Saturnino Gómez de la Cruz, el gran defensor de Las Mondas

Leticia G. Colao
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Durante más de 70 años participó cada año portando el carrito y los carneros procedentes de Gamonal, símbolo principal de la fiesta

Saturnino Gómez de la Cruz, el gran defensor de Las Mondas

La EATIM de Gamonal y Talavera en su conjunto se despertaron tristes el lunes. Este día comenzó a conocerse el fallecimiento de Saturnino Gómez de la Cruz, quien con su trabajo y esfuerzo contribuyó al mantenimiento y continuidad durante buena parte del siglo XX de la milenaria tradición de Las Mondas y su simbólico Carrito. Tenía 94 años y una enfermedad que le fue apagando poco a poco, especialmente en los últimos 15 días, desde que ingresó en el Hospital Nuestra Señora delPrado, pero que sufrió su mayor golpe el 16 de agosto, con la muerte de su mujer, Pureza.

Su hijo Joaquín, quien junto a Jesús ha recogido el testigo de la tradición del Carrito cada sábado de Mondas, explica a La Tribuna que los últimos días de su padre han sido muy dolorosos para todos. «No sabemos si le dolía o no pero lo que si te digo es que la agonía ha sido muy mala».

Pastor y ganadero desde su infancia, cuando ayudaba a su padre Julián con la ganadería en la que trabajaban, Saturnino se había ganado el aprecio y el cariño de toda una comarca que le veía como un referente en las labores del campo.  Hoy, Gamonal y Talavera lamentan su pérdida. «En el pueblo y en el entorno de Talavera era muy querido, era un ganadero de toda la vida y una gran persona, serio, formal y en su categoría uno de los que más sabía del ganado», reconoce su hijo emocionado.

Fue a los 11 años cuando realizó su primer Cortejo de Mondas, entonces acompañando a su padre Julián, que primero guiaba a los carneros de la ganadería que cuidaba y posteriormente la suya propia. Era 1932, aquellos años en que los carneros y sus cuidadores realizaban a pie el recorrido entre Gamonal y Talavera, dando vida a la fiesta más arraigada de Talavera y una de las más antiguas de España, primero cada Martes de Pascua y posteriormente el Sábado establecido como día grande. En 1950, continuó él solo con la tradición, y ya con su propia ganadería.

Para ello, no solo guiaba a los animales, sino que en los días previos los entrenaba para que no se asustaran y atendieran obedientes las indicaciones; además de cuidarles, les daba habas de recompensa cuando cumplían bien su cometido. ‘Pajarito’, ‘Voluntario’, ‘Cartagena’ o ‘Canario’ han sido los nombres de algunos de los carneros que durante años han tirado del carrito de Mondas ante el júbilo de los miles de talaveranos y vecinos de la comarca que acompañan el recorrido y a las ofrendas desde el Ayuntamiento hasta la Basílica de la Virgen del Prado.

La familia Gómez de la Cruz también participó en la fiesta durante la parte del siglo XX en la que las Mondas perdieron relevancia dándole continuidad a su mayor símbolo, la ofrenda del carrito tirado por sus carneros. Quizá por ello, hoy día la fiesta sigue en pie, al alza y con el reconocimiento de Interés Turístico Nacional.

La ciudad reconoció este trabajo a Saturnino en 2002, concediéndole el primer Premio ‘Ciudad de Talavera’ a la Identidad Local y Comarcal. «Agradezco mucho a Talavera que tuviese este reconocimiento porque mi padre llevaba haciendo lo de Las Mondas la tira de años y reconocimientos no había habido ninguno hasta entonces», recuerda Joaquín.

Unos 70 años después de su primer cortejo, en 2006, «y con todo el dolor de su corazón porque tenía problemas de cadera», Saturnino cedió el testigo de manera definitiva a sus hijos, Jesús y Joaquín, que aún hoy continúan con la historia y lo hacen, además, acompañados por sus hijos.

Aunque dejó de venir presencialmente, nunca se olvidó de «su tradición». Su hijo recuerda que unos 40 días antes de la semana de Mondas, «siempre nos preguntaba, qué tal va la cosa», interesándose por el estado de las carneros y su entrenamiento especial, no obstante, son los únicos animales que tienen el honor de entrar hasta el altar de la Basílica delPrado.

Las Mondas 2020, en algo más de un mes, se celebrarán con el recuerdo imborrable de Saturnino Gómez. Talavera le debe, junto a su padre Julián, haber mantenido viva la esencia de una fiesta que se apagó por momentos. Hoy está más asentada que nunca.