El monolito se olvida de Lorenzo Bueno Reojo, asesinado en Gusen

M.G./Toledo
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Lorenzo Bueno Reojo, el número 4.367. Prisionero en el campo de concentración de Mauthausen en septiembre de 1940. Poco después, este toledano fue trasladado a Gusen, uno de los apéndices, con el número 10.965. Allí estuvo desde el 17 de febrero de 1941 hasta el 15 de septiembre de ese año. Lo asesinaron y ese mismo destino corrieron otros muchos españoles cautivos en los campos de exterminio nazis.

Lorenzo Bueno Reojo hubiera tenido hoy 104 años, pero murió con 31 años. El resto de su historia la guarda su nieta, que se trasladó ayer desde Madrid para estar presente en el homenaje del Ayuntamiento a los toledanos víctimas del Holocausto.

Su nombre no figura en el monolito aunque nació en Toledo, tal y como figura en los documentos de su nieta,Victoria Bueno, porque en los memoriales aparece siempre como natural de San Martín de Montalbán, donde residió tras su adopción. Además, ha permanecido más en el anonimato porque se ha confundido con frecuencia su primer apellido y en muchos documentos aparece Romero en lugar de Bueno.  

Aun así, su historia también permanecerá ligada a la de los diez toledanos asesinados en Gusen, Mauthausen y Dachau, víctimas que fueron deportadas y sobrevivieron con poco más de un chusco de pan y un poco de líquido a diario hasta que fueron asesinados, unos en cámaras de gas, otros de un tiro y algunos de inanición, de frío, de pena...