La Alegría y el Resucitado lo celebran en casa

Á. de la Paz
-

La procesión postrera de Semana Santa se celebró dentro de la iglesia de San Andrés. La Virgen de la Alegría se reencontró con su hijo y cambió su manto negro de luto. La gozosa festividad culminó un triduo pascual pasado por agua

La Alegría y el Resucitado lo celebran en casa - Foto: Yolanda Lancha

El empedrado del Casco histórico, mojado tras las precipitaciones de las horas anteriores, impidió el traslado de las dos últimas tallas que procesionan en la Semana Santa de Toledo desde sus templos de origen hasta la plaza del Ayuntamiento, donde tendrían que haberse encontrado. El peligro existía tanto para sus porteadores como para la misma integridad artística de los pasos. La iglesia de San Andrés resguardó de la amenazante lluvia, intermitente a lo largo de la noche, a fieles, procesionantes, madre e hijo.

Las campanas de Toledo anunciaron la resurrección de Cristo cuando el sábado se hizo domingo. Repicaban con estruendo en medio de la noche fría, más propia del invierno que de la primavera que anuncia la Pascua. La gozosa venida del unigénito de Dios fue recibida con velas, cantos de victoria y el encuentro con una madre aún afligida por la muerte de su hijo y vestida de negro hasta el final de la ceremonia.

La Virgen de la Alegría descansaba en el lateral izquierdo del templo mientras que Jesús Resucitado lo hacía en una nave del lado derecho. El reencuentro entre ambos, emulando la narración del Nuevo Testamento en la que se cuenta la resurrección del Mesías, se produjo en el pasillo central de la iglesia, frente a su hermoso altar.

Poco después de haber visto vivo a Jesús, la Virgen de la Alegría se despojó de su manto catafalco para enfundarse en otro de color claro. Las dos tallas bailaron gozosas en el proscenio de la iglesia con la música de cornetas y tambores de la cofradía del Cristo Nazareno Cautivo del Polígono.

La buena nueva fue recibida con júbilo en la parte vieja de la ciudad. Finalizada la ceremonia eucarística y la improvisada procesión interior, los asistentes cumplieron con la tradición de llevarse una botella con agua bendita como recuerdo de las promesas del bautismo renovadas. En la calle, y bajo la fina lluvia y el viento frío, se sirvieron vasos de chocolate caliente acompañados de las tradicionales roscas de anís.

La cofradía no pudo quemar por vez primera la figura de Judas Iscariote como era su intención. Los responsables del último desfile de la Semana Santa toledana estudian trasladar la procesión desde la madrugada del Sábado de Gloria al mediodía del Domingo de Resurrección.

El cortejo de la Virgen de la Alegría y Jesús resucitado reunió en las paredes de San Andrés a representantes cofrades de todo Toledo.