¿Se filmó en Toledo la primera película del cine franquista?

Adolfo de Mingo
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El huésped del Sevillano (Enrique del Campo, 1940) reaprovechó los Estudios CEA de Madrid justo después de la guerra. Rodaron cuatro días en exteriores toledanos

¿Se filmó en Toledo la primera película del cine franquista?

Son pocos los detalles que se conocen sobre El huésped del Sevillano (Enrique del Campo, 1940), la más temprana de las adaptaciones cinematográficas de la célebre zarzuela compuesta por el maestro Jacinto Guerrero en 1926 y que junto con La dama del armiño (1922), de Luis Fernández Ardavín -posteriormente también trasladada al cine-, contribuyó a situar a la ciudad de Toledo en lo más alto de los escenarios españoles durante los años veinte. El huésped del Sevillano de 1940 destaca también por ser «la primera película acometida después de la guerra», o así lo manifestaban durante su estreno las páginas de ABC, ya que su filmación supuso el reaprovechamiento de los madrileños Estudios CEA en los primeros momentos del régimen franquista.

Gracias a otro periódico, El Alcázar, conocemos algún detalle más sobre el rodaje de sus exteriores, que tuvo lugar a mediados de septiembre de 1939, a lo largo de cuatro días, en esta ciudad. Carlos Ballester acompañó al equipo tras su llegada a la plaza de Zocodover, donde decenas de curiosos se sintieron atraídos por la «gente de cine». Según el cronista, «brota en seguida en las miradas la sana envidia por la fama que pueda aureolar a aquella rubia platino que baja del autobús portando coquetonamente un diminuto maletín, o por aquel apuesto mancebo a quien se le supone siempre un ardiente galán y suele ser, a veces, el encargado de pasar lista a los extras del evento». Ballester pudo entrevistar a los protagonistas, Marta Roel y Luis Sagi-Vela -«cantantes consumados y estimables actores»-, en la terraza de ‘El Suizo’, histórico establecimiento situado junto a las ruinas del Alcázar.

El director de El huésped del Sevillano fue el cineasta y actor mexicano Enrique del Campo (1903-1947), esposo de Marta Roel o Ruel. Ambos habían trabajado con anterioridad en El fantasma del convento (Fernando de Fuentes, 1934), un interesante clásico del cine de terror mexicano. Poco después, Del Campo volvería a dirigir a su mujer en El crucero Baleares (1941), película sobre el conocido hundimiento del buque franquista que pese a contar con la colaboración del Ministerio de Marina acabó siendo prohibida por el régimen, no llegando a ser estrenada comercialmente y acabando todas sus copias destruidas. 

Roel, quien apenas trabajaría posteriormente -salvo para participar en la intrascendente Suspenso en comunismo (Eduardo Manzanos, 1956)-, expresaba en 1939, junto a las ruinas de la fortaleza y apenas unos meses antes de que Augusto Genina empezase a filmar Sin novedad en el Alcázar (1940), la satisfacción que le merecería protagonizar una película sobre el asedio. «Si a mí me coge dentro, ¡qué poquitas ganas de hacer chistes hubiera tenido!», añadía por su parte el actor de comedia Julio Castro, ‘Castrito’, quien trabajó en el papel de Rodrigo y fallecería poco después. Otros miembros del reparto fueron Charito Leonís y Joaquín Bergía, quien, casualmente, treinta años después, volvería a aparecer en la segunda adaptación de El huésped del Sevillano para el cine, producción de TVE dirigida por Juan de Orduña en 1970, también filmada en Toledo en un llamativo Eastmancolor y mucho más conocida.

Gracias a la crónica de El Alcázar conocemos también que participó en el proyecto José María Alonso-Pesquera (1905-1991), «el amigo de todas las rutas, cineasta y caballero, aristócrata y soñador». Se trataba de un interesante personaje, galán durante la época muda, buen conocedor del cine francés y alemán, realizador durante los años de la República -dirigió Sinfonía vasca en 1935- y por añadidura tercer marqués de Alonso-Pesquera.

Así mismo, es interesante destacar la participación en El huésped del Sevillano del barítono Luis Sagi-Vela (1914-2013), destacado intérprete de ópera y zarzuela. No en vano, cuando se incorporó a la película acababa de rematar varios meses de intenso trabajo en Estados Unidos, debutando en Nueva York con la Broadcasting Company en febrero de 1939. También había ofrecido conciertos de «música española» en el Carnegie Hall y en Washington, Chicago y Cleveland, participando durante un mes en el musical The Streets of Paris y realizando grabaciones semanales para la emisora WOR. Por si fuera poco, había emprendido allí un par de proyectos cinematográficos.

El Alcázar incluyó entre sus páginas varias imágenes de la película entre finales de 1939 y enero de 1940, cuando se produjo su estreno en el Palacio de la Prensa de Madrid. Por la escasa calidad de las reproducciones -acompañó a la crónica de Carlos Ballester una fotografía de Marta Roel y Joaquín Bergía con el director y el operador tomada en la Puerta de los Leones de la Catedral-, incluimos aquí una imagen promocional en la que es posible identificar a la mayoría del reparto.

«Y del interior de la Catedral salen damas y caballeros, precedidos de Raquel y la Dueña, a quienes sigue ‘el villano’, perfectamente encarnado en Joaquín Bergia. La escena -continuaba la crónica de Carlos Ballester-, evocadora en sus atavíos y detalles, da al pórtico todo el sabor de la época, hasta el extremo que, de no prestar atención al gentío que asiste al rodaje, nos creeríamos en el Toledo del siglo XVI, fecha de la acción que ante nuestra mirada se desarrolla».

El texto publicado en El Alcázar finalizaba con un «recuerdo doloroso de la Posada de la Sangre, destruida por la barbarie roja, escenario principal de la obra de Guerrero y que ha sido necesario construir en el Estudio bajo la escrupulosa dirección de técnicos documentados».