"Las 'verdades emocionales' de Trump han llegado con Vox"

JAVIER M. FAYA (SPC)
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El periodista David Alandete, que acaba de publicar 'Fake news: armas de destrucción masiva', analiza este fenómeno en esta campaña electoral

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En estos días, no faltan los mensajes en redes sociales y Whatsapp que nos advierten que la esposa o el padre de tal líder ha gastado esto o lo otro, o que si votas a tres senadores de distintos partidos ayudas al más grande o lo contrario... Para poner algo de luz, David Alandete ha publicado Fake News: la nueva arma de destrucción masiva (Deusto). 
Dicen que Vox utiliza mucho las fake news... ¿Los otros grandes partidos no?

Todos los partidos, en mayor o menor medida, han copiado el método de circular en redes afirmaciones que refuerzan sus posiciones políticas y que van destinadas a provocar reacciones emocionales, no intelectuales. El problema es que Vox lo hace de forma más abundante y frecuente. Al ser un partido nuevo, sin carga de representación pública ni responsabilidades de gobierno, se permite mayor libertad e irreverencia al dirigirse a los votantes. No es coincidencia que sea el partido que, en campaña, menos se prodiga en entrevistas y ruedas de prensa.  Cabe destacar que suelen utilizar la ironía y el sarcasmo en sus mensajes en redes, una táctica de desinformación clásica para poder llegar a afirmar caso cualquier cosa. Sus cifras sobre inmigrantes y refugiados han resultado ser dudosas. Ha difundido bulos como la agresión de unas feministas a unas militantes del partido en Son Servera. En esos casos no basta con pedir perdón después. Un partido político que está irrumpiendo con tanta fuerza debe ser más responsable.

Mensajes muy cortos, muy breves, puro sentimiento, sin dar muchas explicaciones o más bien ninguna... ¿Esa es la clave del éxito de Vox?

La desinformación es, en realidad, el auge de lo que se llama verdades emocionales. Es una táctica electoral que ha sido probada con éxito por la campaña del Brexit en Reino Unido y por Donald Trump en Estados Unidos, y que ahora llega a España de la mano de Vox. Consiste en dirigirse al elector directamente, sin pasar por el filtro de los medios, afirmando por ejemplo que la ley de violencia de género no ha reducido las agresiones a mujeres o que España sufre una invasión de sin papeles que amenazan la economía nacional. Al no enfrentarse a la prensa, como hacen el resto de partidos, Vox no debe rendir cuentas. Aunque en algún debate se les trate de rectificar, no suelen admitir errores e insisten en esos tres o cuatro lemas que repetirán machaconamente de aquí a las elecciones. 

Demonizar a los medios de comunicación forma parte de la estrategia, ¿no?

El éxito de la desinformación depende del debilitamiento de la prensa tradicional. Los medios consagrados pierden relevancia y lectores y su lugar lo ocupan o bien nuevas cabeceras que se centran en la opinión y están al servicio de un candidato u otro o bien los políticos, que se dirigen directamente a los votantes y a los ciudadanos sin tener que pasar por el engorro de lidiar con los periodistas. Donald Trump es el mejor ejemplo. El presidente norteamericano sabe muy bien que a través de Twitter llega a muchos más ciudadanos que haciéndose entrevistar por las grandes cabeceras de su país. Además, en Twitter controla completamente el mensaje y puede repetir cuantas veces quiera los mismos argumentos.

Hace años, 23 concretamente, el PSOE sacó en campaña a un doberman. ¿Se puede considerar eso fake new?

No, es una figura publicitaria que entra dentro de lo que es la propaganda clásica. Lo que sí hizo el PSOE de Pedro Sánchez en primarias fue crear un comando de gestores de perfiles en redes sociales a su servicio, llamado PSOE Lab, que se dedicaba a compartir medias verdades y noticias falsas, además de atacar sin cuartel a quienes fueran críticos con el ahora presidente del gobierno

¿Una medio verdad, una verdad a medias (sin mentir) es fake news?

Cualquier manipulación de hechos para servir a una campaña política es desinformación. Afirmar una falsedad, como que el 1 de octubre de 2017 hubo tanques en las calles de Barcelona, es igual de grave que contar una verdad a medias. Consideremos, por ejemplo, de los 1.000 heridos en el referéndum. El gobierno catalán informó de que había atendido a un millar de personas. El comunicado existió. Y es cierto que los dispositivos de emergencia vieron a esas personas, pero no todas eran heridos. En realidad, la afirmación correcta es que unas 1.000 personas acudieron a los médicos a ser atendidas y la gran mayoría no presentaba heridas. Sin unos medios de comunicación que duden de absolutamente todo, los políticos lograrán que, a base de repetirlas, afirmaciones falsas como esa acaben pareciendo verdaderas.

¿Nos controlan muchos partidos en las redes sociales, sobre todo cuando opinamos de política –o no política- y así vendernos sus productos o esto ya es paranoia?

No creo que haya una campaña de control de los partidos políticos o los gobiernos. Lo que hay son batallas por influir sobre los electores y los ciudadanos. Y es una batalla legítima. Lo que sí creo es que debería haber más transparencia por parte de las redes sociales y plataformas de Internet para que los ciudadanos sepamos si se las manipula de alguna forma, como sucedió en el Brexit. 

¿Hay alguna forma de combatir las fake news? Supongo que en EEUU será más fácil que en España por la tecnología

No hay de momento una tecnología que sea efectiva a la hora de combatir la desinformación. Las medidas que las grandes plataformas como Facebook o Google han tomado han resultado ser tímidas e insuficientes. No se puede dejar en manos de un servicio de desmentido de bulos —y los hay muy buenos— la respuesta a un problema que, como se ha visto en el caso de la independencia en Cataluña o los chalecos amarillos en Francia, representa un grave riesgo al estado de derecho.

¿Cree que este fenómeno se van a notar en las elecciones generales?, ¿se notaron de algún modo en las anteriores?

Las anteriores elecciones tuvieron lugar meses después del Brexit y de la victoria de Donald Trump. El problema existía pero era aún pequeño y la sociedad no era consciente de él. La situación ahora es peor porque políticos de todo signo han aprendido las técnicas que se han puesto a prueba con gran éxito en otros países. Los más diestros en esto de la desinformación y las noticias falsas son los independentistas, pero Podemos no queda atrás en su campaña para redefinir y disfrazar problemas y crisis de todo tipo en una luz positiva. Diría que junto a ellos, Vox es el que más está aplicando estas técnicas de manipulación política.

Hay bulos que circulan por ahí como que la mujer de un político se gastó una millonada en redecorar cierto sitio... ¿Eso son chismes o algo más?

Eso son chismes de los de toda la vida. Los rumores han existido siempre. La diferencia es que ahora llegan a miles de personas en unas redes sociales que han nivelado el campo. Los medios y los periodistas competimos en ser informadores con propagandistas, activistas y agitadores que buscan confundir con chismes de ese tipo. La naturaleza de las mentiras no ha cambiado, lo que ha cambiado son las vías de distribución masiva de contenido.

Hay muchas inocentadas que se hacen virales y, sin querer sus autores, se propagan por todas partes.

Según las instituciones que han investigado este problema, como la Comisión Europea o el Parlamento Británico, la parodia y el humor pueden ser desinformación si su finalidad es la manipulación política. Que reveles que aquello fue una inocentada y que se publicara una aclaración, como sucedió, le quita importancia al asunto. El problema es hacer lo que por ejemplo hicieron los medios rusos con Cospedal cuando denunció las injerencias de Rusia: la llamaron haciéndose pasar por un ministro de Estonia y le dijeron que Puigdemont era un agente secreto. Luego usaron las grabaciones para insultarla y desacreditarla. Ese tipo de bromas sí son fake news.

¿Cuánto daño han hecho las fake news del procés?, ¿o se las ha magnificado?

El procés es en sí mismo una gran noticia falsa. En el libro reflejo como se lleva construyendo una narrativa épica desde hace tres décadas. Lo importante es la creación planificada de una red de medios propagandísticos, públicos o subvencionados, que se dedican a amplificar las mentiras de los líderes independentistas. Su objetivo final es generar confusión con grandes mentiras como lo de que hubo más de mil heridos o que en Cataluña hay presos políticos.

En teoría, todo sale de Rusia. ¿Por qué?

No todo. Algunos de los ataques que sufre occidente, en especial Europa y EEUU, provienen de Rusia. Esto obedece a una nueva teoría de la guerra que defiende que esta debe hacerse por medios híbridos, es decir, combinando operaciones convencionales, como en Ucrania, con estrategias digitales. Está todo reflejado en una serie de artículos y discursos del jefe del estado mayor ruso, el general Valery Gerasimov. Dentro de la ofensiva digital están por un lado los ‹hackeos› convencionales, como los ataques a los sistemas de recuento de votos o a la red eléctrica. Los han padecido tanto Estonia como Georgia, ambas por enfrentarse al Kremlin. Y luego, más recientemente, están las campañas de desinformación, que con las noticias falsas buscan generar caos y ahondar divisiones entre loa adversarios de Rusia.

No hay fake news ‘buenas’? que contrarresten a las otras...

Sería agravar el problema. Estoy convencido, desde un punto de vista ético, que el único antídoto contra la desinformación son el periodismo honesto y la búsqueda de los hechos. No puede haber diversas versiones de la realidad.

¿Esto es una moda o viene para quedarse?

No es una moda, es resultado del cambio de hábito de los ciudadanos. Hoy nos acostamos y nos levantamos prácticamente con el móvil en la mano. Consultamos las redes sociales de forma compulsiva. La mejor forma de manipularnos es a través de ellas. Creo que tenemos desinformación para largo.