«Probablemente nos tome tres o cuatro años recuperarnos»

J D Bazaga
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Miguel Cardoso, Economista Jefe del servicio de Estudios BBVA Research, explica a La Tribuna que "el miedo a un posible contagio hará que la demanda esté consistentemente reprimida"

Miguel Cardoso, Economista Jefe del servicio de Estudios BBVA Research - Foto: La Tribuna

El servicio de estudios de BBVA Research prevé que Castilla-La Mancha registre este año una caída del PIB del 9 por ciento debido a la crisis del coronavirus. Una caída que no será igual en el empleo gracias a las medidas adoptadas por el Ejecutivo que han mitigado sus efectos, aunque la recuperación total a niveles previos a la pandemia tardará aún algunos años.

¿Cuál es la previsión de caída del PIB para Castilla-La Mancha este año 2020?

La caída del PIB debería ser menor en la región en términos absolutos de la que tendremos en el conjunto de España. Así, si en el conjunto del país la caída será del 11,5 por ciento, en Castilla-La Mancha prevemos una caída del 9 por ciento.

Ya en 2021 esperamos una recuperación intensa que ya estaría en marcha, pero aún no se recuperará todo lo que se ha perdido en 2020. Para España estimamos una recuperación del 7 por ciento el próximo año, mientras que en la Comunidad será algo menos intensa porque la caída tampoco lo fue como en el conjunto del país. De manera que prevemos una recuperación del 5,1 en Castilla-La Mancha.

¿Y para cuándo esa recuperación de todo lo que se ha perdido en 2020?

No damos las previsiones más allá de 2022, pero sería difícil recuperar los niveles de 2019. Probablemente nos tome 3 o 4 años recuperar ese nivel, pero con algún matiz. La principal incertidumbre la tenemos en la contención de la enfermedad y las medidas necesarias para ello y su impacto económico. Pero también hay mucha incertidumbre positiva que puede acelerar esa convergencia antes de lo que estábamos observando como el uso de los fondos europeos que podrían acelerar el crecimiento sobre todo en la segunda parte de 2021, y hacer que adelantemos la convergencia a niveles previos a la crisis. Pero en el actual escenario, vemos difícil que en 2022 podamos llegar a los niveles de actividad de 2019.

¿Y estos niveles de caída del PIB cómo se traducen en la caída del empleo?

La destrucción de empleo será inferior por las políticas que se están implementando. Parece que hemos roto la relación unitaria entre la caída del PIB y la caída del empleo, ya que en el caso de España estamos viendo una caída del 11,5 por ciento, mientras que el empleo registraría, según nuestras previsiones, una caída del 3,5 por ciento.

En este sentido para Castilla-La Mancha estimamos una caída del 2,8 por ciento en el empleo. Esto se debe a las medidas de incremento del gasto para tratar de atajar la pandemia; las medidas para contener la destrucción de empleo como la activación de los ERTE; y en tercer lugar todos los programas de garantías de crédito público que ha facilitado la liquidez hacia las empresas, sobre todo a las pequeñas, lo que ha evitado mucha destrucción de empleo.

Es decir, que valoran positivamente las medidas adoptadas por el Gobierno.

Son medidas positivas y necesarias, y no muy diferentes del tipo de medidas que se están implementando en toda Europa. El objetivo es que estamos viviendo con un shock atípico, diferente, con el que había que construir puentes para las familias y para las empresas para transitar hacia periodos de mejora de las perspectivas, y eso fue lo que se hizo: tratar de que las empresas tuvieran crédito, que las familias pudieran extender los beneficios de acceso a prestaciones para colectivos que de otra manera no hubieran podido. Todo eso ha ayudado a suavizar el impacto de la crisis, sobre todo en el empleo.

¿Y todas esas medidas serán suficientes o cree que habrá que dar algún paso más?

Va a depender de cuál será la perspectiva de cara a lidiar con la enfermedad. Si con la experiencia acumulada, los recursos destinados a contener los rebrotes son suficientes para que no volvamos a escenarios como los de marzo, abril y mayo, con confinamientos nacionales, y aprendemos a vivir con la enfermedad, es muy probable que los impulsos sean cada vez menos necesarios. Pero si por el contrario nos enfrentamos todavía a la incertidumbre con más rebrotes y nuevos confinamientos, es muy probable que el sector público tenga que sostener la demanda interna donde la demanda privada va a estar bastante reducida. Va a depender mucho del escenario.

¿Cuáles son los sectores refugio en los que se debería apoyar esa recuperación en Castilla-La Mancha?

Las comunidades autónomas que más dependen de sectores como el del turismo o el de los servicios son las comunidades en las que prevemos mayores caídas. Justo lo contrario ocurre en Castilla-La Mancha donde pesan más sectores “esenciales” como el sector agroalimentario y una parte del sector industrial.

Evitar un nuevo confinamiento como el de marzo será clave ya que podría acabar con cualquier expectativa de recuperación.

Totalmente. Los supuestos que estamos haciendo es si hemos aprendido a convivir con la enfermedad, si estamos invirtiendo recursos para contenerla, y si estos rebrotes, que se van a mantener durante el próximo año o año y medio hasta que haya una vacuna disponible, se pueden tener bajo control. Eso sí, tienen un efecto importante en la incertidumbre de las familias porque si la gente va a seguir preocupada por un posible contagio, no acudirá con confianza a determinados entornos de ocio o restaurantes y viajes, y eso hará que la demanda interna esté consistentemente reprimida.

¿Cómo afectará el fondo europeo de recuperación aprobado recientemente?

Esto no es inmediato, el impacto no lo veremos hasta la segunda mitad del próximo año. Lo que tenemos es que adelantarnos a ello y cumplir con esa condicionalidad de manera adelantada y verlo como una oportunidad para mejorar.

Mucha gente lo ve como algo que nos imponen desde fuera, pero es una oportunidad porque podemos actuar para reducir la tasa de paro que en los últimos 30 o 40 años ha estado entre un 15 y un 20 por ciento, y reducirlo a un 5 o 10 por ciento que es el nivel europeo, lo que nos dará recursos para financiar muchas políticas.

Tenemos que enfocarnos en tres frentes: las finanzas públicas para tratar de minimizar el impacto negativo a corto plazo, enfocándonos en esfuerzos fiscales para que sea moderado y ahí tenemos que atacar reformas como en el sistema de pensiones repartiendo bien los costes entre las generaciones futuras; mejorar el mercado de trabajo, la tasa de paro que tenemos es algo atípico en el mundo desarrollado; e invertir mucho en educación para mejorar la productividad de las personas, darles la mejor preparación para que puedan acceder a trabajos con mejores salarios.

Entiendo que una subida de impuestos no sería conveniente en estos momentos.

En los próximos dos años creemos que no es recomendable ni subir impuestos ni bajar gastos de manera estructural. La mejor forma de hacer la consolidación fiscal es a través del crecimiento de la economía, con la reducción de esa tasa de paro de manera estructural, aumentar las bases introduciendo más gente en el IRPF para aumentar los ingresos e identificar el gasto ineficiente. Si hecho esto se necesita todavía aumentar los ingresos, con los impuestos del IVA y los medioambientales hay margen para acercarnos a nuestros socios comerciales.

¿La derogación de la reforma laboral de 2012 sería adecuada?

Ahora mismo lo que necesitan las empresas es certidumbre en el marco laboral, por lo que cualquier acuerdo o cambio en la reforma laboral debería hacerse con el consenso de sindicatos y empresarios para poder trabajar en un marco de certidumbre y mantener el mayor empleo posible.

A partir de ahí debemos plantearnos cómo hacer que el mercado laboral funcione como en cualquier país de nuestro entorno, pero en estos momentos hablar de reforma laboral no es algo que vaya a beneficiar mucho, y lo más recomendable sería avances con consensos y con unas reglas claras.

¿Cómo creen en BBVA Research que será la ‘nueva normalidad’?

Vamos viendo que a medio plazo las cosas van a ser menos diferentes de lo que nos imaginábamos. A cuatro o cinco años vista, con una vacuna que se pueda distribuir de forma masiva, la gente volverá a salir a las terrazas y los extranjeros volverán a querer venir a España. En ese tiempo empezaremos a ver cierta normalidad.

Pero es cierto que habrá cambios que estamos comenzando a ver como el pasar más tiempo en casa, y cómo eso está modificando nuestros hábitos de consumo. El gasto en alimentación ha estado creciendo a tasas de dos dígitos de manera consistente independientemente de la fase de desescalada en la que estuviéramos. Ahora ese servicio que antes demandábamos fuera lo hacemos dentro de casa, y eso está influyendo también en lo que compramos, en artículos del hogar, porque nuestro ocio y trabajo lo hacemos desde casa. Lo hemos visto mucho en productos de tecnología.