Ya vienen los Reyes Magos…

José García Cano
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Nosotros estamos convencidos de que sí son magos, ya que cada año nos visitan puntuales para regalarnos ilusión, esperanza, felicidad y si hemos sido buenos quizá algún presente.

Ya vienen los Reyes Magos…

«Y cuando entraron en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, le adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, e incienso y mirra» (Mt. 2, 1-12). Hoy es la noche de Reyes y por tanto todos tenemos la esperanza de que algún regalo nos pueden traer estos tres personajes tan queridos y recordados por todos en estas fechas. El conde de Mora don Pedro de Rojas en su obra Historia de la imperial, nobilissima, ínclita y esclarecida ciudad de Toledo, nos recuerda que los Reyes Magos fueron bautizados por Santo Tomás en la India, ya que había ido con ellos en su viaje de predicación. El mismo autor nos avisa de la controversia de si estos personajes fueron o no reyes ya que en los textos sagrados se habla simplemente de magos, aunque avisa que es «corriente en las historias antiguas, que magos, y sabios se tiene por una misma cosa y también lo es llamar reyes a los sabios». Comenta el conde de Mora que los Reyes Magos debido a su fe padecieron martirio en el año 70 d.C., momento en el cual Gaspar tenía 130 años Baltasar 110 y Melchor 94, «buen remate de sus santas vidas», añade. Es cierto que otros autores aseguran que murieron por muerte natural, con lo cual de nuevo la polémica está servida.  Los cuerpos de los tres Reyes Magos siguieron un complicado viaje desde que salieron de Persia. De allí fueron a Constantinopla (hoy Estambul) llevados por Santa Elena, luego a la iglesia de San Eustorgio en Milán y finalmente a Colonia (Alemania), donde los trasladó en 1164 Federico Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Hoy en día sus cuerpos se conservan en la preciosa catedral de Colonia, levantada para proteger los cuerpos de los reyes más queridos por los niños (y algunos mayores) y cuya construcción duró más de 600 años, convirtiéndose en uno de los edificios góticos más bellos de todo el continente europeo.

El lugar donde se guardan tan reales y mágicos restos es un relicario compuesto por tres féretros de madera recubiertos de oro, plata y piedras preciosas, que fue realizado por Nicolás de Verdún. Al relicario se le unieron tres coronas de oro que fueron donadas por el emperador Otón IV; las mismas coronas que hoy posee el escudo de Colonia y en el cual también podemos encontrar 11 colas de armiño que recuerdan la historia de las once mil vírgenes de Santa Úrsula, cuyo cuerpo no podemos olvidar que se encuentra en el epicentro de la Catedral de Toledo: la capilla del Sepulcro bajo el altar mayor. 

Existe una leyenda que tiene lugar durante el traslado de las reliquias de los tres Reyes Magos desde Constantinopla hasta Milán, la cual cuenta que un lobo atacó a uno de los bueyes que transportaban el féretro, por lo cual el obispo Eustorgio ordenó al lobo que sustituyera al buey muerto tirando del carro, obedeciéndole inmediatamente hasta que llegaron a Milán. Una vez llegaron a las murallas de Milán –cuenta otra tradición- el carro se detuvo repentinamente, por lo que Eustorgio tuvo que desechar la idea de depositar las reliquias en la basílica de Santa Tecla y construyó un nuevo templo extramuros de la ciudad, lo que hoy es la basílica de San Eustorgio. 

En 1864 el relicario de los Reyes Magos de Colonia fue abierto, comprobándose que guardaba tres cuerpos, de los cuales fueron tomados prestados algunos huesos que se enviaron a Milán a principios del siglo XX. Cuenta una curiosa anécdota como el escritor y humanista Antonio de Nebrija, estando cierto día en Toledo, escuchó un sermón de los Reyes Magos; poco después fue invitado por el religioso que había predicado el sermón, el cual le preguntó si había tratado bien la historia de los tres Reyes Magos, a lo cual Nebrija contestó: «Padre, no se canse; ni eran tres, ni eran Reyes, ni eran Magos». Nosotros estamos convencidos de que sí son magos, ya que cada año nos visitan puntuales para regalarnos ilusión, esperanza, felicidad y si hemos sido buenos quizá algún presente.