Conexión directa con la Antártida

Leticia G. Colao
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Los alumnos de sexto del colegio Bartolomé Nicolau disfrutaron de una videoconferencia con la base española del Ejército de Tierra 'Gabriel de Castilla', a 13.000 kilómetros

Conexión directa con la Antártida

No era un día cualquiera para los alumnos de sexto de Primaria del colegio Bartolomé Nicolau, porque la principal actividad del día nada tenía que ver con libros ni ejercicios. Tenían una cita muy especial y no era presencial, sino a través de la pantalla del proyector y a 13.000 kilómetros de distancia.

Capitaneados por su profesora, Sara Rubio, iban a establecer contacto mediante videoconferencia con la base española del Ejército de Tierra ‘Gabriel de Castilla’ en la Antártida, nada más y nada menos. Y allí estaban, nerviosos, esperando a que la conexión se produjera sin ningún problema. Lo tenían todo preparado y todo salió según lo previsto.

El Sargento Primero Jaime Román, curiosamente natural de Toledo, y la veterinaria Luz Parra, les dieron la bienvenida y con la mejor de las actitudes contestaron a todas sus preguntas, dudas y curiosidades sobre una aventura que trasciende lo habitual. Allí pasan la temporada desde noviembre hasta marzo, lo que allí llaman el verano austral, aunque lo hacen con temperaturas que se mueven entre los 5 y los 10 grados bajo cero, con fuertes rachas de viento que es el principal problema. «Aquí tenemos un verano como allí es el invierno», dijeron. A finales de marzo, que se inicia el invierno y los termómetros pueden bajar hasta los -90 grados, es imposible la estancia tras la congelación de las aguas que los rodean y los barcos no pueden acceder a la base. Es entonces cuando los militares regresan a España.

Dentro del programa Ecoescuelas y muy sensibilizados con el medio ambiente, los escolares del Nicolau mostraron especial interés por la flora y la fauna del polo sur de la Tierra, los animales que les rodean, cómo les afecta el cambio climático o su alimentación.

Así, el Sargento Primero Román les contó que la escasa vegetación se limita a musgos y líquenes, no hay árboles ni flores, y que los animales de la Antártida, ballenas, focas, pingüinos, elefantes o lobos marinos, -en estos últimos se centra el estudio de la veterinaria Parra-, forman parte en muchas ocasiones de la labor investigadora con la que cuenta la base española.

En este sentido, les explicaron que muchas universidades españolas desarrollan allí proyectos con los que analizan los cambios de la tierra, los movimientos y alimentación de los animales de esta zona y les animaron a viajar hasta allí dentro de unos años, ya como investigadores profesionales. También les informaron sobre su iniciativa ‘Apadrina un pingüino’ con la que podían comprometerse con los animales y el medio ambiente, aunque como bien dijo el sargento primero, «sé que sois un colegio muy especial porque trabajáis muy bien con esto».

Después de contestar a las preguntas de los alumnos, entre las que se encontraban curiosidades como que actualmente en la Isla Decepción -donde se ubica la base- hay 24 horas de luz y que tardan más de cuatro días en barco en llegar desde España, los dos interlocutores cogieron la cámara y se trasladaron al exterior de las instalaciones, enseñando a los estudiantes cuál era el paisaje que veían cada día.

Un manto de nieve junto al mar y, sorprendentemente, un lobo marino plácidamente tumbado, les dieron la bienvenida en su primer paseo por la Antártida, donde posteriormente fueron conociendo las instalaciones del Ejército español, siempre respetuosas con  la naturaleza. Allí, tenían un molino eólico o una incineradora donde «todo se reduce a cenizas para dejar un impacto cero de nuestra presencia aquí».

También mostraron el habitual tótem de estas lejanas instalaciones donde se encuentran las ciudades de todos los militares e investigadores, entre ellas Toledo.

No quiso faltar a la cita el consejero de Educación y Cultura del Gobierno regional, Ángel Felpeto, quien mediante un vídeo saludó y agradeció el trabajo del Ejército desde un lugar tan remoto.

Los alumnos del Nicolau, su tutora, otros profesores y padres del centro talaverano se despidieron de los interlocutores a miles de kilómetros agradeciendo su tiempo  y destacando el «orgullo» que para ellos supone haber formado parte, por algo más de una hora, de tan singular aventura: Conexión directa con la Antártida.