Valverde: el adiós precipitado del hombre tranquilo

Diego Izco
-

Dos temporadas y media después, al 'Txingurri' lo termina de echar Bartomeu, pero tiempo antes empezaron a hacerlo Manolas y Origi

Valverde: el adiós precipitado del hombre tranquilo

El amante de teorías cósmicas, equilibrios ‘kármicos’ y demás intangibles con olor a incienso, lo tiene claro: el Universo conspiró en Yeda a 4.100 kilómetros en línea recta de Barcelona, para coronar a un Valverde y derrocar a otro. Mientras un futbolista, Fede, salía de Arabia con el título de ‘MVP’ bajo el brazo, un entrenador, Ernesto, intuía que en los despachos catalanes le estaban escribiendo el epitafio. 

La salida del cacereño (Viandar de la Vera, 9 de febrero de 1964) es el final a 960 días de trayecto en azulgrana, 163 partidos con un porcentaje de victorias (66 por ciento) ni bueno ni malo, sino todo lo contrario. Cuatro títulos para ampliar el dominio culé en España y dos decepciones legendarias en Europa. Un paso breve, ejemplar y silencioso, como el huésped de hotel que llega con una sonrisa, paga religiosamente y se va dejando la cama hecha y el baño recogido. 

La llegada

‘Txingurri’ significa «hormiga» en euskera, apodo que le llega por su tamaño (1,69 metros) y su capacidad de trabajo. Cuenta más lo segundo, sin duda, cuando a los 24 años ficha por el Barcelona de Johan Cruyff por expreso deseo del holandés. Esas dos temporadas (de 1988 a 1990: apenas 24 partidos, solo ocho goles, demasiadas lesiones) le valen para ser considerado ‘hombre de la casa’ en Can Barça, donde los carnés de ‘canterano’ y el ‘ADN culé’ se reparten con inusitada alegría. 

Esa etiqueta es determinante el 29 de mayo de 2017, cuando Josep María Bartomeu, ahora su verdugo, presume de fichaje con el contrato de Valverde bajo el brazo. Su trabajo previo (fundamentalmente en Bilbao, donde aniquila al Barça en la Supercopa de 2015) es su mejor aval: gana por varios cuerpos de ventaja a otras ‘candidaturas’ como las de Unzué, Berizzo, Eusebio o Sampaoli. 

Sin embargo, hay un componente todavía más decisivo en su contratación: la época de Luis Enrique está marcada por el ‘triplete’ de la 14/15 y la tirantez extrema e inagotable con los medios. El extremeño aterriza con la vitola de ser ‘un tipo normal’, como él mismo se define ensu presentación. Educación, paciencia, calma. Ni una mala palabra, ni un buen titular. 

Dos varapalos

Dos temporadas y media después, a Valverde termina de echarle Bartomeu, pero empiezan a hacerlo Manolas y Origi. En su primera campaña, a pesar de que tiene que improvisar sobre la marcha cuando de repente le falta Neymar, y de que arranca el año dejándose la Supercopa ante el Real Madrid («Por primera vez en mucho tiempo hemos sentido que eran superiores», señaló Piqué en aquel 1-3 y 2-0 blancos), el técnico tira de normalidad para enderezar el rumbo.

Con trazo bien medido, sin alardes, dibuja un Barça más contenido, cosido arriba alrededor de Messi y abajo alrededor de Ter Stegen (en la primera vuelta apenas encaja nueve goles). La receta le vale para ganar la Liga y la Copa del Rey, un ‘doblete’ que en otras circunstancias le habría dado brillo… pero el curso está sucio desde el 10 de abril del 18: en los cuartos de final de la Champions, el Barça tira una renta de 4-1 en Roma. Un testarazo de Manolas sella el 3-0 de la vergüenza. Ese día, a Valverde se le dibuja un gesto de tristeza y derrota en el rostro que ya no le ha abandonado. 

Repite mueca al año siguiente: una Liga brillante, una Copa espectacular hasta el último partido… y una deshonra mayor que la de Roma en ‘semis’ de la Champions:3-0 en la ida, 4-0 en Liverpool. El cartel de técnico sin reflejos ante la adversidad termina de dibujarse en Anfield, cuando Klopp le gana la batalla táctica. Y aunque hay errores groseros (el córner que remata Origi completamente solo y que supone el 4-0 definitivo) achacables solo a los futbolistas, el ‘Txingurri’ queda sentenciado. Más después de la derrota en la final copera: 2-1 ante el Valencia. 

El adiós

Un palo más. Eso es todo lo que necesita la directiva para liquidarle, que comienza la 19/20 debilitado en el palco y solo avalado por un vestuario ya dividido;una situación que no se demuestra tanto en las cifras (primero en la Liga, primero en la Champions) como en las sensaciones: ha encajado 23 goles, más que siete equipos de la categoría, y no fue superior en ningún partido a Inter, Dortmund y Slavia en la fase de grupos. 

Con el 3-2 de semifinales de la Supercopa, Bartomeu (quien sale muy tocado ante la opinión pública por las formas y el momento de la decisión) pretende dar un golpe de autoridad liquidando a Ernesto Valverde, el tipo que ha hecho el mismo ruido en su salida que en la llegada.