Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Volver a empezar

19/01/2022

Calculando dos años atrás, en Fitur 2020, el sector turístico tenía unas previsiones basadas en una transformación constante y continuada hacia una especialización de productos y productores, en el que hacía falta un esfuerzo importante para que la tecnología de la oferta fuese al mismo ritmo que la demanda.
Incluso, en ese momento, los destinos turísticos estaban comenzando a apuntar hacia dónde debían encaminar sus inversiones, pasando siempre por soluciones Smart. Dirá usted, señor lector, que ya he soltado el anglicismo obsceno y cutre del que va de listo. Pues no, está usted equivocado. Smart define, no sólo, la tecnología aplicada a la inteligencia turística y conlleva también la sostenibilidad como una condición sine qua non (ahora un latinismo, me estoy pasando) para los destinos turísticos.
Hace más años que, a través de mis columnas, vengo solicitando que la ciudad de Toledo y la región de la que es capital apuesten por la inversión para la transformación del sector hacia lo que está buscando el turista y visitante de la década que vivimos. Y no tenían mucha prisa en hacer lo que se debe.
La pandemia llegó y ha acelerado ese proceso de transformación e, incluso, las formas y gustos de los que por ahora nos pueden visitar distan, bastante, sobre el perfil internacional que, antes nos visitaba.
El destino y su oferta no se ha adaptado, porque no éramos destino smart. No se ha querido/sabido adecuar las infraestructuras, no se han corregido los problemas, ni se han solucionado los daños sobrevenidos en los últimos 18 meses. Se han acentuado las problemáticas de colapso en las calles para peatones/residentes, por haber reducido las opciones de los flujos turísticos a los ejes principales de la ciudad histórica, o a los destinos fundamentales de la región. Y, en medio, una cantidad ingente de oportunidades financiables que se van a perder porque las administraciones local y regional están malgastando los fondos en cumpleaños y en autobombo de algo que no hay: planificación.
Volveremos a ver en Fitur 2022 lucerío, pero detrás no hay ni estrategia, ni apoyo a un sector que se ha visto abandonado, vilipendiado y que afecta a muchos más, no sólo a los que se dedican al turismo en cualquiera de sus sectores básicos, también a sus proveedores de cercanía.