Una vendimia atípica que avanza con «normalidad»

A. Criado
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La pandemia de coronavirus apenas está teniendo incidencia en forma de contagios en el desarrollo de una campaña que afronta su recta final en la provincia de Ciudad Real con un fruto de «calidad» y unos precios «por los suelos»

Una vendimia atípica que avanza con «normalidad» - Foto: Tomás Fernández de Moya

El brote de coronavirus declarado a principios de agosto en un asentamiento de temporeros situado en la carretera de las Peñas de Albacete, por el que permanecieron en aislamiento casi dos centenares de personas, hizo saltar todas las alarmas. Faltaban pocos días para el inicio de la vendimia en sus variedades más tempranas y en el sector existía el temor a que estos episodios se repitieran y comprometieran una mano de obra ya de por sí cada vez más difícil de encontrar. Afortunadamente, salvo algún caso puntual, la campaña se está desarrollando con normalidad y los únicos fantasmas que han vuelto a sobrevolar los viñedos ciudadrealeños son los del precio de la uva.

Los sindicatos CCOO y UGT y la organización profesional agraria Asaja trabajaron en un protocolo de seguridad para prevenir y controlar el COVID-19 en la campaña de vendimia en la región, que incluía una campaña de concienciación e información con medidas de higiene como la desinfección de manos, el uso obligatorio de mascarilla y la limitación de los contactos para, a su vez, reducir al máximo las posibles de cadenas de transmisión o la cuarentena que han de respetar si se diera algún caso positivo. También contemplaba recomendaciones para el transporte y la movilidad, las entradas y salidas a la explotación y la limpieza y ventilación de espacios cerrados y zonas comunes, entre otros.

Para Rafael Muñoz, responsable sectorial de CCOO-Industria Ciudad Real, la mayor problemática desde el punto de vista sanitario radica en el transporte de los temporeros al tajo por parte de los ‘intermediarios’ que cada mañana buscan mano de obra para los empresarios agrícolas: «Viajan ocho o nueve personas en una misma furgoneta y la mayoría no son convivientes». Los alojamientos, «por llamarlos de alguna manera», son el otro caballo de batalla. El dirigente sindical revela que este año han detectado en La Solana una nave de poco más de 100 metros cuadrados en la que malviven hacinados más de 40 temporeros en una condiciones de «absoluta insalubridad». «Tienen que salir a la calle a hacer sus necesidades», apostilla para denunciar que aún existen empresarios «con muy pocos escrúpulos, que sólo buscan el máximo beneficio a costa del bienestar de los trabajadores». Sí ha constatado, por otra parte, que cada vez son menos los jornaleros que hay sin dar de alta en la Seguridad Social, gracias sobre todo a un incremento de las inspecciones.

Una vendimia atípica que avanza con «normalidad»Una vendimia atípica que avanza con «normalidad» - Foto: Tomás Fernández de MoyaA pesar de este escenario más propio de otros siglos, apenas se han producido contagios en el campo y la campaña de vendimia entra en su recta final con la «normalidad» como nota predominante. Así lo subraya el presidente regional de Asaja, Fernando Villena, que apunta al paulatino incremento de la recogida mecanizada de la uva como uno de los factores que reduce el riesgo de infección en la vendimia, «más complicado de por sí que en otros sectores al trabajar al aire libre». «En la zona de La Mancha no se han detectado problemas y mira que sufrimos durante la primera ola de la pandemia», enfatiza el viticultor tomellosero para hacer hincapié en que un elevado porcentaje de mano de obra procede de países del este de Europa, como Rumanía y Bulgaria, aunque la mayoría de estos trabajadores cuenta ya con familiares asentados en municipios ciudadrealeños, con lo que en el caso de un posible contagio, las cadenas de transmisión están más controladas.

Precisamente, la mayoría de los miembros de una cuadrilla que trabaja estos días en un viñedo localizado entre Manzanares y Villarrubia de los Ojos procede de estos países, aunque su residencia fija se encuentra desde hace años en La Solana. El dueño de la parcela, Francisco García, miembro del Consejo Rector de Bodegas Yuntero, asegura que es «muy difícil» que se produzcan contagios trabajando en el campo, máxime si se cumplen las medidas de protección estipuladas. «Ya no vendimiamos en pareja con una espuerta, como se hacía tradicionalmente, sino que cada trabajador lleva un cubo para recoger la uva y la distancia entre cepa y cepa es de más de dos metros», resalta. El mayor problema, más allá de este año COVID, radica en que «cada vez es más complicado encontrar mano de obra». «Si no se hubiera transformado parte del viñedo en espaldera y todo siguiera siendo en vaso, necesitaríamos un batallón de trabajadores y tendríamos un problema», apostilla para destacar la calidad con la que viene el fruto esta campaña.

Las medidas preventivas son aún mayores en las bodegas y cooperativas, cuyas instalaciones registran a diario un constante goteo de entradas y salidas de vehículos y personas. Es el caso de Virgen de las Viñas, en Tomelloso, la cooperativa vinícola más grande de Europa, que durante el periodo de vendimia refuerza su plantilla hasta superar los 200 trabajadores. Su presidente, Rafael Torres, explica que dos personas controlan el acceso de tractores al recinto y toman la temperatura a los conductores, que obligatoriamente deben llevar puesta la mascarilla.

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Una vendimia atípica que avanza con «normalidad» - Foto: Tomás Fernández de Moya
- Foto: Tomás Fernández de Moya

«Nos tenemos que acostumbrar a convivir con el COVID-19», afirma el presidente de Virgen de la Viñas para subrayar que, hasta la fecha, afortunadamente, no han tenido ningún positivo, aunque «varios trabajadores han tenido que guardar cuarentena por el contagio de algún familiar». Torres destaca la calidad de la uva entregada en la cooperativa y lamenta que los precios estén «por los suelos». «No llegan para cubrir costes y los viticultores acabarán abandonando la tierra», sentencia.