TCM se cita con el original Albert Serra

SPC
-

El canal ofrecerá una entrevista con el realizador de 'Honor de cavalleria' o 'La muerte de Luis XIV', uno de los más extravagantes del séptimo arte y mimado por el Festival de Cannes

El adjetivo original le queda demasiado estrecho a Albert Serra. El suyo es un cine iconoclasta, herético. Estudió Filología Hispánica, Teoría de la Literatura e Historia del Arte. «Nunca se me ocurrió que pudiera acabar haciendo cine. Si lo hice, fue para divertirme». Sin embargo, con películas como Honor de cavalleria, La muerte de Luis XIV o Liberté, por la que ganó el Premio Especial del Jurado de la sección Un certain regard del Festival de Cannes, Albert Serra se ha convertido en uno de los realizadores más interesantes, geniales, extravagantes e incluso revolucionarios del panorama cinematográfico mundial. Un cineasta mimado por el Festival de Cannes de Francia, que le considera una criatura propia. «A Cannes, le debo todo», admite. 

Los días 15, 16 y 17 de mayo, los espectadores de TCM podrán conocer más y mejor a Albert Serra. El realizador catalán, nacido en la localidad gerundense de Banyoles en 1975, hablará en una entrevista en exclusiva sobre cuál es su particular concepción del cine. Además, ha seleccionado algunas películas de la programación de noche durante esos días, títulos como La balada de Cable Hogue de Sam Peckimpah; El sueño eterno de Howard Hawks o Frenesí de Alfred Hitchcock. «Puedo tener mis gustos y mis preferencias, pero son muy aleatorias, nada sistemáticas. No soy un cinéfilo. Me interesa más la literatura y la música, que son indirectamente mucho más importantes para mi trabajo», relata.

El cine de Albert Serra es rotundamente rompedor. «Se inspira en la actitud transgresora de los cineastas de la década de los sesenta, que a su vez revisitaron las vanguardias», explica. 

Además, rueda de forma tradicional. «No me he puesto ni una vez en mi vida detrás de la cámara y no pienso hacerlo. No miro nunca el monitor, de hecho, no lo tengo. Siempre utilizo varias cámaras. Ningún actor, excepto Jean-Pierre Léaud en La muerte de Luis XIV, ha leído el guion de uno de mis filmes. No sé de qué puedo hablar con un actor. Esas conversaciones sobre el personaje es algo que odio. Les doy las indicaciones y los diálogos en un momento concreto. Siempre estoy a la búsqueda de ese instante único que solo puede dar el actor, algo que no pueda ser intercambiable», explica de manera apasionada. «Yo mismo quiero sorprenderme con lo que está pasando, que sea realmente un momento inédito también para mí».

A Albert Serra tampoco le interesa demasiado la respuesta del público. «Una vez que la película está hecha, ¿qué me importa lo que piense la gente? No tiene ningún sentido porque no la voy a modificar. Espero que le dé el máximo de satisfacción, que le guste y que la encuentre genial, pero si no es así, es su problema. Hago la cinta como considero que es mejor. Cómo la gente la va a ver y cómo la va a apreciar es algo que no puedo controlar. Además, ni me interesa ni me importa».

Lo que el ojo no ve

Lo que tiene muy claro Albert Serra es que si sus películas son tan sorprendentes es porque la cámara capta algunas cosas que el ojo humano no ve. «La capacidad incisiva del ojo sirve para muchas cosas, pero no tiene la paciencia ni la concentración para otras. Y nosotros estamos supeditados a lo que la cámara ve y solo a través de ella además podemos descubrirlo». Así es su cine y así va a seguir siéndolo.