Kiti Mánver es de esas actrices que pueden con todo y se atreven con personajes más y menos arriesgados, con textos teatrales que exigen muchas tablas  y mucho rodaje, con papeles dramáticos, cómicos, más completos, más desnudos...Y encima trae un regalo, su buen sentido del humor y su facilidad «para los chascarrillos», una seña de identidad con la que ambienta los rodajes.

‘El inconveniente’ está de preestreno. Imagino que es un regalo con la que está cayendo con la pandemia.

La hemos estrenado en festivales y el estreno oficial será este jueves. Es milagroso estrenar y es un acto de valentía por parte de los productores y es muy de agradecer. Es como decir que la pandemia no va a poder con nosotros y vamos a seguir hacia adelante aunque las condiciones sean bastante tremendas. La película está funcionando con mucho tipo de público y deja al espectador con un regusto bueno. Tiene de todo, sonrisas, su rato de polémica tras terminar de verla, pone de manifiesto problemas de la sociedad y es esperanzadora. Está contada de manera cruda, pero también es superdivertida. Es como la vida misma.

Cine con mensaje y de los buenos, ¿no?

Sí. Además, la película tiene varias sorpresitas, pero no puedo decirlas porque sería un spoiler horroroso. Sobre todo, se trata de una historia de sororidad y es emocionante que dos hombres jóvenes, tanto el director Bernabé Rico, como el productor, Olmo Figueredo, cuenten historias de mujeres con personajes que no son adolescentes ni historias de superguapas del momento. Te da esperanza al ver que hay hombres que son más permeables ya a estos temas y apuestan por contar la vida de una mujer adulta y triunfadora y la de otra que está en el final de la vida, una vieja. Me dicen que no diga esa palabra, pero ni es una palabra que me asuste ni que me parezca peyorativa, forma parte de la vida.

¿Qué dificultades has encontrado a la hora de meterte en ese papel de vieja?

Voy ya camino, eh...

Todavía te quedan años para llegar   a la edad de la protagonista...

Tengo casi diez años menos que el personaje. Me han avejentado un poco y han hecho un trabajo precioso de caracterización. Ha sido muy hermoso el recorrido. Juana Acosta y yo estuvimos ensayando una semana con el director y le propuse a ella que, como el peso de la película lo llevábamos las dos aunque el reparto es fastuoso, estudiásemos juntas.

Al principio, las dos protagonistas tienen una relación muy difícil por la manera de ser tan diferentes y ambas fuimos muy conscientes y nos pusimos a trabajar juntas durante un mes, un día en su casa y otro en la mía poniendo esas famosas capas de cebolla a los personajes. Nunca había tenido una compañera así... Y es mucho más organizada que yo.

¿Es complicado encontrar ese equilibrio para que el personaje esté redondo y no caiga en tópicos ni se quede a medio camino entre la comedia y el drama?

Es complicado, pero si el director lo tiene claro y Bernabé sí lo tenía, sale. La batuta la tenía él y a mí, que tengo tendencia al chascarrillo, me ha comprado lo justo y me parece perfecto porque así la película está muy equilibrada. Es un género que ahora se llama dramedia, ni drama ni comedia, y el buen saber hacer del director ha sido muy importante. Es un director que tiene un estilo y sabe muy bien cómo quiere contar las historias. También he tenido la suerte de que me ha tocado una compañera con la que he tenido mucha química. Ya conocía a Juana porque coincidimos hace años en un rodaje y me parece una gran actriz y también una gran persona.

Juana Acosta te va a regalar un oscar con tantos piropos...

Es que ha sido muy hermoso y no es fácil que ocurra porque cada actor tiene una fórmula, una escuela y un experiencia. Cuando te encuentras a una compañera que mira su trabajo con lupa el resultado es estupendo.

¿Es cierto eso de que estudias los guiones y los trabajas mientras cocinas? La escena podría encajar en una película de Almodóvar.

Utilizo la cocina cuando tengo el texto listo para decirlo en voz alta, pero hay un estudio previo profundo del personaje y muchas anotaciones. En este caso, el texto viene de una obra de teatro de Juan Carlos Rubio, que también es guionista en la película, y es una historia de mujeres que se dicen muchas cosas, se pelean, se van entendiendo poco a poco, y el diálogo tiene un peso bastante potente y estudié como hago con el teatro, poniéndome a cocinar cuatro o cinco platos y después congelándolos.

Tiene su lógica hacerlo así porque cuando cocinas tienes que tener en cuenta un sinfín de cosas, andas con fuego, con sabores, colores, con cuchillos, peladores y es un arte maravilloso con el que puedes ir soltando el texto. Así que cuando llegas el primer día al rodaje ya te pueden decir que lo digas haciendo el pino o a la pata coja porque eres capaz de normalizar cualquier cosa que te pida el director.

¿Te ves con un Goya con este papel protagonista?

Me encantaría. Estamos muy contentos porque tengo tres premios, también el del CiBRA compartido con Juana Acosta, ambas como protagonistas, que nos llenó de felicidad porque es precioso vernos ahí juntas. Estoy nominada para los Feroz, también, pero los premios son una lotería porque son imprevisibles, aunque estaría encantada de recibirlos. Y con estar ahí me hace feliz.

Si ahora mismo sonara el móvil, ¿te gustaría que fuera una oferta de teatro, de cine o de televisión?

Me quería tomar un año sabático, pero en esta etapa han cambiado las circunstancias para todo el mundo, así que lo acortaré un poco y en febrero ya tengo una serie y otra peli.

¿Y volverás pronto al teatro?

Sí, pero no inmediatamente. Sigue en pie el proyecto de rematar la gira de la comedia ‘Juntos’, que tuvimos que interrumpir, cuando se normalice la situación porque quedaban aún tres meses para ponerle el broche.

Las series están revolucionando la televisión. ¿Están eclipsando al cine con mayúsculas?

Es inevitable, pero al cine le auguro mucho tiempo, también se decía del teatro y la tele no se lo ha cargado. Tanto el teatro como el cine están pasando dificultades. Aun así, siempre habrá gente con ganas de ver una peli en una gran pantalla.