El Prado disperso, también en la Academia y la Diputación

ADM
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El Museo de Santa Cruz, el Museo del Greco y el Palacio Arzobispal poseen también obra cedida por el museo madrileño. En este último caso, desde finales del siglo XIX

Los dos sueños, de Matías Moreno.

‘El Prado disperso’ es el nombre con el que desde hace ya varias décadas se conoce la distribución de obras de la colección madrileña que conservan en depósito más de medio millar de instituciones repartidas por toda España. En Toledo, son cinco las administraciones que tienen el privilegio de albergar esta pequeña parte del Museo del Prado.

El conjunto más diverso es probablemente el del Museo del Greco, formado por una selección de obras de pintores españoles e italianos de los siglos XVI y XVII, con Juan Carreño de Miranda (1614-1685) a la cabeza. Su traslado fue decidido por Real Orden de 14 de diciembre de 1910, coincidiendo con la apertura de esta pinacoteca de ambiente por parte del marqués de la Vega Inclán.

Mucho más homogéneo y valioso es el depósito del Museo de Santa Cruz, formado fundamentalmente por obras del pintor de Mascaraque Juan Correa de Vivar (1510-1566), un magnífico conjunto de óleos sobre tabla procedentes de los monasterios de Guisando (Ávila) y San Martín de Valdeiglesias (Madrid). Dos pinturas menores de este lote, cedido al antiguo Museo Arqueológico de Toledo en 1932, fueron destruidas cuatro años después.

La situación del Museo de Arte Contemporáneo de Toledo hace que desde hace alrededor de dos décadas se encuentre también en el Museo de Santa Cruz una conocida obrita de Ricardo Arredondo, Claustro de San Juan de los Reyes. Se acordó su traslado a la malograda colección toledana por Orden de 9 de octubre de 1973.

La Diputación Provincial posee asimismo pinturas procedentes del Museo del Prado. Concretamente, desde la Real Orden de 3 de febrero de 1908. A la derecha de estas líneas reproducimos una de ellas, La vuelta de la pesca, de Ignacio Ugarte. Otras cinco, sin embargo -según el inventario realizado por el Museo a mediados de la década de los ochenta-, estarían sin localizar. Entre ellas, Un billete amoroso, del pintor toledano del siglo XIX Cecilio Pizarro.

Mucho menos accesible es la colección de obras depositadas en el Palacio Arzobispal toledano. Consiste en una serie de reyes de la Corona de Aragón, concretamente, copias del pintor Felipe Ariosto realizadas en el siglo XVII. Su traslado a esta ciudad se acordó hace mucho tiempo, por Real Orden de 27 de enero de 1899.

La Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas, para finalizar, posee en depósito desde el 25 de septiembre de 1919 un espléndido lienzo de Matías Moreno, Los dos sueños. Permaneció durante casi cien años en la antigua sede de esta institución, en la mudéjar Casa de Mesa. Hoy se encuentra instalado, junto con el resto de la colección artística de la Academia toledana, en su edificio de la calle de la Plata. La representación contrapone dos descansos muy diferentes. De una parte, el sueño eterno de Íñigo López Carrillo de Mendoza, cuyo sepulcro se halla en la capilla de San Ildefonso, en la Catedral. De otra, la espontánea cabezada de un perrero-pertiguero, uno de los muchos dependientes del templo (ataviado con su vistoso uniforme de grana), cuyo cometido era expulsar de su interior a los animales y mantenerlos alejados durante las procesiones.