El Gobierno de Castilla-La Mancha puso sobre la mesa del Consejo Interterritorial de Salud celebrado este jueves que el ‘toque de queda’, de llevarse a cabo finalmente, deberá ser una medida «armonizada y consensuada» a nivel nacional. Así lo confirmó ayer el director general de Salud Pública, ya que su aplicabilidad mejora y también su efectividad, según apuntó, a la espera de conocer el encaje jurídico que le de validez a una medida de tal calado.

Camacho informó del resultado de la reunión entre Ministerio y comunidades autónomas, que acordaron un documento marco para poder raccionar ante el avance de esta segunda ola del virus, que en la región se está mostrando con una tendencia a la estabilización aunque «la situación dista mucho de ser buena» dijo prudente, lo que «nos obliga a persistir en el esfuerzo». Un documento con ocho indicadores mínimos de uso común con los que tener un punto de partida, pero con el que en la región tiene  hacer «un trabajo más fino» atendiendo a las particularidades sociales y demográficas de la comunidad. «No pueden ser las mismas medidas en Madrid que en Castilla-La Mancha» afirmó, con una gran mayoría de municipios con menos de 5.000 habitantes en los que no se pueden aplicar algunos de los indicadores.

De este modo resaltó que Castilla-La Mancha prefiere «un traje a medida» antes que «un chándal».

Evitar «explosiones epidémicas» es el objetivo dijo Camacho, tras conocerse además el día anterior más de mil nuevos casos detectados, que justificó por los nuevos test rápidos de antígenos que se están realizando, y que dan un resultado inmediato que se suma a las pruebas PCR hechas hace días y que estaban a la espera de los resultados. Con todo, indicó que este viernes los datos serían similares.

Informó además de que la incidencia acumulada en la semana 42 se sitúa en el entorno de los 180 casos, mientras que en la semana 41 fue de unos 210, por lo que la IA a 14 días se mantiene por debajo de los 400 por 100.000 habitantes.