De cómo los dioses se tornaron astros

J. Monroy
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El divulgador científico Daniel Torregrosa explica en la Biblioteca Regional, dentro del ciclo Maridajes Cósmicos, el uso de nombres tomados de las diversas mitologías para dar nombre a los cuerpos astrales

De cómolos dioses setornaron astros - Foto: Yolanda Redondo

Hace miles de años que el hombre viene observando en el cielo un objeto que se mueve más rápido que el resto. Los romanos le dieron el nombre de Mercurio, el mensajero de los dioses, la divinidad más rápida, sin saber que, en realidad, se trataba de un planeta que, al estar más cerca del Sol, tiene más velocidad. De igual forma, los alquimistas encontraron un metal líquido, que se movía, también lo llamaron mercurio.

Este es tan solo el primero de los ejemplos que el divulgador científico Daniel Torregrosa ofrecía este martes en la Biblioteca regional, en su conferencia ‘Del mito al cosmos pasando por el atanor’, incluida en el ciclo de Maridajes Cuánticos de Ciencia a la Carta. Torregrosa tiene precisamente un libro titulado ‘Del mito al laboratorio’, que ya va por la cuarta edición, en el que precisamente explica con 56 ejemplos cómo se han utilizado los nombres mitológicos para dar nombre en la ciencia. Y no solo se centra en los mito grecorromanos, sino también en los nórdicos, inuit, pascuence o egipcia.

Como el de Mercurio, hay más ejemplos. El planeta que más tiempo permanece en el cielo y que más brilla es Júpiter. El planeta rojo tiene el nombre del dios de la guerra, Marte. «Siempre hay una causa para asimilar el personaje mitológico con el planeta, y después lo hemos mantenido», apuntó Torregrosa.

En esta conferencia, en concreto, Torregrosa se centró en cómo la mitología ha influido a la nomenclatura de planetas, constelaciones o asteroides. Porque aunque habló de astronomía y al final en la química, reconoció que este uso de nombres mitológicos da para mucho más. Este uso de los mismos, explicó, tiene en realidad su origen en la antigüedad, porque «lo que no podíamos explicar con la razón, se hacía con la imaginación, una imaginación que después en la ciencia hemos puesto nombre, recordando nuestra influencia clásica, porque al final los clásicos son los que perduran».

El presente. Hoy en día, la Unión Internacional de Astronomía tiene una nomenclatura distinta y quizás menos romántica, en base a números, normalmente. Porque, la verdad, apuntaba Torregrosa, en la actualidad parece complicado encontrar un nombre de un personaje mitológico libre. En ciertos proyectos privados se siguen utilizando, aunque hay una norma para nombrar satélites de Saturno, por ejemplo, primero con un nombre provisional y después uno definitivo, quizás todavía relacionado con la mitología. Pero también ha habido otras fuentes. En el siglo XVIII se dieron a los satélites de Urano nombres de personajes de Shakespeare y de Alexander Pope.

En la química, eso sí, ya va a ser difícil que se pongan nombres mitológicos a elementos químicos. Ahora todo depende del dinero. Los nuevos elementos se hacen en países que invierten mucho dinero, por lo que quieren ponerles el nombre de su investigador (como el oganesón) o de la ciudad (teneso).

 Maridajes Cuánticos continuarán en el mes de abril con profesora de la Universidad de Sevilla Clara Grima. La autora de ‘Las matemáticas vigilan tu salud’, explicará en ‘En busca del grafo perdido’ la influencia de las vacunas en las infecciones.