El superpoder de las lombrices

C.M
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Los jóvenes cooperativistas de Abono Café explicaron a las familias participantes en el taller, orquestado por el Museo del Greco, las virtudes de unos «mágicos»animales que convierten los posos del café en fertilizante

El superpoder de las lombrices - Foto: VÁ­ctor Ballesteros

Bajo una irresistible sombra del jardín del Museo del Greco, los pequeños, padres y abuelos participantes en el taller ‘Cultivando la tierra, modelando el barro’ -integrado en el programa ‘Museos+Sociales’- escuchaban atentos el relato de Javi y Chaveli sobre cómo las lombrices convierten los posos del café en abono de gran valor fertilizante. El grupo, curioso y, al principio, reticente a coger a estos «mágicos» animales hacedores de dicha transformación, mostró su sorpresa al entender que el excremento de estas lombrices servía para que las plantas y las flores crecieran sanas y fuertes. Tanto como las cultivadas en el verde huerto instalado en una de las zonas del jardín.

Mila Ortiz, la responsable de actividades culturales del Museo del Greco, y los jóvenes cooperativistas del Grupo Cecap fueron los artífices de una iniciativa que además de formar y divertir a los asistentes, fue inclusiva y socialmente responsable.

No en vano, el Museo del Greco es el primer cliente de la empresa cooperativa de iniciativa social Abono Café y, por ello, ha querido hacer partícipe de las virtudes de este proyecto a las familias inscritas en un taller altamente recomendable en el que los más jóvenes de la casa contemplaron cómo el huerto por ellos plantado en primavera lucía frondoso y, lo mejor, observaron  el resultado del rico abono en los grandes calabacines, en los pimientos y en los tomates que, en breve, comenzarán a sonrojarse. Y tras la confirmación de que su trabajo ha dado sus frutos, pasó el grupo a trabajar con la cerámica, con la tierra y con las posibilidades ofrecidas por el reciclaje.

El superpoder de las lombricesEl superpoder de las lombrices - Foto: VÁ­ctor BallesterosSatisfecho y feliz, Andrés Martínez destacó la actuación orquestada por el Museo dentro de su política de acción social y su compromiso con el medioambiente, apreciando la «ilusión que los hace a nuestros chicos» poder ser partícipes de un taller en el que «explican de forma activa» la razón de su proyecto empresarial.

Por ello, el presidente del Grupo Cecap consideró el encuentro como «el marco de presentación» de una actividad, Abono Café, propiedad de un colectivo de personas con especificidad en la que desarrollan sus capacidades profesionales de manera retribuida, y todo ello sobre un modelo de negocio pensado para que pueda ser sostenible, inclusivo y respetuoso con el medioambiente.

Porque, señaló, los 17 jóvenes que integran esta empresa cooperativa -de iniciativa social sin ánimo de lucro- son los cooperativistas de un proyecto que «desde septiembre del pasado año ya cuenta con producción propia» gracias, entre otros al Ayuntamiento, que fue «quien los cedió una parcela en el barrio de Santa María de Benquerencia». De momento, y con el primer cliente en su cartera de negocios, confió Martínez en que esta experiencia abra la puerta a nuevas entidades, museos o empresas porque ahora se trata de «consolidar este proyecto».

Y es que no hay que olvidar que el humus ecológico de lombriz californiana está disponible para viveros de plantas, floristerías, firmas comerciales con departamento de jardinería, servicios de jardinería y conservación de parques (públicos y privados), o particulares.

Lumbricultura. Se denomina empresa socialmente inclusiva a aquellos negocios que generan ocupación en colectivos con riesgo de exclusión social, sostenibles, respetuosos con el medio ambiente y comprometidos con su entorno. Requisitos que, indudablemente, cumple al dedillo este proyecto empresarial.

Abono Café aplica la técnica de la lumbricultura para crear sus productos a partir del reciclaje de una materia (posos de café) inicialmente destinada al deshecho y sin aparente valor. La lumbricultura, aprecian desde Cecap, es una biotecnología que utiliza a una especie domestica de lombriz -roja californiana-, como encargada de reciclar material de origen orgánico.

Este proceso permite convertir el poso del café en humus de gran valor fertilizante. Y como la nota histórica siempre es bienvenida por estas tierras, sólo apuntar que la civilización sumeria, hace 5000 años, valoraba la calidad de los suelos en función de la densidad de lombrices que lo contenían.

Y fue Aristóteles, en su obra ‘Historia animalium’, quien escribió que las lombrices eras los intestinos de la tierra, destacando con ello la gran contribución a su productividad. Así, los orígenes de la lumbricultura, como técnica, probablemente se remontan a 1936. Ahora es Cecap la encargada de rescatarla.