Más de una década de problemas de okupas en la calle Navidad

Redacción
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Conviven con drogas y amenazas, y temen que los enganches de la luz de los okupas puedan salir ardiendo cualquier día. El banco propietario de los inmuebles invadidos no da señales

El portal situado junto al bloque donde se encuentra la vivienda okupada ha tenido que poner una reja.

Hace una década larga que algunas familias del barrio de Santa Bárbara se hipotecaron por una vivienda en el barrio. Poco sospechaban cuando firmaban los papeles de su piso en la calle Navidad (entonces la dirección era plaza de los Toreros), el sinvivir que se les venía encima a ellos y, en ocasiones, a sus descendientes.

La constructora se quedó sin vender seis de las nueve viviendas y al final se las entregó al banco. Fue entonces cuando comenzaron las penurias, porque de inmediato, sospechosamente, llegaron los ocupas. Se iniciaron, denuncian, los problemas de convivencia, los enganches ilegales a la luz, el tráfico y consumo de drogas y las amenazas de muerte. Y cada vez, apuntan, la cosa está peor.

Los vecinos de toda la vida de Santa Bárbara temen acercarse a este edificio de la calle Navidad. Por la noche ven a los okupas en la calle con sus sillas y las neveras y prefieren alejarles, no buscarse problemas. El portal de al lado ha tenido que poner una reja de hierro.

Esatado en el que se encuentra el cuadro de contadores.Esatado en el que se encuentra el cuadro de contadores.Los propietarios de viviendas ya no saben a quién acudir. De diez contadores de luz, solo quedan los de los tres propietarios y el de la comunidad. Aunque Iberdrola quitó el suministro de este último al detectar que había particulares enganchados. También ha habido enganches (hay denuncias) a los contadores particulares. Pero cuando uno de los propietarios trató recientemente de darse de baja, cuentan, al técnico lo amenazaron de muerte. Apuntó que «esto es una bomba de relojería», con los enganches con bolsas de basura, cuando tienen protección, porque en ocasiones están al aire a solo dos dedos. Según denuncian los propietarios legales, les ha llegado que hay un vecino del barrio, antiguo electricista, que está haciendo los enganches a sus contadores por cincuenta euros.

Los propietarios han puesto denuncias, tanto desde la comunidad, como de forma particular, por robo y por los enganches de la luz a sus contadores. Pero no han obtenido, hasta el momento, solución legal. Solo se ha celebrado un juicio contra una menor, que se declaró insolvente y no ha pagado. Para el resto de enganches ha habido ya cinco citaciones, pero siempre se ha suspendido el juicio por la ausencia de algún imputado, hasta que en febrero parece que se ha archivado por haberse prescrito después de siete años. Lo que no se atreven a denunciar ya es el tráfico de droga.

Drogas y amenazas. Eso es solo una parte de lo que sufren. Porque los propietarios, se lamenta, conviven en su portal con excrementos humanos y el paso de toxicómanos. Ha habido redadas por tráfico de droga y allí se pinchan los compradores. Los trasteros están ocupados y hay un microondas para calentar la droga. Cada vez que la comunidad pinta el portal, aparecen grafitis, y se ha llegado a dar el caso de que el seguro ha cambiado tres veces el mismo día la cerradura de la entrada a los trasteros y las tres se ha reventado. Igual ocurre con los buzones o los contadores del agua. Meten chatarra. De hecho, los seguros paulatinamente van echando a la comunidad. También han roto el ascensor, cuyo arreglo supondría 8.000 euros.

La Comunidad se reúne hoy para ver la posibilidad de denunciar al banco propietario de las viviendas ocupadas. No asiste a las reuniones, ni responde al administrador, y cada vez que se ponen en contacto con la persona responsable, tan solo dice que pasará la petición al departamento correspondiente. Es necesario hacer actuaciones en el portal, apuntan, pero es necesaria una derrama, que tienen que ir adelantando ellos, hasta que al cabo de varios meses lo pone la entidad.

A todo esto, denuncian los afectados, se une el problema de las amenazas. Los okupas se meten con las mujeres. Y ya han amenazado a varios de los propietarios; «esto es nuestro», les dicen cuando les ven accediendo a sus viviendas.

La situación es tal, llegan a confesar los perjudicados, que han llegado a rezar por que todo el inmueble salga ardiendo con los enganches irregulares a la luz, sin que le pase nada a nadie. Algunos están pensando en vender, incluso perdiendo gran parte del dinero allí invertido. Pero también es un imposible.