Artesanía y artesanos de la provincia hace 40 años

José García Cano*
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Sirvan estas líneas de pequeño homenaje a tantos y a tantos artesanos como ha dado nuestra provincia y a los que aún hoy continúan con sus talleres al pie del cañón

Artesanía y artesanos de la provincia hace 40 años

Si hay algo que caracteriza y define a los pueblos de nuestra provincia de Toledo es la rica tradición artesanal que venimos heredando desde hace siglos en nuestros pueblos y ciudades. Tal es la diversidad de artesanías que encontramos en la provincia, que no solo podemos quedarnos con los temples del acero que daban las aguas del rio Tajo a las espadas, si no que habría que hablar de los bordados de Lagartera y de los pueblos de la Campana de Oropesa, de la cerámica de Talavera y de Puente del Arzobispo (declaradas hace muy poco Patrimonio Cultural e Inmaterial) o de los alfareros de Villafranca de los Caballeros. 

Desgraciadamente, el tiempo, la tecnología y los avances han motivado que algunos de aquellos trabajos artesanales hayan desaparecido casi por completo. Tal es el caso de los hojalateros de los cuales encontramos dos de ellos aún en 1980. Los boteros también aparecen ese año con un taller en la localidad de Noblejas a nombre de Manuel Zamorano Sánchez. También en esta localidad y en Ocaña, Villarrubia de Santiago y Quintanar de la Orden aparecían varios talleres de tonelería, recordando este trabajo, el de los toneleros, tan importante para conservar el vino y los líquidos de antaño. La tradición toledana del damasquinado se ha conservado principalmente en la capital, aunque en aquél periodo de los ochenta también había algún taller en Bargas y en Olías del Rey, junto a los veinticuatro que se ubicaban en Toledo ciudad. La imaginería ha sido una artesanía que afortunadamente aún trabajan algunos artesanos toledanos, si bien hace cuarenta años existían dos maestros imagineros, uno en Alberche del Caudillo (Antonio Madroñal) y otro en Toledo (Máximo Revenga). 

A mucha gente oír hablar de los guarnicioneros y talabarteros es recordar un oficio que se encontraba puntualmente en la mayor parte de nuestros pueblos y que hoy a pesar de los pesares, se sigue manteniendo en algunos talleres que no olvidan estos trabajos. Los talabarteros elaboraban albardas (silla de montar compuesta de dos o tres horcones de madera, que se rellenaban con paja larga de centeno y se embastaban con bramante), sillones, colleras y ramales. El trabajo del cuero en nuestra provincia es aún realizado por varios talleres que se encuentran repartidos a lo largo y ancho de la provincia, manteniendo este ancestral trabajo artesanal. En los ochenta había talleres de guarnicionería en Belvís de la Jara (Florentino Carretero, Ángel Sánchez y Genaro Sánchez), Talavera de la Reina (Monturas Lucas), Torrijos (Ángel Canilla), Polán (Tomás del Valle), Ventas con Peña Aguilera (Bienvenido Ruiz y Abel y Ángel Gutiérrez), Los Yébenes (Félix Pedraza Jiménez, Fernando Sánchez y Manuel Sánchez) y Mora de Toledo (Urbano Prieto Prieto). Ya en 1650 se decía que la localidad de Orgaz era famosa por sus trabajos en talabartería y Torrijos en 1712 era un lugar donde se preparaban cinchas, baquetas y pieles en sus tenerías. 

Otro tipo de cerámica además de la talaverana y de la de Puente, es la que fabricaban en localidades como Cuerva y Ocaña, donde en sus hornos se preparaban utensilios tan habituales en las casas de nuestros mayores como cántaros, cazuelas, botijos y barreños, bien con vidriado en color negro o en color miel. Se decía que la loza blanca de Ocaña era famosa por la calidad de la greda con la que trabajaban sus artesanos, consiguiendo hacer unos botijos que mantenían el agua a una perfecta temperatura. Otros alfares aparecen en funcionamiento en los años ochenta en localidades como Los Navalucillos, Magán, La Puebla de Montalbán o San Bartolomé de las Abiertas. 

La forja y la herrería siguen siendo trabajos que podemos encontrar en muchos puntos de la geografía provincial. Las armaduras, las rejas o las espadas son elementos propios de nuestra historia que los herreros llevan forjando desde hace siglos. Aún en los ochenta se podían censar varias localidades con talleres de forja artística en nuestra provincia, como por ejemplo en Guadamur (Higinio Llorente), Mocejón (Juan Díaz Prestel y Antonio Aguado), Mora de Toledo (Anselmo Villarrubia y Emilio Rodríguez), Quintanar de la Orden (Pedro Sierra, Diego Ortiz, Gerardo Sánchez y Carmelo Pozuelo), Recas (Talleres Orlo), San Pablo de los Montes (Ángel Crespo), Sonseca (Hermanos Palencia y Julio Barbero), Ventas con Peña Aguilera (Damián Castellanos) o en Villacañas (Silvio Ortiz). 

Para terminar no podemos olvidar el duro trabajo de la piedra y el mármol, cuyos artesanos tienen la habilidad de transformar lo inerte y lo inexpresivo en vida, en formas mágicas, en esculturas llenas de sentimiento y realidad. En aquellos años ochenta se ubicaban varios talleres de mármol y piedra en nuestra provincia; algunos de ellos en Los Navalmorales (Nicolás López Sánchez), Alameda de la Sagra (Juan Lorenzo), Lagartera (Vidal Moreno), Menasalbas (Santos Muñoz, José Azaña, Leocadio Galán y Hermanos Crespo), Quero (Rosado Castellanos) y Ventas con Peña Aguilera (Manuel Medina y Gregorio Díaz). 

Sirvan estas líneas de pequeño homenaje a tantos y a tantos artesanos como ha dado nuestra provincia y a los que aún hoy continúan con sus talleres al pie del cañón, trabajando en unos oficios muy poco valorados, pero herederos como pocos, de unas tradiciones centenarias que conforman la riqueza cultural y etnográfica de la provincia de Toledo.

*Académico correspondiente en Consuegra de la Rabacht