Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Save the date

25/11/2021

A estas alturas, no me debería causar sorpresa alguna que gran parte de los correos electrónicos que me encuentro cada día en el buzón de entrada - y aquí confieso lo ardua que me resulta la tarea de revisarlos, clasificarlos, guardarlos, reenviarlos o eliminarlos porque la cantidad que circula es de un orden de magnitud cercana a lo ingente-  se presenten con palabras en inglés en el asunto. Cierto es que algunos de estos no son de remitentes españoles, puesto que proceden de instituciones internacionales o de colegas extranjeros.
Diría que cada vez tiene menor efecto sobre mi atención - creo intuir que es la intención de quien, dominando el castellano, lo envía- leer entre los correos que ahora revisaba: join us, black Friday, learn transformation digital, digital health trends, marketing, machine learning, invitation, new evaluation, report on line, register now, presentations on line, cluster, claim, news alert, agrifood brief, showcooking, coaching nutricional, crowdfunding, crowdfarming, agrifoodtech, crowdsourcing, newsletteropen days y un largo y variado etcétera. Debe ser algo parecido a la tolerancia y resistencia que desarrolla nuestro cuerpo frente a medicamentos, alérgenos o venenos.
Sin embargo, sí que ha conseguido despertar mi curiosidad el correo mediante el que, desde una dirección general de un ministerio de España, se nos convoca a una reunión, rezando en el asunto: Save the date. A mi parecer, algo insólito, por lo que me he decidido a leer un poco sobre el uso de anglicismos para saber por dónde iba esta tendencia.
Hay distintos tipos de anglicismos porque, además de los patentes, también lo son todos los términos que tienen como raíz o vocablo inmediato uno en inglés. De hecho, el inglés ha transmitido al español un sinfín de voces orientales. La expansión de este idioma en nuestro país viene de lejos y se debe, fundamentalmente, al predominio norteamericano tras la Segunda Guerra Mundial en ámbitos no solo económicos o tecnológicos, sino también culturales y de comunicación, que Internet ha favorecido.
Por eso, en general, los estudiosos de la lengua, aunque critican las pérdidas semánticas, las desviaciones sintácticas y los barbarismos ortográficos, aceptan favorablemente el uso de anglicismos porque enriquecen el idioma al ser una fuente con la que ampliar el vocabulario. Es verdad que casi todos los aceptados por la RAE no tienen un equivalente en español, pero tampoco se rechaza ninguno categóricamente por parecer superfluo. Sin embargo, no es extraño que el común de los mortales, que incluye a los lingüistas, tilde de ignorante, cursi o pretencioso a quien le aturde, por no decir aburre, abusando de voces en inglés cuando no hay un vacío semántico en castellano porque es fácil encontrar la palabra precisa.
Aun así, el uso de anglicismos es verdaderamente interesante para los sociólogos. El inglés se ha convertido en la lingua franca que nos permite comunicarnos con gran parte del resto del mundo y el uso indiscriminado de anglicismos patentes juega un decisivo papel en la formación de las identidades actuales por tener fuertes connotaciones ideológicas.

 

ARCHIVADO EN: Marketing, Internet