La reválida de Casado

Javier M. Faya (spc)
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El presidente del PP se examina como líder de la oposición y debe demostrar ante los suyos que puede cohesionar a los populares

La reválida de Casado - Foto: Eduardo Parra

El próximo 3 de febrero el Rey Felipe VI abrirá de forma solemne la XIV Legislatura. Parece increíble después de un año y medio de locura y bloqueos desde que Mariano Rajoy perdiera el poder a manos de Pedro Sánchez y su audaz moción de censura. Todos coinciden en señalar que el socialista va a tener cuatro años por delante muy complicados. Pero también su gran rival, el presidente del PP y líder de la oposición, Pablo Casado, que no va a gozar de un segundo de tranquilidad después de un 2019 que ha sido una auténtica montaña rusa electoral: del desastre de abril al crecimiento agridulce de noviembre en las generales, si bien se aferra a la esperanza tras conquistar los Gobiernos de la Comunidad de Madrid, Castilla y León y Murcia, y ayuntamientos como el de la capital de España. 

Tiene varios frentes abiertos. El principal, el político, estando pendiente de un Ejecutivo que está haciendo muchas concesiones a Unidas Podemos y, sobre todo, a los secesionistas. De hecho, según anunció recientemente su socio de investidura ERC, Sánchez hablará de independencia con Torra cuando se vean dentro de dos semanas. 

Pero eso no es lo único, ya que los socios con los que ha contado desde que se produjo el milagro andaluz en las elecciones de diciembre de 2018, Ciudadanos y Vox, se están distanciando de él. 

Si algo quedó claro después del 10-N es que los populares casi fagocitaron a Cs, que se las prometía muy felices con un viraje a la derecha que se consumó con el no es no a Pedro Sánchez durante casi cinco meses y, sobre todo, con las alianzas en los Ejecutivos regionales de Castilla y León, Madrid y Murcia, donde los conservadores llevaban gobernando 32, 34 y 34 años, respectivamente. Así, inexplicablemente, le dio oxígeno a un partido casi K.O. en abril y al que estuvo cerca de dar el sorpasso. 

Con el grupo de Rivera descabezado y en la Unidad de Cuidados Críticos, a la espera de la Asamblea de marzo y de Arrimadas, Casado mira con una creciente inquietud a Vox, que se ha encumbrado como tercer bloque del Congreso. Los encontronazos que se dieron para la constitución de la Mesa y ahora con el pin parental han dejado heridas abiertas que puede que no cicatricen. Para algunos analistas, el dirigente conservador está gestionando mal esto y se ha mostrado blando con el Ejecutivo.     

Mientras, el tan profetizado por Génova Gobierno Frankenstein avanza, con decisiones polémicas, como adelantar a los martes los Consejos de Ministros para coger con el pie cambiado a la oposición, o poner de fiscal general del Estado a la exministra de Justicia Dolores Delgado, reprobada en tres ocasiones en el Parlamento.

A todo esto hay que sumar la inminente cita en Barcelona de Sánchez con el en teoría inhabilitado Torra, con un Gabinete que busca reformar el Código Penal para diluir los delitos de rebelión y sedición y poder así reducir de forma drástica las penas a los líderes del procés, comenzando por Junqueras, al que le cayeron 13 años de cárcel. 

Y por si fuera poco, la Justicia europea parece colisionar con demasiada frecuencia con la española, lo que da alas a los separatistas y a los morados, que siempre se han mostrado favorables al referéndum de independencia. 

dominio del derecho. En resumen, se antoja una legislatura llena de retos, tecnicismos jurídicos y recuersos. Y para salir adelante es necesario contar con un buen equipo de asesores jurídicos, algo de lo que cojea tras la traumática salida del partido de la exvicepresidenta y abogada del Estado en excedencia Soraya Sáenz de Santamaría, que perdió las primarias frente a él y consideró que no le había ofrecido un buen puesto. 

Y es que el nivel no es muy alto en el Parlamento. Buena prueba de ello es que el mismísimo inquilino de La Moncloa llegó a decir pocos días antes del 10-N que la Fiscalía dependía de él. Igual que el ministro de Consumo, Alberto Garzón, el pasado domingo.

Va a ser una guerra de trincheras la de la Justicia. Ya lo lleva siendo desde el pasado 3 de diciembre, cuando empezaron a prometer los cargos los diputados en el Hemiciclo. Que a nadie le extrañe ver a congresistas y senadores a la carrera anotando proposiciones, recursos, iniciativas... Por no hablar de negociaciones al vuelo. Por eso mismo, el palentino necesita un equipo cohesionado y con gran talento en la materia, algo de lo que adolece en comparación con el Gabinete de Mariano Rajoy. 

Por otra parte, parece que hay un intenso aroma a elecciones en Cataluña, algo que puede suponer el acta de defunción de los populares -en favor de Vox, ya que Cs no deja de caer-, cuyo líder en la región y cabeza de cartel, Alejandro Fernández, carece de carisma y fue carne de meme durante semanas por cantar a Torra un pasodoble de Manolo Escobar en una sesión veraniega del Parlament. 

Como se ve, no cuenta Casado con una figura de peso en la Comunidad al darle los focos de las generales de abril y noviembre a Cayetana Álvarez de Toledo y traerse al Ayuntamiento de Madrid a Andrea Levy. La hispanoargentina merece un capítulo aparte, ya que la marcha de un histórico del PP vasco como Borja Sémper el pasado 14 de enero se debió en parte a comentarios que hizo sobre la «debilidad» de sus compañeros en Euskadi. 

Hace unos días, el político conservador propuso una triple alianza a Ciudadanos y al grupo de Valls, aunque sin ningún éxito. 

2020 supone un gran reto para el palentino, que no solo se examina a sus 38 años como líder de la oposición ante los españoles, sino como número uno de su partido ante los suyos. Varios barones, comenzando por el más poderoso, Alberto Núñez Feijóo, no ocultan en privado su malestar pues consideran que los populares dejaron el centro y que el mensaje de noviembre era maquillaje. En breve habrá un Consejo extraordinario y quizá un nuevo PP.