El obispo se ha pronunciado sobre esta cuestión en un encuentro navideño compartido con los medios de comunicación en el que ha indicado que la Iglesia no se precipitó, tal y como declaró ayer el excura, ya que ha afirmado que hay "que distinguir entre lo que es un proceso penal-administrativo, que es el que ha hecho la Iglesia, de un proceso judicial". En este sentido, ha detallado que "el proceso judicial habla de condena o de absolución, mientras que el penal-administrativo habla de penas expiatorias", de manera que hay que distinguir "entre la legalidad y la moralidad. La iglesia no entra en la legalidad", ha indicado el obispo del mismo modo que ha señalado que con la investigación de la Iglesia se "piensa que moralmente es una conducta punible" y de ahí que le impusiera una pena: cinco años en un monasterio en que el además se le puso un psiquiatra a su disposición, de manera que al final de ese proceso era cuando se adoptaba una decisión. "Se le han dado cinco oportunidades", ha subrayado el obispo tras afirmar que finalmente se decidió secularizarle. 

Geraldo Melgar se ha pronunciado en este sentido tras poner de manifiesto algunos de los retos y las preocupaciones que tiene el Obispado y en el que ha avanzado que en enero pondrá en marcha un proyecto con grupos de novios para fortalecer las relaciones antes de dar el paso siquiera al matrimonio, pues ha indicado que en muchos casos los procesos son muy largos y sin embargo, tras el matrimonio, ponen fin a su relación muy pronto. 

El obispo también se ha pronunciado sobre cuestiones como las crisis de vocaciones, principalmente en el seminario menor, así como el reto de promover las unidades de acción pastotal o el acercamiento de la Iglesia a los jóvenes y al conjunto de la sociedad.