El tiempo amenazaba lluvia y al final los pronósticos se cumplieron. La imagen de Nuestra Señora de la Soledad, talla de finales del siglo XIX del maestro Mariano Bellón, se quedó a las puertas de la iglesia mozárabe de las santa Justas y Rufina. Una fina lluvia obligó a la Cofradía a supender la procesión cuando varias decenas de mujeres vestidas de luto riguroso habían comenzado ya el recorrido procesional por la calle La Plata acompañas de velas encendidas y el sonido de los tambores. Antes de que la cabecera de la procesión llegara a Correos, se decidió que ésta volviera sobre sus pasos para recogerse. Cientos de personas que jalonaban los primeros metros del recorrido procesional se acercaron al interior del templo para ver a la Dolorosa. Quienes quieran ver a la Virgen de la Soledad tienen una segunda oportunidad el próximo Viernes Santo, ya que el paso forma parte de la procesión del Santo Entierro.