Toledo visto por los inventores del fotocromo

J. Monroy
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La casa suiza P.Z. inventó el sistema para publicar postales coloeradas, antes de que existiera la fotografía en color. Sacó dos ediciones de postales de Toledo a principios del siglo XX, primero en blanclo y negro; después, las mismas coloreadas

Toledo visto por los inventores del fotocromo

La tarjeta postal fue una revolución social a finales del siglo XIX y principios del XX. No solo supuso un avance en las comunicaciones personales, sino también una manera de conocer mundo y una forma bonita de coleccionismo. Con tantos millones de tarjetas en circulación, era lógico pensar que antes o después, la industria lanzaría postales en color, a pesar de que todavía las fotografías eran en blanco y negro.

Quien al final se llevó el gato al agua fue una empresa suiza, Photoglob Co. Zürich (P.Z.). Hans Jakob Schmid inventaba en la década de 1880 el fotocromo. La patente pronto se extendió a otras compañías, como The Photochrom Co. Ltd de Londres, Branch en Nueva York o The Detroit Photographic Company de Michigan, que imprimió millones de postales de los Estados Unidos.

El fotocromo hacía una impresión en color a partir de un negativo de una fotografía en blanco y negro, usando entre cuatro y catorce placas litográficas, hechas de sustancias rocosas, para colorear la pintura con diferentes tintes. P.Z. produjo una amplia colección de fotocromos de muy diversas partes del mundo entre 1889 y 1914. Sin embargo, las primeras postales de España (y de Toledo) de la empresa Suiza llegaron en 1903 y en blanco y negro. Fue una colección breve, en lo que se trata a la Ciudad de las Tres Culturas, de seis postales, que recogen imágenes del puente de Alcántara y Alcázar, la Catedral, vista General, puente de San Martín, puerta del Sol y castillo de San Servando.

Toledo visto por los inventores del fotocromoToledo visto por los inventores del fotocromoEran las postales con la numeración comprendida entre los números 10203 y 10208, todas ellas con una grandísima calidad técnica en su impresión, aunque con dos erratas en el título: firma como «PS» en la 10206 y descripción como «castillo de San Servantes» en la 10208.

Un año después, quizás por la influencia de Purger, que utilizó su técnica de fotocromo, P.Z. lanzaba una reedición de algunas de estas postales (cinco) coloreadas a mano. Son las cuatro primeras y una quinta, también del castillo. Decir que aquí la calidad artística de los colores fue muy inferior al de la casa alemana. Lo curioso es que en esta segunda edición desapareció la firma, por lo que muchos coleccionistas se trataba de postales anónimas. Tanto las de una colección, como otra se pueden conseguir a día de hoy sin mayor problema a un precio razonable, inferior a cinco euros.