Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


¿María Montero? ¿Quién es María Montero?

21/03/2021

Los diez días más bochornosos que ha vivido la, ejem, inestable política española en este año, ejem, atroz, culminarán este lunes en un nombre: María Montero. Usted, aunque sea castellano-leonés, seguramente no había oído hablar en su vida de la procuradora salmantina María Montero Carrasco. Ella es, era, militante en Ciudadanos hasta este pasado viernes, y puede que el lunes sea votante a favor de la moción de censura que en las Cortes de Castilla y León presentará el socialista Luis Tudanca contra el Gobierno regional del 'popular' Fernández Mañueco, aliado con Ciudadanos en otra coalición inestable. Tras Murcia, tras Madrid con el salto de trampolín de Pablo Iglesias, con nuevos casos de presunta corrupción asomando en el horizonte, con una presidenta del Parlament catalán imputada por cuestiones que poco tienen que ver con la política y mucho con el presunto delito común, el 'affaire Montero' podría ser, bah, uno más. Lo peor es que no será el último.

¿Por qué abandona la señora Montero la bancada naranja pero, eso sí, sin dejar el escaño, lo que la convierte en una posible aliada de los socialistas para derribar este lunes a Mañueco? Bueno, similares pasos en Murcia merecieron el calificativo de 'transfuguismo'. Pero seguro que usted ya ni recuerda lo que ocurrió la pasada semana en Murcia, o al menos seguro que no retiene en su memoria los nombres de quienes han protagonizado una carrera de ida y vuelta en el intento socialista de derribar el gobierno del 'popular' López Miras. Solo le recordaré, para no hacer esto demasiado largo en el recuento de miserias, que, con su habitual fineza y elegancia, el aún increíblemente vicepresidente Iglesias soltó en el Parlamento al secretario general del PP, Teodoro García Egea, que de dónde había sacado 'la pasta' para se supone que sobornar a los tres diputados regionales de Ciudadanos que al final abandonaron en Murcia el barco de los cantos de sirena socialistas para oponerse a la moción de censura.

Tampoco recuerda usted, volviendo a Castilla y León, el caso de aquella ahora ex política llamada Silvia Clemente, que lo fue casi todo en la vida pública oficial castellano-leonesa y se despeñó tan recientemente como en 2019 en un oscuro caso de recuento, ejem ejem, discutible de votos en unas primarias para hacerse con el control de Ciudadanos en esa autonomía, tras haber abandonado el PP, donde ya su futuro político se oscurecía.

O podría hablarle del madrileño Ángel Garrido, que pasó del PP a Cs, tras haber militado en otros partidos, y ahora salta del barco de la política quizá porque sus, ejem ejem ejem, expectativas personales no se han colmado y el candidato naranja a las elecciones madrileñas será otro, concretamente Edmundo Bal. ¿Quién recordará a Garrido dentro de una semana? ¿Quién, ya digo, recuerda los nombres en el culebrón murciano? ¿Quién se acuerda de Silvia Clemente? ¿Quién del disputado voto del diputado turolense que en enero de 2020 dio un vuelco, yo creo que no para demasiado bien, a la gobernación de este país?

Pues eso: aunque lograse dar la vuelta a una inicialmente fracasada moción de censura en las Cortes castellano-manchegas, que nadie duda de que, como la de Murcia, tiene su última inspiración en La Moncloa, María Montero será titular de un día. Como lo fueron aquellos diputados en la Asamblea de Madrid, Tamayo y Sáez, que, con su traición en 2003, dieron la vuelta sorpresivamente a la que debería haber sido la proclamación del engañado Rafael Simancas, el 'pobre Simancas' le llaman, como presidente de la Comunidad de Madrid.

Jamás se supo qué había tras la felonía del 'tamayazo'; no estaba entonces el lenguaraz Pablo Iglesias para preguntar de dónde se había sacado 'la pasta'. Naturalmente, cuatro ejems, si es que había 'pasta' en ese caso, o en los otros 'asuntos' que comentamos. Lejos de mí, desde luego, albergar siquiera la sospecha de que motivos espurios, lejos del 'compromiso con mis electores', cimenten ahora el nuevo caso de transfuguismo vallisoletano. Pero eso es lo que es y algo de, ejem, agua, ejem ejem ejem ejem, más allá del autoproclamado 'ejercicio de honestidad', habrá tras ese salto a la piscina.

Mal van las cosas cuando desde los principales despachos políticos del país se alientan estas cosas, con o sin 'pasta', con o sin promesas de cargos. Y nadie reverdece viejas promesas de reforma del perverso sistema electoral español que favorece prácticas tan 'irregulares' (poner aquí seis ejems). ¿Qué ocurrió de aquel 'pacto antitransfuguismo' que quería regenerar las hediondas aguas de la vida pública de un país que, además y por otro lado, pasa impasible por casos 'Gürtel', 'Kitchen', 'Dina' (no, no es Iglesias el más legitimado para hablar de 'pasta' ni de honestidad), Neurona, Delci (y 'Plus Ultra')... y un larguísimo etcétera que desbordaría los límites de espacio de este comentario y precisaría más bien de varios libros? ¿Dónde quedó aquello de que un imputado, perdón, investigado, debería abandonar la vida pública mientras su caso se sustanciaba?

Pues todo olvidado, qué diablos. La memoria es selectiva y las hemerotecas están arrumbadas. Si criticas un caso es que estás vendido al otro lado. Si los criticas todos, eres un gruñón resentido, y de milagro no te llaman antisistema. En fin, se avecina la campaña electoral, la madrileña, más temible, y mira que es difícil ocupar el lugar de honor en el podio de las cosas temibles que ocurren en este secarral político de la piel de toro. Este mundo es de lasmariasmonteros, las silviasclementes, las ionesbelarras, que saben que la gente prefiere vivir el presente y no recordar el titular coyuntural, que pasa, mientras que el coche oficial y el chófer permanecen. Al menos, mientras permanecen, porque ahí tenemos el caso ejemplar del holandés Mark Rutte yendo a actos oficiales en bicicleta. ¿Hasta cuándo, ejem, abusarán de nuestra paciencia?