Una década de la gesta de Pasaban

Agencias
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La tolosarra hizo historia el 17 de mayo de 2010 al coronar el Shisha Pangma y ser la primera mujer en pisar la cima de los 14 ochomiles

Una década de la gesta de Pasaban

Cuando el 17 de mayo de 2010 puso el pie en la cima del Shisha Pangma (8.027 metros), Edurne Pasaban (Tolosa, 1973) culminó un largo camino de nueve años que le convirtió en leyenda: era la primera mujer de la historia en ascender los 14 ochomiles del planeta. Justo hoy, se cumplen 10 años de aquella gesta. Cargada de experiencia en descensos peligrosos, pide «no relajarse» en la desescalada de la COVID-19, tras superar la cumbre de «la curva de contagios».

Totalmente concienciada en la lucha contra la pandemia, la alpinista compara la coyuntura actual con la «muy dura» situación que le tocó vivir en el año 2009. «Estamos cansados de la situación; ya son muchas semanas; tenemos ganas de ver a nuestra gente, tomar algo, y ahí te relajas, porque crees que ya está, sin darte cuenta de que realmente la subida a una montaña se acaba con el regreso al campamento base y no con el ascenso a la cumbre», recalca antes de animar a la gente a «ser responsable» en la desescalada particular de cada uno.

Desde sus primeros contactos con la montaña en su Tolosa natal, Pasaban fue buscando nuevos retos. De los Pirineos al Mont Blanc, y de allí, a los Andes. Fue entonces cuando su mirada se dirigió al Himalaya.

En 1998, afrontó su primer reto himaláyico con la ascensión al Dhaulagiri (8.167 metros), pero las condiciones meteorológicas hicieron que se quedase a solo 272 metros de la cima. Tras ello, apuntó más alto: el Everest (8.848 metros). Sus intentos de hacer cumbre en el techo del mundo en 1999 y 2000, por la cara norte y sin oxígeno, se frustraron.

Tuvo que esperar hasta 2001 para conseguir, en el Everest, su primer ochomil. Aquel 23 de mayo de 2001 daba el pistoletazo de salida de su carrera hacia los 14 ochomiles. Aquel mismo año, el Dhaulagiri se le volvió a resistir, en una dramática expedición en la que falleció su amigo Pepe Garcés. Ya el 16 de mayo de 2002, holló la cima del Makalu (8.463 metros), el ‘Gran Negro’, y el 5 de octubre también se apuntaba el Cho-Oyu (8.201 metros). En un prolífico 2003, Pasaban hizo cumbre en el Lhotse (8.516 metros), el Gasherbrum II (8.035 metros) y el Gasherbrum I (8.068 metros).

Ya por entonces le acompañaba el programa de TVE ‘Al filo de lo imposible’, que vivió junto a ella la mayor parte de sus ascensiones. Y en 2004 llegó un momento clave: el K2 (8.611 metros), quizás la cumbre más difícil. Junto a Juanito Oiarzabal, Juan Vallejo y Mikel Zabalza, afrontó el reto. Desde el primer momento, la segunda montaña más alta del planeta empezó a ocasionar problemas, que se agudizaron en un descenso terrible. Toda la expedición pagó una dura factura, que en el caso de Pasaban se saldó con dos dedos de los pies amputados y con una larga hospitalización. 

A pesar de todo, la guipuzcoana había tenido suerte: era la única mujer que había hollado el K2 y había vivido para contarlo; las seis anteriores habían muerto.

Aquella experiencia fue el comienzo de una larga depresión. A pesar de todo, todavía pudo hacer cumbre en 2005 en el Nanga Parbat (8.125 metros), que le convertía en la mujer viva con más ochomiles (8). En 2007, volvió la llamada de la montaña.

No logró hacer cumbre en el Shisha Pangma, pero coronó el Broad Peak (8.047 metros). Ya en 2008, al tercer intento, pisó por fin la cima del Dhaulagiri, en un año en el que también ascendió con éxito el Manaslu (8.156 metros). El Kanchenjunga (8.586 metros), en una ascensión que estuvo a punto de costarle la vida, puso el contador de ochomiles en 12 en 2009.

2010 sería el año. El Annapurna (8.091 metros), la montaña más letal, no se le resistió el 17 de abril, y solo un mes más tarde cerraba una gesta histórica en lo más alto del Shisha Pangma (8.027 metros). «Este año, con el décimo aniversario, quería celebrarlo de alguna manera especial, pero la fiesta tendrá que esperar», concluyó.