Con tiempo y a cuenta gotas, la afición regresó al Salto del Caballo para encarar la primera jornada de Liga del CD Toledo. Esta ‘nueva normalidad’ estuvo presidida por las medidas higiénicas, la toma de temperatura y la acomodación al nuevo sistema de asientos. No se cubrió el tope de 750 espectadores, pero sí es verdad que el estadio presentó un aspecto casi similar al habitual. Ya se recordaba desde aquel 1 de marzo, contra el CD Guadalajara, en el último choque en casa de la pasada temporada.

Bien distribuidos por varias puertas, los seguidores fueron entrando al campo para situarse en su localidad. La mayor parte se sentó en Tribuna, especialmente en la zona alta, ya que solo se habilitaron los asientos exteriores de la zona baja. El resto los utilizaron los jugadores suplentes de cada equipo. Incluso en el palco se guardó la distancia de seguridad, con la única presencia de dos miembros del consejo, Joaquín Sánchez-Garrido y Martín Molina, que estuvieron acompañados por el concejal de Movilidad y Seguridad Ciudadana de Toledo, Juan José Pérez del Pino.

Es verdad que las mascarillas no ayudan en exceso a animar. No es que sea el Salto del Caballo un estadio que se exceda en decibelios, pero a su cita con los cánticos no faltaron los de siempre, entre ellos el bombo de la Asociación Cultural Football Toledo 1928. La peña Komandos Verdes, en el fondo, también se tuvo que disgregar para cumplir con el protocolo. La tranquilidad inicial se rompió con las primeras aproximaciones del CD Toledo a la meta contraria, pero sin estridencias.

El Salto del Caballo recupera su sonidoCon la lesión de Jokin Esparza, llegaron los aplausos. Es uno de los que ya tiene al Toledo en la piel desde hace varias temporadas y su gente se lo correspondió cuando tuvo que retirarse del campo. Se hizo el silencio después, coincidiendo con un tramo mejor para los visitantes. La gente esperaba más de su equipo, desde luego.

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