La noche es para soñar

Mario Gómez
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Tomás Rufo se convierte en el ganador del Certamen de Novilladas Nocturnas de Promoción 2019 en Las Ventas, tras firmar una rotunda actuación, en la que paseó un apéndice y que pudo haber redondeado con una Puerta Grande

La noche es para soñar

No hace ni siquiera un mes, Tomás Rufo era un novillero con picadores de Pepino, que se sentía muy vinculado a Talavera y que contaba con media decena de novilladas desde su debut. Su mayor éxito, era el verse acartelado en Madrid, pero era consciente de que «era el momento». Así nos lo contaba en una entrevista que La Tribuna publicaba el pasado 14 de julio, hoy de aquello dista un mundo.

El mundo que va de presentarte en Madrid, cortar una oreja, pasar a la final del certamen y regresar el 1 de agosto. El mundo que va de verte anunciado en un mano a mano, y tener tres cartuchos para cambiar el futuro, y acabar cortando otra oreja y alzándote como triunfador. El mundo que va, de saber que este año estarás tres tardes en Las Ventas, porque en este obsoleto y obstruido sistema, esa meritocracia que tanto echamos en falta, otorga al triunfador un puesto en la novillada de la próxima Feria de Otoño,

El ambiente que se respiraba en Madrid era muy bueno, una animosa venta de entradas y un calor que dio cierto respiro cuajó casi 9.000 personas en los tendidos. 1 de agosto y las playas españolas como sucursal de la capital del reino. Pocos quedan en Madrid y eso, si cabe, da más mérito a los que acudieron a la plaza. 

A pesar que la empresa decidió dejar la final en mano a mano, el rodaje de Rafael González y la bisoñez de Tomás Rufo, aportaron la variedad suficiente dando argumentos para que nadie se aburriese.

Pero sin duda lo de Rufo es para tener en cuenta. Y para tenerle en cuenta. Pues el amplio segundo se escupió en los capotes en el saludo, y pronto marcó la condición huidiza. No cambió y Rufo, no se amilanó. Le buscó las vueltas, allá donde el toro le dejó. Se vio a un novillero que quiso, pero al que le faltó enlazar los muletazos. El ensillado berrendo en castaño no fue un dechado de virtudes, pero sí fue materia prima suficiente para que, con firmeza de plantas, trazo sometido y largo, Rufo diera el primer toque de atención de la noche, porque la noche aunque sea oscura, puede ser preámbulo del alba, de la luz, del resurgir, del despegar…

Una espada segura viajó certera tras unos olés rotundos que hicieron que aflorasen pañuelos suficientes como para conceder un trofeo. El palco privó a Rufo de pasear una oreja que era suya, pero la vuelta al ruedo era de ley, sin nadie que pudiera privarle de disfrutar de la entrega de Madrid.

Porque amor con amor se paga, y entrega con entrega se devuelve. Así es Madrid, y la desmedida entrega de este toledano, se revirtió ante el cuarto. Tras un quite y su réplica, comenzó por alto con mucho sabor la faena de muleta, para pronto comenzar a desmayarse por el lado derecho. Humilló el de ‘El Cortijillo’, y la verticalidad de Rufo hacía, más si cabe, un compendio de estética y pureza. Tres derechazos para el recuerdo y Madrid entregada al novillero. Derrochó ganas y actitud, para cerrar el círculo tal y como lo comenzó, por alto. Un exquisito pase de pecho a pies juntos cargado de sabor que hizo paladear el toreo más inspirado y quizá casi de arrebato que fluye como torrente desde lo más hondo. Sabía que ahora sí tenía la oreja y que había que irse detrás del acero. Dicho y hecho, oreja de peso a sus manos que recibió y resopló aliviado. La paseó sonriente y satisfecho, aún sabiendo que le quedaba un novillo más y que el paraíso aguardaba con sus puertas entreabiertas.

Buscó mecer el capote echando los vuelos y dando el pecho al que cerraba la noche. Brindó a Morenito de Aranda la faena que pudo suponer su despegue definitivo. Pero el burel no estuvo por la labor y pronto se esfumó. Gaseosa. Prometedor fue el inicio y llegó la faena a ese punto que comienza a sentirse el runrún de triunfo importante. Pero reculó a tablas el animal y le costó salirse de la segunda raya donde podría haber ofrecido un juego diferente. Ahora sí la dejó siempre puesta Rufo, y Madrid parecía empujar. Dejó media de rápido efecto en todo lo alto, pero a pesar de la nueva petición, el presidente volvió a incumplir el reglamento, y solo saludó una ovación que pudo haber sido otra vuelta al ruedo de no ser por el inoportuno anuncio que lo proclamaba como vencedor.

Rafael González es de lejos el novillero que más ha toreado en los últimos años en Madrid. Desde 2017, son ya 17 los animales que ha estoqueado, paseando 5 orejas y dando dos vueltas al ruedo. Al filo de la Puerta Grande se quedó en varias ocasiones, y parece ser que, al menos de novillero, no se dará. Cuajo y oficio tiene para tomar la alternativa, quién sabe si esta misma temporada. 

González quiso vender desde el inicio cara la final. Sabía que es uno de los gallos del escalafón con caballos y por eso trató de mostrarlo ante su primer novillo. Toreó con sosiego a pies juntos de capote al único que realmente se dejó en la novillada. Por bajo fue la exigencia que pidió el novillero y por bajo la entrega humillada del animal. Pronto mermó la condición del astado ante lo que González se instaló en los terrenos de cercanías en los que tan cómodo se siente. Tragó y resultó aparatosamente volteado sin consecuencias, disposición mostró en los otros dos del lote, pero volvió a ser la tranquilidad con la que pisa los terrenos de «fuego» lo más destacado, por lo que saludó una ovación tras pasaportar al 5º como balance de su noche.

Noche y casi madrugada, pues al filo de las 12 terminaba la final de un certamen, que ha puesto en valor a un novillero que hace menos de un mes nos decía que las noches son para dormir, pero también para soñar. Ahora puede soñar despierto, porque el sueño ya es realidad.