La sala Thalía acoge 'Fresa y chocolate'

C.M
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Tras haber subido la pieza a las tablas del Rojas, el equipo director del Teatro ofrece la oportunidad de poder disfrutar de esta versión en la versátil sala del Polígono

El director Alberto Alfaro ha logrado gestar una obra «muy emocional» sobre una versión teatral escrita por el guionista de la famosa película.

‘Fresa y chocolate’ fue la primera película cubana que obtuvo una nominación -Mejor Película Extranjera- en los Oscar, premiada en numerosos festivales de cine internacionales -como los de Berlín, Chicago, Sudance, La Habana, Argentina- la cinta también obtuvo el Premio Goya al mejor largometraje extranjero de habla hispana en la edición celebrada el 21 de enero de 1995. Pues bien, conocedor de tales distinciones pero apostando por trasladar a la escena la famosa película estrenada en 1993, Alberto Alfaro ha arriesgado y ha obtenido sus frutos. Porque este montaje, interpretado por Manuel Menárguez, José Francisco Ramos y Alejandro Valenciano, se sube hoy a las tablas de la sala Thalía -a las 20,00 horas- tras bajarse de las del Rojas con la saludable intención de ampliar y profundizar un poco más en una historia «todavía más emocional y maravillosa» que la mostrada en la gran pantalla.

Gracias a la generosidad de Senel Paz, autor  del cuento en el que se basa la historia (‘El lobo, el bosque y el hombre nuevo’), responsable de la adaptación del guión y hacedor de la versión teatral «que nunca se ha montado», Alfaro se encontró con un texto «maravilloso» sobre el que su autor «nos permitió ajustar» lo requerido en torno a una historia que, hecha teatro, «permite ofrecer mucha más información» que la contenida en la cinta. En este punto, aprecia el director de la pieza que «las emociones» y la cercanía del actor que «te habla directamente» permite un mayor margen de acción para «remover conciencias» y situar al espectador en el centro de una historia conmovedora.

Porque aunque ya han pasado 25 años desde el estreno de este relato, la historia de amistad entre dos jóvenes muy distintos -David y Diego- continúa manteniendo su vigencia en países en los que la libertad sexual sigue siendo censurada. Se suscribe, ‘Fresa y chocolate’ al ámbito cubano en el que, por cierto, la comunidad LGTBI continúa luchando por conseguir la legitimidad de los matrimonios homosexuales. De ahí que se haga efectiva la máxima de que pasa el tiempo pero no parece que los tabúes, razón por la que Alfaro considera «muy necesarias este tipo de propuestas» porque estas situaciones «continúan sucediendo».

Eso por no hablar de la irrupción de «ciertas ideologías» que están arraigando en la sociedad impidiendo que, en este siglo, «este asunto se normalice» de una vez.

Así, Fresa y chocolate’ regresa en versión escénica a través de personajes «que añoramos» y que, en teatro, se contemplan «incluso mejor que en la película» gracias, entre otras cosas, «a la impresionante actuación» de loa actores elegidos.

En este punto, conviene recordar que no sencillo «encontrarse y gestar un personaje propio» cuando los espectadores acuden al patio de butacas con la referencia del trabajo -aplaudido y casi inolvidable- realizado por Jorge Perugorría y Vladimir Cruz. No en vano, la cinta por ellos interpretada destacó internacionalmente por la trascendencia y perdurabilidad de un mensaje en el que se mostró la homosexualidad con acento cubano.

Quizá por ello, o por la naturalidad a la hora de reflejar las situaciones vividas por ambos jóvenes, asegura Alberto Alfaro la importancia de continuar abogando por este tipo de mensajes en los que «a pesar de no abordarse desde la comedia» los espectadores salen del teatro «con buen sabor de boca» por «cómo está tratado este tema».