El domingo fue un día triste para Federico Martín Bahamontes. El de ayer era un día reservado a conocer quién era el sucesor del Águila de Toledo después de que hace 60 años se subiera al primer puesto del cajón en los Campos Elíseos, pero todo cambió a las ocho y media de la mañana. A esa hora Bahamontes asegura que recibió “un jarro de agua fría”. Al otro lado del teléfono, el interlocutor le comunicaba cómo había quedado la escultura tras el último acto vandálico: el cuerpo de Bahamontes y la bicicleta amanecieron en el suelo y separadas ambas piezas. 

El campeón del Tour espera que “la escultura se repare cuanto antes” -no en vano la Vuelta Ciclista a España tiene final en Toledo el próximo 13 de septiembre- y asegura que el vandalismo que ha sufrido la escultura en el Miradero puede ser “contraproducente para el turismo”.