Muñoz Cárdaba, nuevo nuncio de Sudán y de Eritrea

M.G
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El sacerdote lleva ligado casi veinte años en el servicio diplomático de la Santa Sede. El cardenal Pietro Parolin oficia la ceremonia en La Catedral y pronuncia una homilia centrada en la paz

Muñoz Cárdaba, nuevo nuncio de Sudán y de Eritrea - Foto: Yolanda Redondo

La Catedral tenía esta mañana una misión muy especial y abrió sus puertas a mediodía para celebrar la consagración del sacerdote Luis Miguel Muñoz Cárdaba como arzobispo de Nasai y nuevo nuncio del Vaticano en Sudán y Eritrea. El protagonista de esta ceremonia volvía al templo por segunda vez y a Toledo, su segunda casa de juventud cuando era un estudiante del Seminario Mayor y se estrenó como sacerdote tras otra ceremonia en la que fue ordenado por el cardenal Marcelo González Martín en 1992.

Minutos antes de que diera inicio la misa de ordenación episcopal, la Catedral se llenó de autoridades eclesiásticas, sobre todo, pero también políticas, militares y civiles para arropar a Muñoz Cárdaba en su nueva andadura pese a que ya es veterano en el Vaticano al llevar trabajando cerca de 20 años en el servicio diplomático de la Santa Sede. La ceremonia contó con un invitado de la cúpula eclesial muy significado, el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, encargado de oficiar la homilía y una larga misa de prácticamente dos horas.

También destacó la presencia de numerosos altos cargos eclesiales, como el secretario para las Relaciones con los Estados del Vaticano, Paul Richard Gallagher; los arzobispos de Barcelona y Madrid, que coincide que también son el presidente y el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, Juan José Omella y Carlos Osoro, respectivamente; el nuncio apostólico en España, Bernardito Auza.; el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, el reciente arzobispo emérito, Braulio Rodríguez Plaza; y el obispo emérito de Segovia, Ángel Rubio, entre otras personalidades.

Las normas sanitarias marcaron ayer el aforo para una solemne ceremonia, pero se reservó suficiente espacio para las autoridades políticas, entre ellas, el presidente de la región, Emiliano García-Page, varios miembros del Gobierno regional; el presidente de la Diputación, Álvaro Gutiérrez; y la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón. El resto de sillas se reservaron para los familiares de Muñoz Cárdaba y otros muchos religiosos ligados a la Archidiócesis de Toledo.

La ceremonia. Francisco Cerro  abrió la eucaristía elogiando la labor de la Archidiócesis de Toledo, «una Iglesia con grandes pastores del pasado más lejano y del presente». En estos momentos, se sustenta «de numeroso clero joven y bien preparado» y remarcó «su gran compromiso misionero» desde hace muchos años.

El arzobispo fue breve, repasó parte del currículum del consagrado, resaltó su paso por Toledo y se despidió invitándole a ser «un hombre del Papá». La intervención de Cerro dio paso al inicio del acto penitencial, con sus lecturas, salmos y la liturgia de ordenación, el momento más esperado por todos.

El cardenal Pietro Parolin pronunció una homilía centrada en la paz y en la tarea de la Iglesia y, sobre todo, de los nuncios de la Santa Sede en velar «por la armonía entre la Iglesia y las naciones». En este sentido, subrayó: «La sabiduría de la Iglesia experta en humanidad se fundamenta en la palabra de Cristo, que vino para salvar a la humanidad».

Tampoco quiso terminar la homilía sin mencionar que el calendario marcaba una fecha señalada, 25 de julio, el día de Santiago Apóstol. Una prueba de que «España está orgullosa de tener a Santiago como su patrón».

A continuación, esta misa de ordenación continuó con la liturgia de ordenación y Muñoz Cárdaba se puso de pie, se acercó al cardenal y al altar para contestar el interrogatorio que se incluye en la promesa del elegido, ya que una antigua regla establece que el elegido sea examinado ante el pueblo sobre su fe y su futuro ministerio. Una vez afirmadas todas las preguntas sobre su compromiso con la Iglesia, los obispos depusieron la mitra, se pusieron de pie antes de orar mientras Muñoz Cárdaba se postró tumbado boca abajo en el suelo. Al término de las letanías, se levantó, se arrodilló ante Parolin, que le colocó las manos en la cabeza  y poco más tarde el resto de los obispos antes de la plegaria de ordenación. El protocolo de esta ceremonia prosiguió con oraciones y con la entrega del Evangelio y de las insignias episcopales al consagrado.

su intervención Muñoz Cárdaba admitió que se sintió «un poco asustado» cuando se le comunicó en marzo que iba a ser nuncio en Sudán y Eritrea y agradeció especialmente el anillo que llevaba, un regalo personal» del Papa Francisco. Tras los agradecimientos y las explicaciones sobre su escudo y su lema, tuvo tiempo para destacar su paso por Toledo, recordar a los arzobispos de la Archidiócesis de Toledo, con una mención especial para el cardenal Marcelo González Martín, que también quedó refrendada llevando su casulla en esta ceremonia, y valoró su etapa en la ciudad. «Estoy profundamente orgulloso de Toledo, que me ha enseñado a ser sacerdote». El resto de la intervención la destinó al apoyo de sus familiares.