El objetivo es parecerse a Canarias

L.G.E.
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Más de la mitad del territorio español tiene una densidad de población tan baja que podríaagruparse en territorios para pedir fondos a la UE y una fiscalidad propia como las Canarias

El objetivo es parecerse a Canarias - Foto: CARMEN TOLDOS

Los diputados regionales se quedaron boquiabiertos con la secuencia de mapas que presentó esta mañana en las Cortes María Pilar Burillo Cuadrado, demógrafa y redactora del Mapa de la Despoblación en España y en Europa. Según iban pasando los años las manchas negras y rojas, las que marcan las zonas con menos densidad de población se iban ampliando hasta ocupar la mitad del país. Es más, comentó que en estos momentos el 54% del territorio español está por debajo de 12 habitantes por kilómetro cuadrado.

Sin embargo, hay un área de España en la que ocurrió al revés. Las manchas oscuras desaparecieron. Así ha pasado en las Canarias, sobre todo en la isla de Fuerteventura. Y ahí está la clave. Cree que ha sido fundamental el efecto de los incentivos fiscales que permite Europa en este territorio por ser insular y periférico, es decir, por su condición de isla y estar alejado del resto del continente. «Eso hace que la gente quiera ir allí a trabajar, se quieran generar empresas, se desarrolle el empleo», explica, «porque no se va a frenar la despoblación hasta que no haya empleo, hasta que no sea interesante vivir en estas zonas».

La propuesta de Burillo es pedir un trato similar para los territorios españoles en los que hay poca población. Serían agrupaciones de municipios muy extensas que trascienden las fronteras provinciales y de las comunidades autónomas y que se caracterizan por ser un continuo en el que la densidad de población está al nivel de zonas como Laponia. Pero es que Burillo apostilla que la situación de España es peor, porque en Laponia tienen pocos habitantes por su climatología, pero estas áreas de España han ido perdiendo población.

Según su propuesta, en España saldrían diez áreas territoriales, ocho de ellas por debajo de doce habitantes por metro cuadrado, en las que entrarían zonas de las provincias de Toledo, Albacete y Ciudad Real. Pero es que hay otras dos áreas por debajo de los ocho habitantes por metro cuadrado, como la Serranía Celtibérica, en la que está buena parte de Cuenca y Guadalajara. Apuntó que en todo el país estas áreas de baja densidad de población se meten en 44 provincias distintas.

Burillo señala que es el Estado el que puede ir a Bruselas con estas divisiones territoriales para pedir fondos de cohesión propios para estas zonas. Y además puede solicitar discriminación positiva en el ámbito de impuestos como tiene Canarias.

No lo ve descabellado aunque sabe que en extensión puede parecer mucho que se considere zona desfavorecida a la mitad del territorio español. Pero es que recuerda que en ese territorio viven alrededor de dos millones y medio de habitantes, sobre los que se aplicarían esos incentivos fiscales, que es una población similar a la que pueden tener las Canarias. «De irrealizable nada, porque es mucho más territorio, pero sería para los que residen», recalca.

Es más, apostilla que mientras el trato diferenciado a Canarias siempre se va a mantener porque nunca dejarán de ser islas ni de estar geográficamente en la periferia de la Unión Europea, si se consigue que estas agrupaciones territoriales recuperen población sí podrían dejar de percibir esta ayuda extra por parte de Bruselas.

Un problema muy español. Otro de los mapas que dejó boquiabiertos a sus señorías fue el que mostró la depoblación en el resto de paísses de la mitad sur de Europa. Es llamativo el caso de Portugal porque las áreas oscuras de baja densidad en España se cortan justo en la frontera. Y eso que el país luso es el segundo del sur de Europa con más superficie con pocos habitantes, con un 24% (con todo no llega ni a la mitad de España). «Somos la excepción», recalcó.

¿Y qué hacer si se consiguieran fondos europeos o esa discriminación positiva? Burillo tiene claro que es clave que haya unas vías de comunicación mínimas, que haya «internet de calidad, porque si no se puede trabajar es como si no hubiera» y también unos servicios básicos, aunque sea en las cabeceras de comarca.