Un incendio a la altura de los fuegos de la Magdalena

F. J. R.
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Hay que remontarse más de cinco siglos y medio en el tiempo para encontrar un fuego de similares características. En 1467 ardieron más de 1.600 casas, pero todas en el Casco. La superficie afectada por el incendio de ayer es la mayor de la historia

Por extensión y medios empleados, el de ayer es uno de los peores incendios registrados en la ciudad. - Foto: Yolanda Redondo

El día de ayer pasará a la historia de la ciudad. No existen registros de un incendio de tan grandes dimensiones en Toledo, con tantas hectáreas quemadas y con tantos medios implicados en su extinción. Y eso que aún faltan los datos oficiales y definitivos.

Las llamas se divisaron por primera vez en el horizonte de la ciudad sobre las 16:50 horas. Muchos sacaron sus cámaras para recoger lo que parecía un incendio de pastos lejos del término municipal, pero que finalmente obligó a desalojar un barrio entero, como Montesión, y puso en alerta a toda la ciudad.

Hay que remontarse cinco siglos y medio atrás para encontrar un precedente. Pasó a la historia como los «Fuegos de la Magdalena» y las crónicas antiguas recogen que afectó a 1.600 casas de la ciudad. Fue un 22 de julio de 1467, durante el enfrentamiento entre conversos y cristianos viejos. La zona de las Cuatro Calles y la Plaza Mayor, en el Casco, fue el escenario de combates encarnizados, en los que llegó a haber hasta fuego de artillería.

El Alcázar ha ardido en varias ocasiones. El Alcázar ha ardido en varias ocasiones. Fruto de eso, las llamas comenzaron a devorar algunos inmuebles. Se cuenta que se quemaron más de 1.600 casas, y que hubo más de cien bajas entre muertos y heridos.

Los Fuegos de la Magdalena obligaron a familias enteras, no solo judías, sino también musulmanas, a abandonar para siempre Toledo. La más famosa de todas ellas fue la familia de Ali ben Ziyad al-Quty, quién partió rumbo a Tombuctú con un conjunto de manuscritos que constituyen la base del Fondo Kati, que ahora está custodiado por su último descendiente, Ismael Diadié, y que desde hace años se negocia recuperar para la ciudad.

Los Fuegos de la Magdalena tienen sin duda el triste privilegio de ser el peor incendio de la ciudad en cuanto a casas afectadas, pero sin duda el fuego originado ayer es el de mayor extensión.

Y es que, tradicionalmente, los incendios más virulentos han afectado al Casco Histórico de la ciudad. El aglutinamiento de casas, el predominio de la madera en muchas de sus estructuras y la dificultad de combatir las llamas de una forma eficaz entre las calles estrechas, han sido elementos que siempre han favorecido que el fuego se hiciera fuerte en el Casco.

La cuestión es que, en los alrededores de Toledo, con una zona en la que hay principalmente maleza y retama, nunca se había dado la situación de unas llamas de más de cuatro metros de altura que avanzaran con semejante virulencia.

El pinar de La Bastida, y la zona de encinas que rodea a Montesión, sumado al fuerte viento y al calor que azotaba Toledo ayer, crearon el ambiente perfecto para que las llamas tuvieran combustible extra.

Los incendios del Alcázar de Toledo causaron un gran destrozo patrimonial, pero tampoco tuvieron esta envergadura. Y eso que en el más grave de ellos, el del 9 de enero de 1887, según los escritos de la época, «el fuego permaneció con virulencia durante tres días y no se apagó completamente hasta pasado un mes».

La Catedral de Toledo tampoco se ha salvado del fuego, y el 29 de octubre de 1680 las llamas arrasaron la mitad de su torre. El coronamiento cayó al suelo y destruyó parte del claustro. La Plaza de Zocodover, en 1589, también fue pasto de las llamas, sirviendo la destrucción para su ampliación y para darle así su actual forma.