Ochenta años de resistencia

belén monge ranz / guadalajara
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La pandemia del Covid-19 sorprendió a Ascen y Mari, las libreras de La Alcarreña, cuando ya tenían previsto su cierre, muy marcado por el dolor ante la pérdida de amigos y clientes

Ochenta años de resistencia - Foto: Javier Pozo

La calle Miguel Fluiters de Guadalajara se queda huérfana tras el cierre este 30 de junio, de un histórico negocio de la ciudad, una institución con  ochenta años de historia dedicados al mundo de la cultura y de la información, la librería de prensa La Alcarreña. Decenas de personas han querido despedirse en persona de las liberaras más carismáticas de Guadalajara. Flores, selfies y mucho afecto, pero con choque de codos en vez de besos. El Covid-19 está latente en el ambiente. Ascen y Mari, como las conoce su clientela, han sido dos mujeres emprendedoras y trabajadoras que han dedicado su larga vida a un oficio de los libros y venta de periódicos. La crisis sanitaria no ha amedrentado en ningún momento a la octogenaria Ascen para abrir cada día desde muy temprano La Alcarreña.  

Este punto de venta de libros y periódicos echó a andar el 2 de abril de 1.940 con Leonor Carvajal, tía de Ascensión y María de Blas de Mingo, dos hermanas que cuentan ahora con 80 y 84 años y que hasta el pasado 30 de junio, durante décadas, se han metido en los corazones de miles de guadalajareños a través de todo tipo de historias y de noticias. A ellos han llevado las novelas de bolsillo de Reno que editaba en su tiempo Plaza y Janés y que guardaban un ligero aroma a nostalgia; bellas postales de época, revistas de cotilleo y la prensa nacional y la provincial, entre ellos, La Tribuna o La Nueva Alcarria. Además de plumas de alta gama, la pasión declarada de Ascen, la titular.

Siempre con el apoyo inconmensurable de Mari -últimamente algo achacosa de salud- Ascen ha sabido lidiar  durante 65 años un negocio duro pero gratificante. No han faltado momentos dramáticos pero también bellos pese a que en  La Alcarreña solo se cerraba tres días al año. Ahora ya no habrá más madrugones para desempaquetar la prensa ni preparación de pagos de IVA ni llamadas a proveedores de horas intempestivas;ha tocado retirarse y lo hacen con cierta nostalgia pero  preparadas.

En su librería se ha dado voz a todos los autores de la tierra. «Hemos tenido todo lo que se editaba en la provincia porque yo soy de Guadalajara y es lo que más quiero», afirma Ascen a La Tribuna. Así, en el escaparate principal aún se dejaban ver este 30 de junio bastantes libros vinculados con Guadalajara, entre ellos el de La Felipa, la librera más popular de la calle Libreros de Madrid pero guadalajareña de nacimiento.

Pero  La Alcarreña también tiene un huequecito en la obra de Camilo José Cela y así figura en la placa que hay en la fachada de este establecimiento, obsequio del Ayuntamiento. Y es que el Nobel era amigo personal de Ascen, que fue de las pocas que tuvo el privilegio de acompañarlo cuando fue a recogerlo. En esta librería compró mucho tiempo la prensa el escritor cuando estaba afincado en El Espinar y aquí se casó. Una de las pocas que sabía con antelación cuando iba a ser el enlace civil de Camilo y de Marina Castaño y la que se encargaría también de comprar los anillos en la joyería Duce de esta ciudad.  «Les regalé los anillos que compré a mi joyero. Y cuando me preguntó qué inscripción ponía le dije que eran para unos amigos de un pueblo, sin más», apunta Ascen, para quien el Nobel era un amigo muy especial al que aún echa muchísimo de menos.

Lo cierto es que ni Ascen ni Mari se esperaban que el cierre de La Alcarreña se vería turbado por una crisis sanitaria mundial como ésta. «Vino la pandemia y aquí he estado todos los días y sin vender una escoba», afirma Ascen tras reconocer que pocos clientes eran los que se acercaban las establecimiento.  Para ella, ha sido «la peor crisis»que ha vivido, no cabe duda», apunta mientras nos comenta como cada día, al dejar la tienda, su hermana Mari, que no ha ido este tiempo por razones de salud, si la esperaba a la entrada con todo preparado para evitar que el virus entrara en casa. Pero para estas dos longevas mujeres lo peor de esta pandemia , lo mas doloroso, ha sido la perdida de algunos clientes y amigos. «Ha sido lo más triste», apostillaba Ascen mientras pese a ser el último día de apertura de la tienda no desatiende a ninguno de sus clientes, de quienes, muy a su pesar, se tiene que despedir en esta ocasión con un simple toque de codo porque los abrazos están de momento prohibidos.  

reconocimiento. Su establecimiento estaba este 30 de junio más florido que nunca. Ramos de flores por doquier, de amigos, comerciantes de la zona y políticos de uno y otro signo también quisieron sumarse a una despedida especialmente entrañable y emotiva. Un adiós cargado de ternura y de reconocimiento, que deja su huella en la ciudad. Y mientras Ascen y Mari disfrutan de un merecidísimo descanso, el legado de las obras que aún permanecen en los estantes de su librería será donado a la Bibilioteca de Dávalos y a la Iglesia. Ese es su deseo.