La Junta logra legalizar las gachas tras larga prohibición

J.A.J.
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El consejero de Agricultura anuncia que el Estado ya permite el consumo humano de la harina de almortas, el componente básico de este plato típico de la región

Page sirvió esta mañana gachas en el Palacio de Fuensalida, sede de Presidencia, para celebrar el fin de esta prohibición. - Foto: Yolanda Lancha

Fue una auténtica tabla de salvación para el sustento de familias humildes en tiempos de penuria, hasta el punto de que su consumo lo convirtió en un plato típico manchego por excelencia. Sin embargo, las consecuencias de su abuso, cuando esa penuria era extrema, hizo que cayera sobre él una negra fama que llevó a su retirada legal -su degustación siempre se mantuvo como tradición arraigada en los pueblos de la región-  del consumo humano. Esto fue lo que pasó con la harina de almortas, el componente fundamental de las gachas manchegas. El consejero de Agricultura, Francisco Martínez Arroyo, anunciaba esta mañana que el Estado vuelve a reconocer este producto como apto para el consumo humano, tras décadas de una prohibición injusta por excesiva.

La ‘leyenda negra’ de la harina de almortas se cimentó sobre todo en los tiempos posteriores a la Guerra Civil de 1936-1939, cuando la pobreza generalizada que trajo la contienda la convirtió prácticamente en el único comestible a disposición de la gente. El problema  que trajo convertir aquellas gachas en el ‘plato único’ de la Posguerra a algunos consumidores fue el latirismo, una enfermedad neurodegenerativa que podía provocar espasmos y parálisis.

El mal lo provocaba un aminoácido tóxico presente en la almorta, una semilla leguminosa, pero sólo se producía si se daba un consumo abusivo. Problemas similares se dan, por ejemplo, con el consumo diario de arroz en el Sudeste Asiático, donde se ha detectado que desencadena o agrava dolencias como la diabetes debido a que los consumidores no añaden a este producto otros aportes para tener una dieta saludable. Incluso en la actual sociedad desarrollada española, son conocidos los problemas de salud que pueden sufrir los participantes en ‘dietas milagro’ de adelgazamiento si se basan en uno o pocos comestibles.

Pese a esto, la reacción de las autoridades ante la proliferación del latirismo fue la prohibición del consumo humano de la harina de almortas, recogida en el Código Alimentario de 1967. Sin embargo, paradójicamente, si que se permitió que el producto se siguiera utilizando para la alimentación animal. Esto hizo que siguiera su fabricación y, aunque fuera de manera alegal, se siguiera adquiriendo para guisos.

Arroyo celebró el fin de esta prohibición acompañado por  la familia Simón, que regenta una molienda de almortas en La Solana (Ciudad Real).  El consejero se felicitó de que las gestiones de su departamento desde 2015 ante la agencia de control alimentario del Estado, la Aecosan, se hayan traducido en esta regularización de la harina de almortas. Insistió en que esta harina no presenta riesgos siempre que se tenga «el sentido común» de incluirlo en una dieta variada.

El consejero  destacó que las gachas «son un plato excelente de la gastronomía castellano-manchega»  y ahora, con este logro, la harina que las hace posible se podrá vender en cualquier establecimiento de alimentación sin ningún obstáculo.