tiene un comienzo. Pero no necesariamente se tiene que empezar por ahí. Carlos Enrique Rodrigo lo sabe bien. Desde hace años comenzó a acumular poemas, algunos formulados a partir de los versos de otros autores consagrados. Era como su forma íntima y personal de rendirles homenaje, un entretenimiento personal que un día se le fue de las manos cuando, tras enseñarle algunos de esos poemas a varios dibujantes, se lanzó a hacer realidad un proyecto que ha bautizado como ‘La casa de las fieras’.

Se trata de un poemario gráfico. Un rara avis que mezcla las grandes pasiones de su autor: la poesía y el mundo del cómic. Una mezcla de versos y viñetas con forma de libro y una pizca de análisis, reflexión y ensayo. En definitiva, un compendio de sentimientos bebidos de otras fuentes, reitrerpretados por un poeta y plasmados en cómic por cinco ilustradores distintos.

Fátima Gómez, Jesús Sánchez, Esther Plaza, Enrique de Lucas y Pedro Antonio Iznaola son los artistas del dibujo que han dado vida en viñetas a los poemas de Carlos, un proceso creativo que todos han disfrutado y culminado con ‘La casa de las fieras’.

«Se habla de la génesis, se pone mi poema y luego hay que dibujarlo», explica el autor sobre la técnica con la que está armado el libro, un volumen que debe su nombre a la palabra Ohmengeries. Se trata, como explica Carlos Enrique, de un pastiche de varias palabras: Oh! por el puñetazo de asombro que propinó al autor cada lectura de cada poeta. Menage por el desafío de hilar y urdir sus biografías, sus versos, los dibujos de varios artistas y los poemas del autor. Y Ohmenage como idea de homenaje festivo y sentido. Ahí es nada.

«Es un artefacto literario», simplifica el autor sobre su obra, dejando claro que no es poesía, ni cómic, ni ensayo, pero conteniendo todas a la vez.

Carlos Enrique, amante de la poesía de línea clara, esa que Luis Alberto de Cuenca domina, también está muy influenciado por otras muchas sensibilidades, como Neruda o Vallejo, y siempre tiene muy presente toda la poesía del Siglo de Oro español y la americana. Una mezcla que también le persigue en su afición por los cómic, en los que adora las aventuras de Corto Maltés y los clásicos franco-belgas como Tintín, pero donde también hay cabida para Blacksad y su Guerra Fría y, cómo no, los sensacionales Mortadelo y Filemón de un Ibáñez «al que solo en un país como España se le puede negar el no haber recibido todavía el Príncipe de Asturias». En definitiva, un cóctel de puro exotismo que, en ‘La casa de las fieras’, hace pensar y distrae a partes casi iguales.