Rodríguez Plaza se despide de Toledo «lleno de paz»

M.G
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El arzobispo oficia una misa de acción de gracias como despedida, agradece la acogida de Toledo y su Archidiócesis y señala que siempre ha trabajado «con ilusión» y se ha sentido «querido» en la ciudad

Rodríguez Plaza se despide de Toledo «lleno de paz» - Foto: Yolanda Redondo

La Catedral estaba preparada para la última mesa oficiada por el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez Plaza. Las pantallas comenzaron a emitir imágenes del largo cortejo procesional de prelados y y autoridades eclesiásticas que lo arroparon ayer en una cálida homilía que se centró en sus diez años y ocho meses al cargo de la Diócesis de Toledo, en su agradecimiento por su acogida, en las dificultades que ha tenido que afrontar durante este periodo y en los perdones que pidió  en varios momentos por su humildad, porque está seguro de que no ha servido bien.

Rodríguez Plaza comenzó mandando «un saludo cordial» a los obispos que se encontraban cerca, el de Ciudad Real y Cuenca, Gerardo Melgar y José María Yanguas;el de Getafe, Ginés García, el obispo emérito de Segovia, Ángel Rubio, a distintos vicarios, a los sacerdotes, a las autoridades políticas, entre las que se encontraban el presidente de la región, Emiliano García-Page, el de la Diputación, Álvaro Gutiérrez, y la alcaldesa de la ciudad, Milagros Tolón,y al público en general.

«Cuesta mucho despedirse de la familia, pero viendo vuestros rostros y conociendo quienes sois, cuántos y cómo sois, la despedida me llena de paz y miro  con confianza el futuro». El adiós del arzobispo, que se jubila y  espera ser nombrado arzobispo emérito», aseguró que el tiempo que ha pasado en Toledo ha tenido «retos nada fáciles», pero siempre ha trabajado «con ilusión» y se ha sentido «aceptado y querido».

El arzobispo no quiso profundizar más porque considera que no debe ni puede «juzgarse a sí mismo», aunque Toledo le agradece y su nombre pasará a la Historia por  devolver el Corpus al jueves, una antigua reivindicación que materializó. Si bien, el arzobispo prefiere escuchar. «Sois los hermanos los que tenéis que juzgar cómo he actuado.

Además, aprovechó la homiliía y  la lectura anterior de la Carta de Pedro para poner de manifiesto que  un arzobispo «no es el representante del Papa», tanto él como el resto de autoridades eclesiásticas son «vicarios de Cristo». Por tanto, entiende que aquel 21 de junio de 2009 no recibió «un traspaso de poderes» se trató de un traslado y pasó a ser el titular número 120 de la Diócesis de Toledo.

Rodríguez Plaza consiguió una intervención discreta y subrayó que él «quedó en un segundo plano» cuando llegó a la Diócesis de Toledo. Y ahora se marcha tras más de una década viviendo «de todo corazón» y confía en un retiro ocupado «por otra iglesia particular».

la catedral se despide. Numeroso público acudió a esta misa de acción de gracias para escuchar al arzobispo y rendirle homenaje con su presencia. Rodríguez Plaza resaltó «como algo grandioso» la importancia de pertenecer a la iglesia, sobre todo, por entrar en contacto «con Cristo vivo, que habla y acompaña a todos desde los confines de la tierra».

Rodríguez Plaza cede su testigo a Francisco Cerro, obispo de Coria-Cáceres, que tomará posesión en una semana. Se marcha sin haber conseguido ser nombrado cardenal como sus antecesores, pero contento y satisfecho por su ministerio y, sobre todo, muy querido por el Cabildo, los sacerdotes, las religiosas y los laicos que han disfrutado más de una década del buen hacer de un arzobispo que llegó de Valladolid un buen día a una archidiócesis de peso que ha reconocido su labor.