La mala espada priva de trofeos a los toledanos

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Sólo Miguel Zazo cortó un apéndice en el festejo en el que se presentaba con los del castoreño. Hubo buenos momentos de los novilleros anunciados, que perdieron por si mismos los trofeos.

La mala espada priva de trofeos a los toledanos

Se celebró este pasado viernes por la tarde-noche una novillada en la plaza de Toros de Toledo, con un escrupuloso control de acceso, protocolo sanitario y distanciamiento social. El público que asistió a sus tendidos que ocuparon en amplitud espacial más de un cuarto de los tendidos, repartiéndose por el granito y llevando todos mascarillas durante todo el evento. Una tranquilidad para los que auguraban algo catastrófico, en un recinto amplio, al aire libre y con un control férreo sanitaria en las entradas para quien quería disfrutar de manera segura, de la tarde de toros en la capital.

A la postre los seis participantes abandonaron el ruedo andando, y con un solo trofeo conseguido, la oreja que cortó el debutante Miguel Zazo a su utrero de “El Freixo”. El fallo con los aceros dejo en cariñosos aplausos lo que pudieron ser orejas, pues el respetable acudió al coso de Mendigorría con ganas de divertirse y de apoyar a los toreros de la tierra.

Se guardó un minuto de silencio tras romper el paseíllo en honor a las víctimas del COVID-19, anunciándose de manera reiterada entre toro y toro la necesidad de guardar distancia de seguridad y el uso de mascarillas. Los seis novilleros cruzaron el paseíllo desmonterados al ser su primer paseíllo en la plaza de Toledo.

La mala espada priva de trofeos a los toledanosLa mala espada priva de trofeos a los toledanos

El primero del festejo fue para Abraham Reina, novillero de Talavera de la Reina que sorteó a un novillo soso pero colaborador. Reina quiso agradar de salida con el capote, dejando alguna verónica de gusto, rematando con una media en el centro del anillo. Llevó al burel de manera garbosa al equino recetándole un certero puyazo que le atemperó para la faena. Comenzó con la franela con gusto a dos manos por alto, sacándolo del tercio al centro del ruedo. Luego trazó varias tandas con la diestra, ayudando al utrero que se descomponía en sus embestidas, incluso claudicando en algunas ocasiones. Al de Talavera, se le vio sentado y concentrado, sabiendo bien lo que hacía, y eso lo desarrollo delante del animal. Al final de la faena, más acoplados ambos, se vivieron los momentos de mayor conexión con los tendidos que de haber atinado con la tizona, hubiera sido el trasteo merecedor de premio. Pero Reina se cerró otra vez solo el éxito, quedando su paso por la capital en un saludo a la asistencia desde el tercio.

El moracho Ignacio Olmos sorteó el animal más bravo y codicioso del encierro. Con el capote no centró las embestidas del burel, probando por ambos pitones la larga y potable embestida de “Enemigo”, que se fue a por el caballo y piquero desde una larga distancia. Con los garapullos destaco Pedro Cebadera que fue obligado a saludar tras parear por partida doble. Comenzó por bajo con el novillo, llevándole largo y cosido a sus telas rojas, tras lo cual y ya incorporado, con el estaquillador en la diestra, citó al utrero, viniéndose éste como una exhalación con todo tras los engaños. Supo Olmos atemperar la brusquedad inicial que se transformó en ritmo y templanza, transmitiendo cada vez que el negro burel se ceñía sobre la cintura del torero vestido de color marfil y oro. La faena fue a más, así como la emoción y la transmisión en cada tanda. Mato mal, y lo que era una faena para tocar pelo, quedó en un cariñoso tributo del público que correspondió el novillero desde el tercio.

Arropado por numeroso público venido de Manzaneque, fue jadeado Villita en el armonioso recibo de capa al tercero de la tarde. La temperatura subió cuando llevo al astado por chicuelinas al paso rematando con una larga afarolada que dejo al de ·El Freixo” en suerte. Brindis compartido entre los micrófonos de la televisión regional y el público para después medir con suavidad la condición del astado. Sin dudarlo cogió la diestra que la fue meciendo a media altura lo que hizo que se confiara el bravo animal. Tres tandas con la derecha precedieron al toreo al natural donde embestía al son de la pañosa, templada y con largura en sus trazos. Más roto el novillero y encajadas las tandas de la segunda parte de la faena, por ambos pitones, que combinados de detalles toreros calaron en el público que estuvo encantado con su labor. Doblones largos que dispusieron al utrero para la suerte suprema, no queriendo entrar la espada, dejando en una ovación que le obligó a corresponder.

El primero de los debutantes fue Luis Pasero, de Casarrubios del Monte, joven de dilatada carrera sin caballos que llegó a Toledo a dar un paso más al escalón de los novilleros con picadores. Recibo capotero variado con voluntad y gusto que fue acogido con sonoros oles por los tendidos. Fue picado por el varilarguero de la capital Luis Sánchez Aranda, antiguo presidente de la Peña Taurina El Trapío. Sánchez Aranda coloco la vara en todo lo alto en las dos ocasiones en la que el astado colorado se topó con el jamelgo y el caballero. Quizás le hubiese sobra el segundo encuentro, ya que el animal se encerró en tablas, complicando el lucimiento del de Casarrubios del Monte. Pasero no obstante estuvo valiente y decidido, queriendo pese a las dificultades, agradar, viéndole muletazos sueltos de duende y pellizco. El animal se puso andarín y se dieron una vuelta al ruedo intentando justificar su actuación. El problema vino a la hora de pasaportar al utrero que se puso complicado, además de no entrar con decisión el debutante. El paso por Toledo quedó en un silencio que, de haber tenido tino con el acero, podría haber tenido otro resultado más confortable para Pasero, pues el público supo ver en todo momento el compromiso ante un toro de escaso lucimiento.

La única oreja de la ya entrada noche, la cortó Miguel Zazo, joven novillero de Ventas con Peña Aguilera que también debutaba con picadores. “Emperador” fue el novillo que le toco en el sorteo y salió con una buena condición para embestir al mismo tiempo que estaba cogido con alfileres por su escasa fuerza. Genuflexo lo paro al hilo de las tablas, para después incorporarse y mecer el capote al a verónica, mientras iba sacando al animal hacia el cetro de la plaza hasta rematar el recibo con una graciosa revolera. Susto el que se vio comprometido el banderillero Roque de Vega al caer anta la cara del astado, permaneciendo inmóvil para no ser detectado en su acometida por el de “El Freixo”. Brindo a Joselito de Vega y Jesús Alonso, a los que obligó a salir al tercio para dedicarles a buen seguro unas cariñosas palabras. Desde el centro llamó Zazo a su oponente que se le vino raudo, pero con escasa fuerza, faltándole emoción al trasteo. No obstante, el de Ventas con Peña Aguilera, demostró tener muy bien cogido el sitio delante de los astados y tiró con suavidad, primero en tandas largas y después más encimistas en muletazos uno a uno que conectaron por su temple y valentía con los tendidos. Estocada al primer encuentro en lo ato que hizo caer al animal rápido sobre la arena, aflorando los pañuelos blancos que le obligaron al presidente a conceder un trofeo más que merecido.

Cerraba festejo la novillera de Azucaica, Estrella Magán, que fue jadeada cuando recibió de capa al precioso y rematado eral de Bellos Montes. Se dobló por bajo son la muleta para fijar así el raudo viaje del novillo que era una máquina de embestir, hasta que se paró y comenzó con el torero fundamental. Asentada con los pies en la arena, fue toreando con diestra en tandas cortas, pero con gran conexión con el tendido, siendo las distancias y los tiempos dados por Estrella fundamentales para componer una faena de entrega y emoción. Mató de estocada desprendida, causa por la que no le fue concedida la oreja pedida por el público más insistentemente con la voz que con el reglamentariamente pañuelo, Dio una vuelta al ruedo que le llenó de flores el esportón.

Salida a pie de los novilleros, como se indica en las recomendaciones sanitarias, con menos trofeos de los debían haber cortado, debido al más uso de los aceros.