Alfonso Emilio Pérez Sánchez, director del Museo del Prado entre 1983 y 1991, fue también uno de los mayores especialistas en el Toledo barroco. De su colaboración con Diego Angulo Íñiguez, asimismo director del Prado a finales de los años sesenta, surgiría el libro Escuela toledana de la primera mitad del siglo XVII (Instituto Diego Velázquez, 1972), publicación de referencia obligada para los historiadores de la pintura de esta ciudad. Años más tarde, sería el comisario de exposiciones como El Toledo del Greco (1982) y Luis Tristán en Toledo (2001), esta última celebrada en la Real Fundación de Toledo.

Entre sus principales discípulos y colaboradores cabría destacar al historiador del arte Juan Nicolau Castro, especialista en escultura del siglo XVIII.