El palio que no se enterró con Don Marcelo

C.M
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La estola, concedida por el Papa Pablo VI por su nombramiento como arzobispo de Barcelona, se extravió y fue hallada en una caja 'olvidada' en un cajón de la Sacristía de la Catedral.

El palio que no se enterró con Don Marcelo - Foto: Yolanda Lancha

Cuando fallece un arzobispo, manda el ritual eclesiástico que sea enterrado con todos sus palios, pero en el caso de Don Marcelo no pudo realizarse al completo por no encontrarse la estola relativa a su nombramiento como arzobispo de Barcelona. De ahí que fuera enterrado sólo con el palio concedido por su cargo en Toledo.

El que fuera secretario particular del Cardenal durante 43 años relató la desaparición y reciente hallazgo de la caja del palio -en un cajón de la Sacristía de la Catedral- mostrando la pieza que, debido a ello, no fue enterrada con Don Marcelo.

Esta estola se une al material reunido en las 150 cajas contenedoras de objetos relativos al que fuera, en su momento, el obispo más joven de España. Se hallan, entre los objetos nombrados por Santiago Calvo, numerosos informes, escritos de homilías, y la correspondencia mantenida con personalidades del panorama político nacional e internacional.

El  palio que no se enterró con Don MarceloEl palio que no se enterró con Don Marcelo - Foto: Yolanda LanchaDestacan  en este archivo, las tres bulas pontificias de los nombramientos a Don Marcelo como obispo de Astorga, Barcelona y finalmente arzobispo de Toledo, Primado de España. Estos documentos «en pergamino» conservan los sellos en plomo del Papa Juan XXIII y Pablo VI, quienes rubricaron los destinos pastorales del cardenal Marcelo.

Conservada en el Archivo Catedralicio e integrada en el fondo relativo a Marcelo González Martín, luce ya esta especie de «collar de lana» que el Papa concede a los arzobispos metropolitanos recién nombrados. El palio es una estola de lana blanca con seis cruces negras bordadas a lo largo de su superficie, significando la unidad con el sucesor de Pedro, por ello cuando el día 21 de enero la Iglesia celebró la memoria de Santa Inés, es costumbre el Santo Padre bendiga dos corderos -criados por las religiosas del convento romano de San Lorenzo en Panisperna- cuya lana será utilizada en la confección de palios sagrados.

Después de confeccionado, es guardado dentro de una urna en el Altar de la Confesión de San Pedro, donde permanece hasta el día 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, fecha en la cual el Pontífice lo impone a los nuevos arzobispos metropolitanos. Este gesto es señal de comunión especial que los liga a la Sede Apostólica.

En julio de 1967, Marcelo González Martín tomó posesión de la sede de Barcelona y, tal y como recordó Santiago Calvo, aunque el arzobispo de Barcelona no era entonces Metropolitano, ni Barcelona era provincia eclesiástica, «el Papa Pablo VI concedió a Don Marcelo, como ya había hecho a su predecesor -Gregorio Modrego- el privilegio de poder usar el palio arzobispal dentro de la Diócesis». Este palio fue entregado en Roma el 3 de julio de 1967 a Manuel Bonet Muixí, sacerdote de la diócesis de Barcelona, que era auditor de la Rota Romana, el cual actuó como procurador ad casum. Este recogió el palio, lo trajo a Barcelona y lo entregó al arzobispo Marcelo que usó hasta su cese en Barcelona.

El palio se guardó, entonces, «en un cajón de la sacristía del Arzobispado de Toledo, y el cardenal no volvió a usarlo», porque al ser nombrado arzobispo de Toledo recibió el palio correspondiente que usó y con el que fue enterrado. Y no fue hasta la llegada del actual arzobispo, Braulio Rodríguez, cuando se halló el palio de Don Marcelo, en una caja con el escudo de Pablo VI en un cajón. José Andrés Cabrerizo, canónigo de la Catedral de Valladolid, dio con la pieza extraviada que, ahora, se encuentra enmarcada en el archivo de la Catedral.